domingo, noviembre 29, 2009

Aristegui: CISEN, auge y decadencia del espionaje mexicano


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Por la puerta de atras

Sufren vecinos de la colonia Del Valle cierre del Eje 7


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CFE, patrón sustituto de Luz y Fuerza

Antonio Gershenson

El proceso que se sigue en el juzgado primero de distrito del centro auxiliar de la primera región, que ya ha dado en ocasiones anteriores la razón al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), ahora permite que conozcamos datos muy valiosos para este proceso.

En efecto, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tuvo que informar e incluir documentos que antes se habían ocultado. Nos referimos, en este caso, a la copia cotejada por el notario 103, de un convenio entre esta comisión y el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE), encargado de la liquidación del "organismo descentralizado Luz y Fuerza del Centro (LFC), en liquidación" (textual en el encabezado del convenio). El convenio se firmó la madrugada del domingo 11 de octubre, 25 minutos después de la medianoche.

Queremos hacer notar que en las versiones iniciales de la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, en efecto, se calificaba a este organismo y sus antecesores como que estaba en liquidación, en el artículo cuarto transitorio. Pero el Congreso de la Unión modificó este artículo para hablar de un organismo descentralizado, suprimiendo el término "liquidación". O sea que el Poder Ejecutivo le "dio reversa" a un acuerdo del Congreso, volviendo a dejar a LFC en liquidación, lo cual, legalmente, sólo lo puede hacer este mismo Congreso.

En el convenio se cita, como antecedente número IV, que el 11 de octubre de 2009 (el día del "decreto" liquidador), la subsecretaría de Electricidad de la Secretaría de Energía solicitó al SAE “poner a disposición de CFE los bienes del organismo extinto de Luz y Fuerza del Centro… así como los derechos accesorios y asociados a dichos bienes”.

En la cláusula primera del mismo convenio se dice que “el SAE… pone a disposición de CFE los bienes…, así como sus derechos accesorios y asociados, los cuales están y deberán seguir afectos a la prestación del servicio público de energía eléctrica, en el área geográfica en la que hasta antes de la expedición del decreto venía prestando Luz y Fuerza del Centro”.

En la cláusula segunda se señala que en cuanto a estos bienes, "CFE se hará cargo de su operación, mantenimiento y seguridad". Y se agregan otras funciones, como el cobro de las facturas acumuladas y futuras de consumo de electricidad.

Veremos lo que dice la ley para definir cuándo un patrón o empresa es sustituto de otro. La que se ocupa de esto es la Ley del Instituto Mexicano del Seguro Social, en su artículo 290:

“… Se considera que hay sustitución de patrón cuando:

“I. Exista entre el patrón sustituido y el patrón sustituto transmisión, por cualquier título, de los bienes esenciales afectos a la explotación, con ánimo de continuarla. El propósito de continuar la explotación se presumirá en todos los casos, y

"II. En los casos en que los socios o accionistas del patrón sustituido sean, mayoritariamente, los mismos del patrón sustituto y se trate del mismo giro mercantil."

El segundo punto se cumple de todos modos, incluso sin considerar el convenio: tanto CFE como LFC eran ya organismos públicos y, por tanto, el "dueño" es el mismo, la nación, representada por el Estado.

El primer punto también se cumple con el convenio, en el que se menciona reiteradamente el asunto y se dice que "el SAE (que dispone de los bienes de LFC) pone a disposición de CFE los bienes, así como sus derechos accesorios y asociados, los cuales están y deberán seguir afectos a la prestación del servicio público de energía eléctrica, en el área geográfica en la que hasta antes de la expedición del decreto venía prestando Luz y Fuerza del Centro".

El sustituto hereda las obligaciones del sustituido. La CFE debe, entre otras cosas, reinstalar a los despedidos, reconocer la validez del contrato colectivo de trabajo SME–LFC, y tratar con este sindicato las cuestiones laborales, tanto generales como las de cada centro de trabajo de los que usó LFC. Esto, sin perjuicio de que, como vimos, la liquidación de LFC es ilegal al no haberla aprobado primero el Congreso de la Unión, mediante cambios en la ley.

Hay que tener presente que este convenio y otros documentos relacionados (algunos se reservaban por 12 años) se mantuvieron en secreto hasta que la juez de la instancia mencionada requirió la documentación necesaria para continuar con el proceso. Y los hechos posteriores son muy claros: se mantuvieron esos documentos ocultos para evitar el cumplimiento de las leyes relacionadas, y de las obligaciones que éstas establecen.

El movimiento cívico y la lucha electoral

Arnaldo Córdova

Hay algo característico de los cenáculos de la izquierda que consiste en contraponer por sistema, incluso cuando no viene al caso, la lucha social por las reivindicaciones de las clases populares y su bienestar con la lucha electoral. La expresión "electorero" es, en el pensamiento de quienes practican ese vicio, sencillamente repugnante. Suena a corrupto, a sucio, a transa, a mercadeo, a entreguismo. El principio rector de ese peculiar modo de pensar es siempre la desconfianza en la política y, sobre todo, en los partidos y su "negocio", que son las elecciones.

Eso que Jean-Paul Sartre llamó el imaginario y que no es otra cosa que el horizonte en el cual pensamos y nos proponemos algo, para la izquierda está poblado de fantasmas y de dogmas que le impiden pensar y proponer, sobre todo, esto último. Por lo menos, nunca se dice claramente. Si a alguien se le aclara: "tú lo que propones es la lucha armada", de inmediato hay una negativa llena de azoro y hasta de cierta vergüenza y sólo se responde que lo único que sería deseable es que se actuara con mayor fuerza, con mayor dureza. Qué podrá ser eso es algo que jamás se sabrá.

Cuando pensamos la cuestión en el movimiento lopezobradorista, si se plantea sin enmarcarla en la reflexión, tratando de ver ante todo de qué clase de movimiento se trata, la confusión hace de inmediato su reino y las ideas y los sentimientos se disparan en los sentidos más inimaginables. El movimiento cívico, ¿un movimiento "electorero"? Eso parece oler a cloaca o a algo peor. Pero sucede que este movimiento enseñó su entraña desde el momento mismo en que nació, con el desafuero. Era y siempre ha sido un movimiento político, que nació para contender por el poder. ¿Por qué contender por el poder? Porque es un movimiento que lucha por la nación mexicana y por su pueblo, por sus trabajadores, por un Estado que se apegue a la ley, un auténtico Estado de derecho, por el desarrollo de México como nación libre y soberana.

Ese era el programa que López Obrador como aspirante a la Presidencia de la República presentó ya desde aquellos tiempos a la ciudadanía. A ese movimiento, que involucró a los partidos de izquierda sin excepciones y a una gran parte de la sociedad, le negaron el triunfo en las elecciones de 2006 mediante el fraude y el poder del dinero. Ese movimiento siguió, porque no se resignó a la derrota, y no fue sólo cosa de su líder, sino de todos los millones de sus seguidores. Y ahí ha permanecido, resistiendo todos los embates del poder combinado de la derecha y de los dueños del dinero. Su enseña fue siempre la misma, defender al México del pueblo y luchar porque la ambición de los poderosos no acabara destruyéndolo.

Se hizo patente también que seguía porque se iba a volver a luchar por el poder. ¿Cómo se puede luchar por el poder? Sólo hay unas cuantas vías y yo diría que sólo dos: una, la lucha armada; otra, la vía institucional, vale decir, la lucha electoral. Nadie en el movimiento pensó jamás en la lucha armada, si bien siempre se ha discutido el alcance de las iniciativas pacíficas: pacíficas, ¿hasta dónde? A veces a algunos les parece que ocupar un lugar público e incluso una oficina pública deja de ser pacífico. Eso siempre se puede discutir; pero la lucha pacífica e institucional quiere decir, sin rodeos, que no se usará de la violencia. En eso el movimiento y su líder han sido extremadamente coherentes.

¿De qué serviría un movimiento cívico que no luchara por el poder sino sólo por algunas cuantas demandas que no tuvieran nada que ver con el ejercicio del poder? Yo pienso que ni siquiera sería un movimiento cívico. Un movimiento cívico es un movimiento de ciudadanos, vale decir, de aquellos miembros de la sociedad que están dotados, constitucional y legalmente, del poder de decidir cómo debe ser el Estado, cómo su orden jurídico y, también, de elegir a quienes deben gobernar a la sociedad desde los puesto públicos. Este movimiento cívico quiere gobernar a la sociedad a través del poder del Estado porque encarna los sentimientos de todos aquellos que piensan que el de ahora es un pésimo gobierno.

El pasado sábado 21, Andrés Manuel López Obrador declaró que está listo para ser nuevamente el candidato de este movimiento, pero que ello dependerá de si es el que esté mejor posicionado entre todos los prospectos que puedan aspirar a ello en el mismo movimiento. No es sólo una aspiración suya sino también de una inmensa mayoría de quienes militan en ese movimiento. ¿Movimiento electorero? Para nada. El emblema y nombre del mismo lo indican claramente: no se puede defender la economía popular, el petróleo ni la soberanía nacional fuera del poder. Para eso se necesita el poder. Que los líderes tengan sus ambiciones personales es harto natural. Sólo hay que saber de qué tipo de ambiciones se trata.

Muchos deben pensar que el camino, más bien, debería consistir en ocupar carreteras y oficinas públicas o paralizar ciudades o, también, proclamar huelgas generales que dejen sin movimiento a la economía, sosteniendo al mismo tiempo que luchar en las justas electorales es perder el tiempo porque nunca nos dejarán ganar. Hay un modo de garantizar que nunca nos dejen ganar y es no hacer nada en ese campo y dejar a los adversarios que hagan por su cuenta las elecciones. Los panistas y los priístas estarían felices de ello. Un antiguo adagio reza que las luchas finales, con todo y por todo, son siempre la aspiración de aquellos que están perdidos de antemano y no encuentran otro modo de olvidar que son débiles frente a sus enemigos.

La lucha de este movimiento, siempre se ha aclarado, es una larga marcha en la que hay que armarse de mucha paciencia, de un deseo permanente de luchar y de una gran fe en la victoria. Cuando uno escucha a algunos de sus participantes siente que esos elementos faltan y que el desaliento se apodera de ellos. "Ya estamos hartos de concentraciones que no nos llevan a nada", he escuchado. Pero esas mismas concentraciones tienen algo que se está volviendo un símbolo: siempre llenan el Zócalo y sus calles aledañas y en ellas el entusiasmo del encuentro con los demás se vuelve cada vez más fuerte y, lo más importante, cada vez más consciente. Estamos aprendiendo a luchar pacíficamente y con poder de convicción; estamos aprendiendo a usar la legalidad; el líder recorre el país porque le gusta, por supuesto (y hasta desearía hacerlo a pie), pero también para hacer presente ese movimiento hasta en los lugares más recónditos de nuestra geografía. Sólo falta mantener la confianza en el movimiento mismo y en sus objetivos de lucha.

¿Sucesión o sustitución presidencial?

Álvaro Cepeda Neri

En este dramático sexenio que va para su cuarto año, necesario para accionar la sustitución presidencial a causa de la renuncia por un motivo grave (según la “ingeniería constitucional” de Sartori) del inquilino de Los Pinos, es necesario volver a las páginas escritas por Francisco I. Madero: La sucesión presidencial en 1910, donde se deduce que, sin que esto quiera decir que la historia se repite, las circunstancias analizadas por Madero son muy semejantes a las que hoy imperan.

Y que al avanzar el tiempo del binomio: gobierno-administración, se anuncian días de tormenta social con conjuro de lo que representan para los mexicanos más conscientes las fiestas de élite para celebrar el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, ocurridos por hambre, desempleo e injusticias sociales.

Este alegato contra el mal gobierno porfirista de más de 30 años y su insistencia en prolongarse (Ramón Corral impuesto en la vicepresidencia, era el heredero de Porfirio Díaz,), no es meramente histórico. Hoy, con motivo del anticipado final del nuevo porfirismo (del foxismo al calderonismo) es espejo de viejos-nuevos males sociales.

Madero redactó, a toro pasado, el acta de defunción del porfiriato y el testamento de un dictador que pasó de liberal en lo político a conservador-derechista. Que impuso una modernización económica sobre casi la esclavitud del pueblo, entonces más campesino que urbano, volcado al semindustrialismo por su mano de obra regalada.

No supo conciliar desarrollo económico con republicanismo-democrático. Fue la dictadura que se corrompía a la par de su senilismo hacia la decadencia. Los capítulos 2, 3, 4 y 5 del libro son una magistral disección política del cadáver porfirista. Madero sintetizó el presente y vislumbró cómo deshacerse pacíficamente del mal gobierno.

Es un retrato hablado del porfirismo, y según nuestro presente, un espejo donde miramos reflejado el resto descompuesto de la alternancia panista con su conservadurismo-derechista y fanáticamente religioso.

Torpe, que en lugar de gobernar, como el porfirismo, cayó en el desgobierno, ante el cual no había más que la renuncia del porfirismo o la Revolución. Son siete capítulos de un libro editado una y otra vez desde que se publicó en 1908 de un Madero nacido en 1873 y asesinado en 1913 por el golpe de Estado del alcohólico y militarista (¿alguna semejanza con el actual inquilino de Los Pinos?) Victoriano Huerta.

La sucesión presidencial en 1910. El partido Nacional Democrático, por Francisco I. Madero, San Pedro, Coahuila, diciembre de 1908, es una reedición muy bien presentada de más de 300 páginas. Nos muestra que hoy la Nación tiene problemas parecidos a los del porfiriato con más agravantes: una población diez veces mayor a la de entonces, alarmante desempleo, élites económicas más enriquecidas, élites políticas como los “científicos” del porfirismo sin conciencia de la realidad y hambruna y empobrecimiento masivos.

Ficha bibliográfica:
Autor: Francisco
Título: La sucesión presidencial en 1910
Coedición: Clío-Historia para todos-Taurus-Conaculta

¿Es posible un estallido social? Los que dicen sí y no

Álvaro Cepeda Neri

Lleva diez extraordinarios reportajes al hilo el suplemento Enfoque, del periódico Reforma, donde salvo la columna de Miguel Ángel Granados Chapa y algún otro colaborador de fijo; Lorenzo Meyer, Sergio Aguayo Quesada y Roberto Zamarripa, tal vez se me escapa alguno más, la información y el resto de sus plumas, encabezadas por Enrique Krauze, tienen tendencia del centro a la derecha, más conservadora que liberal en lo político ya que domina la concepción, en economía, del neoliberalismo a ultranza que actualmente ha hecho viable al capitalismo salvaje.

Uno sobre la facultad de atracción penal por parte de la PGR y que sólo ha servido para hacer como si hubiera voluntad para las averiguaciones previas del ministerio público federal en presuntos delitos o ya consumados como los homicidios, cuando la PGR de Fox a Calderón, se dedican a archivarlos y otorgar impunidad a los presuntos responsables.

Fue un reportaje de Martha Martínez y Javier Rosiles (Reforma: 8/XI/09). El otro debido a Karla Garduño Morán, con breves entrevistas a ocho protagonistas de la vida política, que llevan como título: ¿Es posible un estallido social?, donde unos, como la investigadora Soledad Loaeza (que en reciente colaboración sostiene que el Congreso mexicano ha limitado al señor Calderón), dice que duda entre el sí y el no respecto a que pueda haber un estallido social.

La economista Ifigenia Martínez (perredista) dice que no habrá estallido. El más inteligente y preparado de los políticos del PRI, que es una cabeza política: Manlio Fabio Beltrones Rivera, piensa que si se da un rápido acuerdo nacional, con una Reforma del Estado como locomotora, la hipótesis de un estallido social no se daría en la experiencia y que con el acuerdo y la reforma, puede evitarse.

Roger Bartra deja la posibilidad en el aire. Lorenzo Meyer, sostiene que solamente habría una explosión social si surge un líder “ya no tan mesurado (como López Obrador)”. Santiago Creel, el nadador en aguas superficiales del PAN, ex candidato presidencial de Fox y Mart(h)a, con sus “peros” respecto al calderonismo asegura que en el corto plazo no ve que pueda darse “una situación de violencia”.

Se habla, empero, de que al conjuro de los 200 años de la Independencia y los 100 de la Revolución (más el intermedio de la Gloriosa Revolución de 1854) hay mexicanos dispuestos a protestar por el actual conjunto de cosas: desempleo, alzas de precios e impuestos y hambre, alimentando su desesperación social y sí existen, pues, nubarrones de violencia.

El gran analista democrático Karl R. Popper, en su obra política, siguiendo a Tocquevielle y Kant, propone que nos deshagamos pacíficamente y sin derramamiento de sangre de los malos gobernantes. Pero hay comentarios sobre que la coyuntura histórica ya no es pacífica a menos que las élites maniobren a favor de la democracia-republicana. De lo contrario estallan las protestas y éstas pueden llevar a la violencia, con o sin la opinión de quienes piensan que no la habrá.

¿Algún parecido con México?

Grupo Xoch´

En la parte del País vasco bajo dominación española, acaban de encarcelar a decenas de jóvenes "para impedir que entren en el grupo armado ETA" (Patria vasca y Libertad = grupo Nacionalista y Socialista)... Guerra preventiva...

En Francia, acaban de condenar a un vasco a 30 años por "sospecha de ser un jefe de ETA"; a otros los condenaron a 15, 18 y 8 años por "asociación de malhechores con fines terroristas"...

A ninguno se le hace una acusación concreta, ningún delito...

Imaginemos que ocurra lo mismo en Cuba, en Venezuela, en Bolivia... se armaría un escándalo mundial, no?

Estamos cayendo en un fascismo descarado... Y la población, cantando en coro: "BEEEEEEEEEHHHHH". Ya no tenemos ni "huevos", ni honradez, ni dignidad...

Cada hora, en Francia, se contabilizan 60 despidos, unos cuantos suicidios de obreros, de empleados, de padres o madres de familia que no aguantan más... se suicidan unos en sus puestos de trabajo, otros en sus casas...

Nos llevan al matadero y la población en coro: "BEEEEEEEEEHHHH".

Nos tienen bien atados, por el miedo, por los créditos, etcétera.

Políticamente, por las elecciones, no se puede cambiar nada porque eso también lo tienen muy bien controlado... Los candidatos que nos presentan son dedos de la misma mano, promocionados por una Prensa cuyos dueños son dueños también de la Banca, de la Industria.

Las elecciones son trampas, nada más, para que no cambie nada... partidos y sindicatos son OFICIALMENTE corruptos. Los políticos son muñequitos muy bien pagados de los dueños de todo este tinglado...Los políticos nos divierten y los de la sombra nos follan...

¡Cómo nos idiotizan para luego someternos! Plan agresivo de la CIA y los medios de información nos mueven como marionetas

Grupo Xoch’

1. Sembrando el caos en la Unión Soviética, sustituiremos sus valores, sin que sea percibido, por otros falsos, y les obligaremos a creer en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreductible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia. De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social.

2. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos. Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas, que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad. En la dirección del estado crearemos el caos y la confusión.

3. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas, innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos, y ante todo el odio al pueblo ruso; todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor.

4. Sólo unos pocos acertaran a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarles, desacreditarles y señalarles como desechos de la sociedad. Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos.”

El texto pertenece al libro titulado EL ARTE DE LA INTELIGENCIA, de ALLEN W. DULLES fundador e ideólogo de la CIA en la década de los 50