Raymundo Riva Palacio
La toma de posesión de Enrique Peña Nieto fue diferente a la de Felipe Calderón. Hace seis años, la revuelta y las bombas molotov estaban dentro del Congreso; el sábado, en las calles de la Ciudad de México. Los enfrentamientos con grupos radicales en el Centro Histórico por más de seis horas, marcaron el inicio del gobierno del primer priista que llega al poder como resultado de la alternancia en una forma onomatopéyica y se puede decir que hasta absurda, pues lo que sucedió este fin de semana estaba ampliamente anunciado.
En julio pasado, dos semanas después de la elección presidencial, se apuntó en este mismo espacio, bajo el título de “El Verano del EPR”, el registro de que la protesta social estaba en marcha: “Son miles de personas las que se han articulado para expresar su inconformidad contra la candidatura de Enrique Peña Nieto y su victoria electoral. Bajo el lema de “si hay imposición habrá insurrección’, son irrelevantes los más de 19 millones de votos a su favor, porque su lógica responde a otros reactivos. Hay insatisfechos, decepcionados, inconformes y quienes tienen agenda particular. Hay grupos estudiantiles y grupos de interés o radicales.