El reformón no está saliendo como esperaban
Tortilleros multados
Enrique Galván Ochoa / Dinero
Tal vez Enrique Peña Nieto debió expresar algún mensaje por el aniversario del 2 de octubre. Un gobierno priísta escribió esa página negra en la historia del país. Sin embargo, prefirió reunirse con los personajes del Consejo Coordinador Empresarial. Esperaban más de la reforma laboral que se cocina en olla exprés, ahora en el Senado. No les gustó, por ejemplo, el poder que exhibieron los caciques sindicales, cuando una agrupación con la que tienen lazos estrechos, Mexicanos Primero, está pidiendo el pescuezo de la profesora Elba Esther Gordillo. Tampoco les agradó la redacción final del capítulo dedicado al outsourcing. Si la versión que finalmente apruebe el Congreso no se modifica, entonces la mayor parte de las empresas de este tipo que operan hoy en el país quedarían en automático al margen de la ley. Eso dicen. Pero mientras los personajes del Consejo se reunían con Peña Nieto, en el Senado seguían haciendo presión algunos líderes sindicales. La situación es que si se cambia alguna parte de la redacción que recibieron de la Cámara de Diputados, el proyecto completo tendría que volver a discutirse a fin de homologarlo. En ese caso ya no operaría el término de 30 días a que está sujeta la iniciativa preferente; tal vez el tema completo brincaría a noviembre y haría cortocircuito con el tema del presupuesto de 2013. Y si es aprobado tal como está, los picudos del Consejo podrían decir que salió como la mala nuera: nuera lo que esperaba.
Acortar la transición
Dirán que ni las buenas iniciativas se salvan de la crítica, pero ¿cómo no se le ocurrió antes al PRI proponer que se acorte el tiempo que media entre el día de la elección de Presidente de la República –primer domingo de julio– y su toma de posesión, el primero de diciembre? El diputado Manuel Añorve presentó una iniciativa en su Cámara para que la espera se abrevie al primero de octubre. Calderón se hubiera tenido que mudar de Los Pinos hace dos días.