lunes, julio 27, 2009

Cómo la guerra en serie se convirtió en un modo de vida en EE.UU.

David Bromwich
Tom Dispatch,

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Introducción del editor de Tom Dispatch


El secretario de defensa de EE.UU., Robert Gates, defendió recientemente como sigue su decisión de detener la producción del F-22 Raptor, el gigantesco despilfarro para un caza bombardero: “Hay que considerar,” dijo el secretario de defensa, “que para 2020, se proyecta que EE.UU. tenga cerca de 2.500 aviones de combate de todos los tipos, con sus tripulaciones. De esos, cerca de 1.100 serán de la quinta generación más avanzada, F-35 y F-22. Se proyecta que China, al contrario, no tenga aviones de quinta generación hasta 2020. Y hasta 2025, la brecha sólo aumenta. EE.UU. tendrá aproximadamente 1.700 de los cazas de quinta generación más avanzados, en comparación con sólo un puñado de aviones comparables de los chinos… Sólo en el universo paralelo que es Washington D.C., eso sería considerado ‘destruir’ la defensa.”

De modo que ya llegamos a 2025 y, nos dice el secretario de defensa, EE.UU. tendrá todavía, según la actual planificación del Pentágono, una fuerza aérea sin igual en la Tierra. Pero no basta. Es sólo una planificación a mediano plazo cuando tiene que ver con las fuerzas armadas de EE.UU. y las guerras del futuro. David Axe, del blog Danger Room de Wired, informa que la Fuerza Aérea acaba de publicar su “Plan de Vuelo de Sistemas de Aviones sin Tripulación 2009-2047.” En lo que Axe describe como “82 páginas repletas de acrónimos,” sugiere que “los combatientes aéreos de mañana no tendrán pilotos en la cabina.” El Plan esboza que “robots volantes cada vez mayores y más sofisticados terminarán por reemplazar todos los tipos de aviones tripulados en su inventario – todos, desde rápidos cazas en el aire hasta pesados bombarderos y aviones cisterna.”

No importa si esto resulta ser fantasía o realidad, lo que hay que subrayar es esa fecha: 2047. Ahora bien, es una planificación a largo plazo como es probable que ninguna otra parte del gobierno de EE.UU. vaya a realizar algún día. Y es porque, como indica David Bromwich, quien escribe regular e mordazmente para Huffington Post y New York Review of Books, EE.UU. se ve ahora en el futuro distante como guerrero serial. Tom.

Las guerras de EE.UU.

Como la guerra serial se convirtió en un modo de vida de EE.UU.


David Bromwich

El 16 de julio, en un discurso en el Economic Club de Chicago, el secretario de defensa Robert Gates dijo que el “problema central” para la defensa de EE.UU. es ahora cómo las fuerzas armadas deben ser “organizadas, equipadas – y financiadas – en los años por venir, para ganar las guerras en las que nos encontramos mientras nos preparamos para amenazas en o más allá del horizonte.” La frase más allá del horizonte debiera ser de mal agüero. ¿Quería decir Gates a su audiencia de dirigentes empresariales de mentalidad cívica que gastaran más dinero en defensa para enfrentar amenazas por cuya existencia en sí nadie podía hacerse responsable? En vista de la aceptación pública del militarismo estadounidense, podía hablar a sabiendas de que nunca llegaría a plantearse ese embarazoso cuestionamiento.

Hemos comenzado a hablar a la ligera sobre nuestras guerras; y esto debiera ser sorprendente por diversas razones. Para comenzar, en la historia de EE.UU. la guerra nunca fue considerada una situación normal. Durante dos siglos los estadounidenses aprendieron a pensar que la guerra en sí es una aberración, y sólo parecería que las “guerras” en plural son doblemente aberrantes. A generaciones más jóvenes de estadounidenses, se les está enseñando ahora a no esperar un fin de la guerra – y ningún fin de las guerras.

Para cualquiera que haya nacido durante la Segunda Guerra Mundial, o en los primeros años de la Guerra Fría, la esperanza de progreso internacional hacia la reducción de conflictos armados sigue siendo una memoria palpable. Después de todo, la amenaza de las potencias del Eje, cuyo aparato estatal era alimentado por las guerras, fue eliminada definitivamente por la acción concertada de Rusia Soviética, Gran Bretaña, y EE.UU. La fundación de Naciones Unidas representó una mayor esperanza de una paz general. Organizaciones como el Comité por una Política Nuclear Cuerda (SANE) y la Unión de Científicos Preocupados recordaron a la gente en Occidente, así como en el bloque comunista, una verdad que ya todos conocían: que el mundo tenía que superar la guerra. El filósofo francés Alain Finkielkraut llamó ese breve intervalo “la Segunda Ilustración” en parte por la unidad del deseo de un mundo en paz. Y el nombre Segunda Ilustración está lejos de ser absurdo. Los años después de la peor de las guerras estuvieron marcados por un sentimiento de disgusto universal ante la idea misma de la guerra.

En los años cincuenta, la única guerra posible entre las grandes potencias, EE.UU. y la Unión Soviética, habría sido una guerra nuclear; y el horror de la destrucción asegurada era tan monstruoso, la perspectiva de las consecuencias tan imperdonable, que la única alternativa parecía ser un propósito de paz. John F. Kennedy lo vio claramente cuando presionó por la ratificación del Tratado de Prohibición de las Pruebas Nucleares – el mayor logro de su gobierno.

Lo firmó el 7 de octubre de 1963, seis semanas antes de ser asesinado, y marcó el primer paso para alejarse de la guerra en toda una generación. ¿Quién iba a imaginar que el próximo paso tardaría 23 años, hasta que la imaginación de Ronald Reagan fue influenciada por la imaginación de Mijail Gorbachov en Reykjavik? La demora después de Reykjavik ha tardado casi otro cuarto de siglo; y aunque Barack Obama habla el lenguaje del progreso, todavía no está claro si posee el coraje de Kennedy o la imaginación de Gorbachov y Reagan.

Olvidando Vietnam

En el Siglo XX, como en el XIX, las guerras pequeñas “involucraron” una mentalidad de guerras que duran una década o más. La Guerra de Corea provocó en los estadounidenses el estado de miedo necesario para permitir la realización de la Guerra Fría – uno de cuyos dogmas, la identificación de la isla de Formosa como la verdadera China, fue desarrollado por el lobby favorable a la guerra alrededor del líder nacionalista chino Chiang Kai-shek. Sin embargo, ni la Guerra de Corea que tuvo lugar en cierta medida bajo auspicios de la ONU, ni la Guerra de Vietnam, por crueles y destructoras que hayan sido, alteraron el punto de vista de que la guerra era una reliquia de un pasado bárbaro.

Vietnam fue el subproducto de una política de “contención” contra la Unión Soviética que se salió de control: una pequeña contrainsurgencia que creció a la escala de una guerra casi ilimitada. A pesar de ello, el que se hablara persistentemente de paz – tal como ya no se hace en estos días – formó un contrapunto a los últimos seis años de Vietnam, y nunca hubo siquiera la sugerencia de que otra guerra semejante podría seguir naturalmente porque teníamos enemigos por doquier en el planeta y porque la manera de encarar a los enemigos era invadirlos y bombardearlos.

El fracaso de la conciencia moral de EE.UU. cuando se trató de Vietnam tenía poco que ver con un encantamiento con la guerra como tal. En cierto sentido lo que hubo es lo contrario. El fracaso tuvo que ver, en gran parte, con una tendencia a tratar la guerra como una “pesadilla” particular, más allá del alcance de la historia; algo que nos sucedía a nosotros, no algo que nosotros hacíamos. Oponentes y partidarios de la guerra compartieron la creencia de que nunca se debía permitir que algo semejante volviera suceder.

De modo que la lección de Vietnam llegó a ser: nunca hay que comenzar una guerra sin saber lo que se quiere lograr y cuándo se tiene la intención de partir. Colin Powell dio su nombre a la nueva doctrina; y al convertir la violencia de cualquier guerra en una ecuación de coste-beneficio, ayudó a borrar la consciencia del mal que habíamos cometido en Vietnam. La sintomática y extrañamente despiadada advertencia de Powell a George W. Bush sobre la invasión a Iraq – “Si lo rompe, lo paga” – expresa el pragmatismo militar de su modo de pensar.

Durante más de una generación, dos ilusiones han dominado el modo de pensar estadounidense sobre Vietnam. En la derecha, ha habido la idea de que “combatimos con una mano atada detrás de la espalda.” (De hecho las únicas armas que EE.UU. no utilizó en Indochina fueron nucleares.) Dentro del establishment liberal, por otra parte, se prefiere la teoría del asesino solitario: como en la Guerra de Iraq, en la cual la culpa es del secretario de defensa Donald Rumsfeld, en Vietnam el secretario de defensa Robert McNamara se ha convertido en el culpable preferido.

Esta conveniente limitación de la responsabilidad para Vietnam se hizo, en todo caso, más pronunciada después de la muerte de McNamara el 6 de julio. Incluso un obituario honesto y despiadado como el de Tim Weiner en New York Times apartó de la historia central a personajes relevantes como el secretario de estado Dean Rusk y el general William Westmoreland. Mientras tanto, el presidente Richard Nixon y su consejero nacional de seguridad Henry Kissinger parecen haberse desmaterializado por completo – como si no hubieran hecho otra cosa que “heredar” la guerra. La verdad es que Kissinger y Nixon ampliaron la Guerra de Vietnam y exacerbaron sus crímenes. Basta con recordar la transmisión de una alarmante orden presidencial en un llamado telefónico de Kissinger a su adjunto Alexander Haig. EE.UU. iniciaría, dijo Kissinger, “una masiva campaña de bombardeo en Camboya [utilizando] todo lo que vuela contra todo lo que se mueva.”

Vietnam no fue más que Iraq una guerra con un solo arquitecto o en función del interés de un solo partido. Todo el establishment político estadounidense – y durante todo el tiempo posible, también la cultura pública – se sumaron a la guerra y cuestionaron la lealtad de oponentes y antagonistas. Se pidió a la opinión pública que admirara, y no dejó de apoyar, la Guerra de Vietnam durante cinco años bajo el presidente Lyndon Johnson; y Nixon, elegido en 1968 con la promesa de terminarla con honor, no fue responsabilizado cuando la continuó más allá de su primer período y agregó una atroz guerra auxiliar en Camboya.

Sin embargo, desde que el senador Joe McCarthy acusó a los demócratas de “veinte años de traición” – la acusación de que, bajo los presidentes Franklin Delano Roosevelt y Harry Truman, EE.UU. había perdido una guerra contra agentes comunistas dentro del país, que ni siquiera habíamos comprendido que tenía lugar – se ha convertido en una verdad popular de la política estadounidense que el Partido Republicano es el partido que sabe de guerras: cómo causarlas, y cómo terminarlas.

En la práctica, esta significa que a los demócratas tiene que serles difícil mostrar que están más dispuestos a combatir que lo que puedan considerar prudente o justo. Como prueba el legado de Lyndon Johson y Bill Clinton, y como ha confirmado el primer medio año de Obama, los presidentes demócratas se sienten obligados a iniciar o a ampliar guerras para mostrar que son dignos de todo tipo de confianza. Obama ya mostró su comprensión de la lógica del candidato demócrata en tiempos de guerra en la campaña primaria de 2007, cuando aseguró a los establishment militar y político que la retirada de Iraq sería compensada mediante una guerra más amplia en Pakistán y Afganistán.

Ahora estamos próximos a codificar un modelo según el cual se espera que un nuevo presidente nunca renuncie a una guerra sin emprender otra.

De la intervención humanitaria a las guerras por elección

Nuestra confianza en que nuestra selección de guerras será asegurada, y nuestros asesinatos perdonados, por los beneficiarios correspondientes proviene sobre todo de la idea popular de lo que sucedió en Kosovo. Sin embargo, las once semanas de bombardeos de la OTAN desde marzo hasta junio de 1999 – un aparente ejercicio de humanidad (en el cual ni un solo avión fue derribado) en la causa de un pueblo asediado – también fue un ejercicio de estrategia y armas.

Kosovo, en este sentido, fue un espécimen mayor del tipo de guerra de ensayo lanzada en 1983 por Ronald Reagan en 1983 (donde una invasión de Granada hecha ostensiblemente para proteger a estadounidenses residentes también sirvió como cobertura agresiva para la retirada del presidente del Líbano), y en 1989 por George H.W. Bush en Panamá (donde un ataque contra un dictador impopular sirvió como ejercicio de prueba para las armas y la propaganda de la Primera Guerra del Golfo de un año después). El ataque de la OTAN contra la antigua Yugoslavia en defensa de Kosovo fue también una guerra pública – legal, feliz, y justa, a los ojos de los medios dominantes – una guerra ciertamente organizada abiertamente y conducida con una oleada de conciencia. La cara de Tony Blair irradiaba la bondad de los bombardeos. Kosovo, más que cualesquiera otros enfrentamientos en los últimos años preparó el consenso militar-político estadounidense a favor de guerras seriales contra enemigos transnacionales del tipo que se sea.

Un reciente artículo de David Gibbs, extraído de su libre “First Do No Harm” presentó un antídoto para la leyenda humanitaria de la guerra de Kosovo. Gibbs muestra que no fueron los serbios sino el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) el que, en 1998, rompió los términos del acuerdo de paz negociado por Richard Holbrooke y por lo tanto hizo inevitable una guerra. Tampoco fue poco razonable que Serbia objetara posteriormente a la demanda estadounidense y europea de que los mantenedores de la paz de la OTAN gozaran de “paso sin restricciones y acceso sin impedimenta” a través de Yugoslavia – en efecto, que consintiera ser un país ocupado.

A los estadounidenses se les dijo que los serbios en esa guerra eran opresores, mientras los albanos eran víctimas: una mitología que se parece en mucho a los informes estadounidenses posteriores sobre los suníes culpables y los chiíes inocentes de Iraq. Pero el ELK, informa Gibbs, “tenía antecedentes de brutalidad y racismo que diferían poco de los de las fuerzas de Milosevic.” Y lejos de impedir asesinatos masivos, los “ataques quirúrgicos” de la OTAN sólo los aumentaron. El número de muertos en ambos lados antes de la guerra fue de unos 2.000. Después de los bombardeos, y como venganza por ellos, cerca de 10.000 personas fueron muertas por las fuerzas de seguridad serbias. Por lo tanto, mientras más se examina el caso, menos aceptable parece Kosovo como precedente para futuras intervenciones humanitarias.

Clinton y Kosovo, más que Bush e Iraq, abrieron el período en el que ahora vivimos. Tras la legitimación de ambas guerras, sin embargo, yace una amplia inversión ideológica en la idea de “guerras justas” – sobre todo, en la práctica, guerras libradas por las democracias comerciales en nombre de la democracia, para imponer sus propios intereses sin un sobrepeso inaceptable de conspicuo egoísmo. Michael Ignatieff, teórico de la guerra justa que apoyó las guerras de Kosovo e Iraq, publicó un artículo influyente sobre la invasión de Iraq: “The American Empire: The Burden,” en New York Times Magazine el 5 de enero de 2003, sólo semanas antes del inicio de “choque y pavor”. Ignatieff se preguntó si el pueblo estadounidense era suficientemente generoso como para librar la guerra que su presidente quería comenzar contra Iraq. Porque se trataba de, escribió:

“un momento crucial en el largo debate de EE.UU. consigo mismo sobre si su papel en el extranjero como imperio amenaza o fortalece su existencia como república. El electorado estadounidense, aunque todavía apoya al presidente, se pregunta si su proclamación de una guerra sin fin contra terroristas y tiranos sólo aumentará su vulnerabilidad mientras pone en peligro sus libertades y su salud económica dentro del país. Una nación que pocas veces calcula el coste de lo que aprecia realmente debe preguntar ahora cuándo vale la ‘liberación’ de Iraq.”

Canadiense residente en EE.UU., Ignatieff luego apoyó la guerra como asunto de deber cívico estadounidense, con una indulgente ironía para sus antagonistas:

“El cambio de régimen es una tarea imperial por excelencia, ya que supone que el interés del imperio tiene derecho a destruir la soberanía de un Estado… El cambio de régimen también plantea la difícil pregunta para los estadounidenses de si su propia libertad incluye un deber de defender la libertad de otros más allá de sus fronteras… Pero sigue siendo un hecho – por desagradable que sea para esos izquierdistas que consideran el imperialismo estadounidense como la raíz de todo mal así como para los aislacionistas de derecha, que creen que el mundo más allá de nuestras costas no es cosa nuestra – que hay muchos pueblos que deben su libertad a un ejercicio del poder militar estadounidense… Son los bosnios, cuya nación sobrevivió porque el poder aéreo y la diplomacia estadounidenses impusieron el fin de una guerra que los europeos no pudieron detener. Son los kosovares, que todavía serían prisioneros de Serbia si no fuera por el general Wesley Clark y la Fuerza Aérea. Una lista de la gente cuya libertad depende del poder aéreo y terrestre estadounidense también incluye a los afganos y, del modo más inconveniente de todos, a los iraquíes.”

¿Y por qué detenerse allí? Para Ignatieff, el ejemplo de Kosovo fue central y persuasivo. Los que no podían comprender de qué se trataba eran “esos izquierdistas” y “aislacionistas.” Al contrario, los estrategas y soldados dispuestos a soportar el “peso” del imperio no eran sólo el partido de los que poseían una visión del futuro y los humanos, eran también los realistas, los que sabían que nada bueno puede suceder sin un coste – y que nada marca tanto la grandeza de un pueblo como una sucesión de triunfos en una serie de guerras justas.

Las guerras más allá del horizonte

Si se combina la guerra aérea sin bajas que la OTAN realizó sobre Yugoslavia con la doctrina Powell de múltiples guerras y salidas seguras, se llega a algo cercano al terreno de la guerra actual Af-Pak. Una guerra en la cual un país puede ahora cruzar la frontera hacia otro sin que haya apenas una pausa para una discusión pública o un paso perdido en asignaciones presupuestarias. Cuando las guerras eran consideradas, en el mejor de los casos, como un mal necesario, se preguntaba si una guerra era estrictamente necesaria al hablar de ella. Ahora, cuando las guerras se han convertido en un modo de vida, se pregunta más bien en qué medida un punto de apoyo en una región es fuerte mientras es preparado para la guerra siguiente.

Un uso de modelo reciente ha sido introducido al inglés para facilitar ese cambio de actitud. En el lenguaje de los documentos de los think-tanks y en los perfiles periodísticos de los últimos dos años, se encuentra un extraño engreimiento que comienza a ser presentado como un hecho: es decir la plausibilidad de que EE.UU. planifique anticipadamente una cadena de guerras. Robert Gates planteó el pensamiento más reciente en una forma convencional, una vez más, en el programa de televisión ‘60 Minutes’ en mayo pasado. Hablando de la necesidad de que el Pentágono se concentre en la guerra en Afganistán, Gates dijo: “Yo quería un departamento que francamente pudiera caminar y mascar chicle al mismo tiempo, que pudiera librar la guerra como lo hacemos ahora, mientras al mismo tiempo planeamos y preparamos las guerras de mañana.”

La extraña perspectiva que este uso – “las guerras de mañana” – convierte en rutina es que anticipamos muchas guerras en el futuro cercano. Somos la democracia ascendiente, la nación excepcional en el mundo de las naciones. Librar guerras es nuestro destino y nuestro deber. Por lo tanto la palabra “guerras” – cada vez más en plural – se convierte en el modo común de identificar no sólo las guerras que estamos librando ahora sino las guerras que esperamos librar.

Un impresionante ejemplo de adaptación periodística al nuevo lenguaje apareció en la reciente reseña de Elisabeth Bumiller en el New York Times sobre una responsable política esencial en el gobierno de Obama, la subsecretaria de defensa para política, Michele Flournoy. A diferencia de su más conocido predecesor en esa posición, Douglas Feith – un evangelista neoconservador favorable a la guerra quien definió la inexistencia de los derechos de los prisioneros de guerra – Flournoy no es una ideóloga. El artículo celebra ese hecho. ¿Pero cuánto consuelo puede significar que una tranquila carrerista se incline actualmente por una aceptación plural de “nuestras guerras”? El trabajo de Flournoy, escribe Bumiller:

“se limita a lo siguiente: evaluar las amenazas contra EE.UU., proponer la estrategia para contrarrestarlas, ponerla en práctica asignando recursos dentro de las cuatro ramas de los servicios armados. Un aspecto importante para QDR [Estudio Cuatrienal de Defensa], como es llamado dentro del Pentágono, es cómo equilibrar los preparativos para futuras guerras de contrainsurgencia, como las de Iraq y Afganistán, con planes para conflictos convencionales contra potenciales adversarios bien equipados, como Corea del Norte, China o Irán.

“Otro dilema, dado que las guerras tanto en Iraq como en Afganistán han durado mucho más que la participación estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, es cómo prepararse para conflictos que podrían involucrar a las fuerzas estadounidenses durante décadas.”

Nótese la progresión de los sustantivos en este párrafo: amenazas, guerras, conflictos, décadas. Nuestra selección de guerras para un siglo podría ser variada con la misma astucia que la que solía limitarse a nuestra selección de coches. El artículo continúa admirando la frialdad del comportamiento de Flournoy usando un modismo de apreciación estética:

“La señora Flournoy ya es la impulsora de una nueva estrategia militar, que será la premisa central de la QDR, el concepto de la guerra ‘híbrida’, que ve los conflictos de mañana como una compleja mezcla de batallas convencionales, insurgencias y amenazas cibernéticas. ‘Estamos tratando de reconocer que la guerra puede ocurrir con muchos sabores diferentes en el futuro,’ dijo la señora Flournoy.”

Entre la descripción de la periodista de una “compleja mezcla” y el habla de la planificadora de “muchos sabores diferentes,” cuesta saber si estamos sentados en un búnker o ante la mesa de la cocina. Pero de eso se trata. Estamos llegando a considerar nuestras guerras como un ejercicio de ingenio y una prueba de gusto.

Por qué la Constitución dice poco sobre las guerras

Los fundadores de EE.UU. vieron la guerra de un modo muy diferente. Una de sus esperanzas más constantes – manifiesta en numerosos panfletos que escribieron contra el Imperio Británico y los límites contra poderes de guerra incluidos en la propia Constitución – fue que una democracia como EE.UU. llevaría irresistiblemente a apartarse de la dirección de guerras. Supusieron que las guerras eran cosa de reyes, libradas en función del interés del engrandecimiento, y también asunto de la aristocracia rural hereditaria en función del interés del aumento del privilegio y de riquezas inexplicables. De ninguna manera podían servir las guerras el interés de la gente. Maquiavelo, analista del poder a quien los fundadores leían con atención, había observado que “la gente no desea ser mandada ni oprimida,” mientras “los poderosos desean mandar y oprimir.” Sólo un apetito por el comando y la opresión podían llevar a alguien a adoptar una ética de guerras continuas.

En el tercero de los ‘Papeles Federalistas’, escritos para persuadir a los antiguos colonos de que ratificaran la Constitución, John Jay argumentó que, a falta de una unión constitucional, la multiplicación de Estados tendría el mismo efecto negativo que una proliferación de países hostiles. Una causa de las guerras en Europa en el Siglo XVIII, como lo vieron los fundadores, ha sido la mera cantidad de Estados, cada cual con sus propios apetitos egoístas separados; de modo que también en EE.UU., los Estados, a medida que aumentaban su cantidad, provocarían celos externos y aumentarían las divisiones entre ellos mismos. “La Unión,” escribió Jay, “tiende sobre todo a preservar a la gente en un estado de paz con otras naciones.”

Una unión democrática y constitucional, continuó en Federalista 4, actuaría con más sabiduría que los monarcas absolutos a sabiendas de que “existen causas de la guerra pretendidas así como justas.” Entre las causas pretendidas, favorecidas por los monarcas de Europa, Jay enumeró:

“una sed de gloria militar, venganza por afrentas personales; ambición o pactos privados para engrandecer o apoyar a familias o partidarios en particular. Estos y una variedad de motivos, que sólo afectan la mente del Soberano, a menudo lo llevan a involucrarse en guerras que no están consagradas por la justicia, o la voz o los intereses de su pueblo.”

Cuando, pensaba Jay, las gentes sean liberadas de su dependencia servil, para que no sigan mirando a un soberano fuera de sí mismos y de contarse como “su pueblo,” los motivos para la guerra serían proporcionalmente debilitados.

No era un tema pasajero para los escritores federalistas. Alexander Hamilton lo encaró de nuevo en Federalista 6, cuando habló de “las causas de hostilidad entre naciones,” y colocó por sobre todas las demás causas “el amor de poder o el deseo de preeminencia y dominación”: el deseo, en breve, de sustentar una reputación como la primera de las potencias y del control de un imperio. Continuando, en Federalista 7, con el mismo tema del seguro contra “las guerras que han desolado la tierra,” Hamilton propuso que el gobierno federal podría servir como un árbitro imparcial en el territorio occidental, que de otra manera podría convertirse en “un amplio teatro para pretensiones hostiles.”

Consideremos la prominencia de esos puntos de vista. Cuatro de los siete Papeles Federalistas presentan, como una razón primordial para la fundación de EE.UU., la creencia de que, al hacerlo, EE.UU. evitará con más facilidad la infección de las múltiples guerras que han desolado Europa. Fue el consenso implícito de los fundadores. No sólo Jay y Hamilton, sino también George Washington y su Farewell Address, y James Madison, Benjamin Franklin y John Adams así como John Quincy Adams. Formaba hasta tal punto parte del idealismo que se apoderó del país en los años ochenta del Siglo XVIII que Thomas Paine pudo aludir a ese sentimiento en una frase de pasada de “Los derechos del hombre.” Paine afirmó lo que Jay y Hamilton daban por sentado en los Papeles Federalistas: “Europa está demasiado repleta de reinos para mantener la paz por mucho tiempo.”

¿Nos hemos acostumbrado demasiado al empleo de nuestro ejército, armada y fuerza aérea como para mantener la paz por mucho tiempo, o incluso considerar la paz? Hablar de una guerra perpetua contra “amenazas” más allá del horizonte, como lo hizo el Pentágono de Bush, y lo hace ahora en Pentágono de Obama, es evadir la pregunta de si alguna de las guerras es, para ser exactos, una guerra de autodefensa.

Detrás de toda esa evasión está la idea de que EE.UU. es una nación destinada a guerras seriales. La idea misma sugiere que ahora necesitamos un enemigo permanente que exceda la evidencia citable de peligro en cualquier momento dado. En “The Sorrows of Empire,” Chalmers Johnson presentó un informe convincente sobre la justificación económica del Estado nacional de seguridad estadounidense, su base industrial y militar, y sus defensas manufactureras.

Cada movimiento hacia la reforma no es sólo dificultado por la vasta extensión y poder de nuestro ejército permanente. Tampoco basta enteramente que se encuentre la causa en nuestra busca de armas sofisticadas y tecnología letal, o en las bases militares con las cuales EE.UU. ha cercado el globo, o en los intereses financieros, los Halliburton y Raytheon, los Dyncorp y Blackwater que se combinan contra la paz con demandas que van más allá de las de la Compañía Británica de las Indias Orientales en el apogeo de su influencia. Es un rompecabezas más profundo en la relación de los propios militares con el resto de la sociedad estadounidense. Porque las fuerzas armadas de EE.UU. incluyen ahora una clase de oficiales con el carácter y los privilegios de una aristocracia nativa, y una tropa para la cual se han realizado las mejores posibilidades del socialismo.

Barack Obama ha comparado los objetivos que se propone lograr en política exterior con la tarea de hacer girar un barco muy grande en el mar. La verdad es que, en manos de Obama, la “proyección de fuerza” ya ha girado, pero en más de una dirección. Ha fijado límites retóricos internos a nuestras provocaciones a la guerra al rehusarse a hablar, como lo hizo su predecesor, de la difusión de la democracia por la fuerza o de la factibilidad del cambio de régimen como un remedio para los motivos de queja contra países hostiles. Y sin embargo puede ser seguro que ninguna de las guerras que prepara la nueva subsecretaria de defensa para política sea una guerra de pura autodefensa – la única clase de guerra que los fundadores de EE.UU. hubieran considerado. Ninguno de los planes actuales, a juzgar por el artículo de Bumiller, apunta a proteger a EE.UU. contra una potencia que pudiera aplastarnos en el interior. Para encontrar una potencia semejante, tendríamos que ir a buscar muy lejos más allá del horizonte.

Las futuras guerras de elección para el Departamento de Defensa parecen ser guerras de fuertes bombardeos y ocupaciones entre ligeras y medianas. Las armas serán drones en los cielos y los soldados serán, en la medida de lo posible, miembros de las fuerzas especiales encargados de ejecutar “operaciones ocultas” de aldea en aldea y de tribu en tribu. Parece poco probable que tales guerras – que requerirán el libre paso por sobre Estados soberanos por el ejército, los marines, y la Fuerza Aérea, y la represión de la resistencia nativa a la ocupación, puedan ser realizadas sin basarse de facto en cambios de régimen. Sólo se puede confiar en un gobierno títere para que actúe contra su propio pueblo en apoyo a una potencia extranjera.

Esas son las guerras planificadas y libradas actualmente en nombre de la seguridad de EE.UU. Representan una política que se opone totalmente al idealismo de libertad que persistió desde la fundación de EE.UU. hasta bien avanzado el Siglo XX. Es fácil descartar el contraste que hicieron Washington, Paine y otros, entre la moral de una república y los apetitos de un imperio. Sin embargo, el punto de ese contraste es simple, literal y de ninguna manera elusivo. Capturó una verdad permanente sobre la ciudadanía en una democracia. No se puede, decía, seguir siendo un pueblo libre mientras se aceptan los frutos de la conquista y la dominación. Los beneficiarios pasivos de los amos son también esclavos.

…………

David Bromwich, editor de una selección de discursos de Edmund Burke “On Empire, Liberty, and Reform,”ha escrito sobre la Constitución y las guerras de EE.UU. para The New York Review of Books y The Huffington Post.

Copyright 2009 David Bromwich

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Divorcio y viudez perjudican de forma crónica la salud

EUROPA PRESS

El divorcio y la viudez tienen un impacto perjudicial y crónico sobre la salud, incluso después de que la persona vuelva a casarse.

Asi lo refleja un estudio de las universidades de Chicago y Johns Hopkins en Estados Unidos que se publica en la revista 'Journal of Health and Social Behaviour'.

Según explica Linda Waite, de la Universidad de Chicago y coautora del estudio, "entre los casados, aquellos que se han divorciado alguna vez muestran una peor salud en todos los sentidos. Tanto los divorciados como los viudos que no se han vuelto a casar muestran peor salud".

La investigadora explica que la experiencia de cada persona de ganancia y pérdida en el matrimonio afecta al nivel de salud con el que comienza la vida adulta. "Por ejemplo, la transición al matrimonio tiende a suponer un beneficio inmediato para la salud, en este sentido mejora las conductas saludables en hombres y bienestar económico para las mujeres".

Estas ventajas aumentan durante el matrimonio. El divorcio o la viudez socavan la salud porque disminuyen los ingresos y aumenta el estrés sobre aspectos como el cuidado de los hijos.

Los resultados del estudio mostraron que los divorciados o viudos tienen un 20 por ciento más de enfermedades crónicas como enfermedad cardiaca, diabetes o cáncer en comparación con las personas casadas. También tienen un 23 por ciento más de limitaciones de movilidad como problemas para subir escaleras o caminar una manzana.

Además, aquellas personas que nunca se han casado tienen un 12 por ciento más de limitaciones de movilidad y un 13 por ciento más de síntomas depresivos aunque no muestran diferencias en el número de enfermedades crónicas que padecen.

Por otro lado, las personas que se vuelven a casar tienen un 12 por ciento más de trastornos crónicos y un 19 por ciento más de limitaciones de movilidad pero no más síntomas depresivos que los que están casados.

Según señala Waite, los impactos del matrimonio, divorcio y nuevo matrimonio sobre la salud están basados en la forma en la que se desarrollan y curan las diversas enfermedades.

"Algunas situaciones de la salud, como la depresión, parecen responder tanto rápida como de manera contundente a las situaciones presentes. En contraste, los trastornos como la diabetes y la enfermedad cardiaca se desarrollan de forma lenta durante un periodo de tiempo amplio y muestran el impacto de las experiencias pasadas, lo que explica por qué la salud se ve socavada por el divorcio o la viudez incluso después de que la persona vuelva a casarse", concluye Wait.

Faltan “armas” contra influenza

México tiene una preocupante serie de debilidades para hacer frente a un inminente rebrote de A H1N1

CIUDAD DE MÉXICO.- Hace algunas semanas, el Gobierno de Yucatán realizó un examen aleatorio que arrojó resultados poco prometedores: la mayoría de los médicos familiares de la Entidad no tienen la capacidad necesaria para diferenciar, detectar y tratar a tiempo el virus de la influenza A H1N1. El problema se vuelve aún más preocupante. La Secretaría de Salud sospecha que el caso yucateco se repite en muchos de los estados del país.

La falta de capacidad de los médicos familiares, es sólo una de las debilidades que México presenta ante un inminente tercer rebrote de la influenza. La mayoría de los estados no cuentan con los equipos e insumos necesarios para enfrentar la tercera oleada que está por llegar, del virus A H1N1.

Para proteger a la población, el Gobierno federal logró que la industria farmacéutica internacional le prometiera para diciembre un lote de sólo cinco millones de dosis de la vacuna que se está creando contra el virus. Pero dicha cifra sólo alcanzará para proteger a uno de cada 20 mexicanos.

Autoridades de la Secretaría de Salud han informado que la intención es privilegiar la aplicación de la vacuna a las personas con diabetes, VIH-Sida y cáncer, así como personal de salud y niños asmáticos. Sin embargo, tan sólo los enfermos de diabetes en el país suman más cinco millones.

Un estudio de la asociación Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social (Incide Social), señala que existe una alta inequidad en la disponibilidad de recursos físicos y materiales a nivel estatal. Y cita un ejemplo: en Aguascalientes, por cada mil habitantes hay 10 médicos, tres consultorios, cuatro camas y 15 enfermeras. Mientras que esta relación es 10 veces menor en Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Baja California, Quintana Roo, Zacatecas, Veracruz y San Luis Potosí. A nivel nacional, agrega el estudio, por cada dos mil habitantes hay tres médicos, cuatro enfermeras y 1.5 camas de hospital.

Para atender a los pacientes que lleguen a la fase grave de la enfermedad, el Sistema Nacional de Salud sólo contará con ocho mil 200 ventiladores. De acuerdo con especialistas del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), de cada tres personas que llegan graves a un hospital por el virus, una deberá ser entubada y contar con el apoyo de un ventilador para poder respirar y sobrevivir.

Inventarios y cursos

José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Salud del Gobierno federal, dice que habrá cursos de capacitación para médicos en todo el país, porque se estima que la situación que se vive en Yucatán es la misma del resto de los estados, y que también se realizará un inventario para conocer el número de equipos con los que los gobiernos locales harán frente a la nueva oleada del virus.

Los inventarios de levantarán, dice el funcionario, porque se ha detectado que hay entidades que tienen ventiladores, pero los ocultan para que la Federación les otorgue más; o que hay estados que los tienen descompuestos, pero que no quieren gastar en repararlos.

Fuente: Informador

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Enemigos Íntimos

"Enemigos Íntimos" reflexiona sobre la vida

OEM-Informex

Una reflexión sobre la vida a partir de la muerte es el contenido de la cinta Enemigos Íntimos, como lo indicaron el realizador mexicano Fernando Sariñana y la guionista Carolina Rivera junto con el elenco del estremecedor filme que llegará a nuestras salas de exhibición el próximo 7 de agosto.

"La idea de la película viene de una etapa en la vida en que me relacioné con muchas personas enfermas, específicamente cáncer, y conocí todo el proceso terminal de alguien muy cercano.

"La reflexión era saber si la afección era sólo física o si tiene otro origen, enfrentando una realidad por muy dura que sea. Además, se muestra que todos tenemos enemigos íntimos como pueden ser la mediocridad o los celos que, de alguna manera, nos enferman", señaló la responsable de la historia que será estrenada en nuestro país luego de un rezago de dos años, tras proyectarse en festivales y enfrentarse a postergaciones debido a la influenza humana que afectó a nuestro país justamente a fines de abril y principios de mayo.

Por su parte, Fernando Sariñana, quien actualmente funge como director del Canal 11 del Instituto Politécnico Nacional, advirtió que para las películas mexicanas de este tipo el espacio cada vez se ha vuelto más difícil.

"Estamos en medio de un problema que juntos debemos ir resolviendo o, de lo contrario, desapareceremos", afirmó Sariñana, quien también dijo que aunque está tratando de lograr más presencia de cine mexicano en el Canal 11, el problema no es nada más que él decida programas, al depender también de los recursos existentes para negociar con las distribuidoras.

Al referirse al contenido de la película, la actriz Dolores Heredia mencionó que su personaje es Blanca, una enfermera que debe seguir el curso de su vida tras la trágica muerte de su novio, provocándole un shock emocional que le provoca la pérdida del habla.

Verónica Merchant, Ximena Sariñana y los hermanos Sharon y Lenny Zundel coincidieron en señalar que Enemigos Íntimos muestra todo el deterioro al que deben enfrentarse los personajes, que no se centra únicamente en una enfermedad terminal, sino también aborda diversas problemáticas como no saber disfrutar al máximo cada momento de la existencia.

Simula PRD sanción a desleales; los echa por una puerta y los recibe por otra

Yvonn Márquez

El dirigente nacional del PRD, Jesús Ortega, pedirá este lunes a la Comisión Nacional de Afiliación de su partido que a todos los militantes de ese instituto que contendieron para un cargo de elección popular por otro emblema sean dados de baja.

El pasado fin de semana concluyó el proceso de identificar a todos los integrantes del sol azteca que ‘abandonaron’ sus filas por una candidatura en otro partido.

En este sentido, los perredistas permitirán la reintegración de aquellos que se encuentran en dicha situación, si es que así lo piden. En el caso de Tlaxcala, Xavier Santacruz tendrá la posibilidad de volver al PRD si es que así lo expresa, tal y como lo determinó la Comisión Política Nacional hace ya una semana.

En este sentido, el presidente de la Comisión de Filiación del PRD, Gelasio Montiel, dijo que el informe de la situación de perredistas lo recibirá al medio día de este lunes y que la baja no tendrá trámites complicados más allá de comprobar su clave de elector y la coincidencia del nombre en este documento para borrar el registro del padrón de militantes.

Los perredistas que ya estén fuera del partido podrán pedir su retorno con sólo pedir una solicitud, mientras que los que fueron candidatos por otros partidos deberán terminar el trámite y pedir su reingreso.

43%: “Nava es una imposición del presidente Calderón”

Mal mes resultó julio para Felipe Calderón. Primero, su partido obtiene desastrosos resultados tanto en la elección de diputados federales, como en las locales que se llevaron a cabo simultáneamente; después, su secretario de Desarrollo Social le informa que el número de personas que viven en pobreza extrema no sólo no ha disminuido, sino que ahora son 5 millones más que al inicio de su mandato; a su secretario de Hacienda le fallan las cuentas y ahora tiene que hacer un recorte presupuestal sobre los ya muy pocos recursos fiscales libres que le quedaban al Presidente para poder reactivar la economía y, como colofón, se le atora otra vez el asunto de la refinería de Tula.

En medio de todo esto y ante la renuncia de Germán Martínez a la presidencia nacional del PAN, se abre la convocatoria para elegir nuevo presidente y sólo se registra César Nava, el que fuera secretario particular de Calderón hasta que decidió mandarlo a la contienda por un distrito federal. Por supuesto el grupo opositor a Calderón dentro del panismo aprovecha el río revuelto y se le planta en frente señalando a Nava como una imposición desde Los Pinos, y al proceso para elegir al nuevo dirigente panista como una elección amañada en la que más de la mitad de los consejeros ya están cooptados a favor del enviado.

Verdad o no, dadas las características personales de Nava y su trayectoria política, así como el evidente debilitamiento de la figura presidencial por el tan complicado escenario estival, el hecho es que los señalamientos del grupo opositor son creíbles para la opinión pública, y por supuesto para un importante número de panistas de base.

Según lo que medimos en esta encuesta, la opinión pública no termina de concretar a qué se debe la derrota electoral del PAN, divididos entre cuestiones que tienen que ver con la economía y la seguridad pública por un lado, y por el otro, con una mala selección de candidatos y una estrategia electoral fallida.

En lo que sí parecen coincidir los públicos es que, ante tan difícil situación, la pretensión de que Nava sea el presidente nacional del PAN es, por decir lo menos, temeraria.

Milenio

CIDH condena asesinato de Mandiel y exige a Micheletti resguardar la vida de hondureños

TeleSur

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) instó este lunes al gobierno de facto hondureño, liderado por Roberto Micheletti, que vele por la vida de los ciudadanos de ese país, tras el asesinato de Pedro Mandiel, durante la represión policial del pasado viernes contra miles de manifestantes que se dirigían a la frontera con Nicaragua para recibir al presidente constitucional, Manuel Zelaya.

El organismo condenó la muerte del joven hondureño y exigió "que se investigue este asesinato y se sancione a los responsables".

Se indica que Mandiel habría sido arrestado el viernes 24 de julio cuando se dirigía a la localidad de El Paraíso para participar en las manifestaciones de apoyo al regreso del derrocado Zelaya.

El cuerpo de Mandiel, fue encontrado un día más tarde en un terreno baldío cerca de la localidad fronteriza con señales de tortura, que aseguraron que presentaba heridas en el rostro y otras lesiones en varias partes de su cuerpo.

Ante esto, la CIDH hizo un llamado al régimen de facto a "adoptar todas las medidas para garantizar el derecho a la vida, la integridad y la seguridad de todos los habitantes de Honduras".

El organismo destacó que las extensiones que se la hecho al toque de queda o estado de excepción en esta nación siguen violando el derecho a la libertad personal que tienen todos los hondureños.

"La reiterada utilización de diversos estados de emergencia en Honduras (...) han suspendido derechos fundamentales tales como la libertad personal", dice un comunicado.

Estas acciones han permitido "la detención e incomunicación por más de 24 horas, la libertad de asociación y de reunión, y el derecho a circular libremente".

El organismo recuerda que la suspensión de estos derechos "procede solo en situaciones excepcionales fijadas taxativamente por la Convención Americana sobre Derechos Humanos" y subraya que en ningún caso puede implicar una limitación de las garantías judiciales indispensables para la protección de la vida y la integridad personal.

La presidenta de este organismo, Luz Patricia Mejía, en entrevista exclusiva ofrecida a teleSUR, dijo que se han recibido "infinidades de denuncias" de restriciones a la libertad personal, no solo de los ciudadanos hondureños sino de los periodistas que ejercen su trabajo.

También informó que se le ha preguntado a las fuerzas de seguridad sobre algún documento oficial que anuncie las extensiones de toque de queda impuestas por varios días en zonas del país, y sus oficiales lo desconocen.

Asimismo, anunció que ya se remitió una comunicación a la Corte Suprema en el país gobernado por el régimen de facto, para una próxima visita que realizaría la CIDH y evaluar la situación en la nación.

"Estamos preparando la agenda para discutirla con las autoridades de Roberto Micheletti, y poder realizar un informe", explicó Mejía.

Varias ONG han denunciado violaciones a los derechos humanos bajo el gobierno de facto de Roberto Micheletti.

TeleSUR - Afp-Efe/PR

Goriletti

La dictadura hondureña inventó la visita de un "senador" estadounidense

Chevige González Marcó

Los medios de comunicación de la dictadura inventaron la visita de un tal Tom Dime, a quien adjudicaron el cargo de Senador, también promovieron de puesto a Bill Bilbray a quién pasaron de representante (diputado) a senador.

Para la prensa oligarca latinoamericana la mentira parece no tener límites. En el caso de los medios hondureños sus mentiras son tanto infames como carentes de conexión con cualquier realidad, incluso con la ficción de democracia que ellos mismos han inventado.

Este fin de semana mintieron deliberadamente al afirmar que "senadores estadounidenses llegan a Honduras para reunión con funcionarios de gobierno". Los presuntos senadores responden a los nombres de Tom Dime y Brian Bilbray, sin embargo ninguno de los aparecen registrados en la página web oficial del senado estadounidense como miembros de ese cuerpo legislativo.

Para tratar de otorgarles algún beneficio de duda a la información divulgada por el diario golpista El Heraldo, investigamos también en la página de la Cámara de Representantes, allí logramos ubicar a Bilbray, pero jamás ubicamos a nadie con nombre ni siquiera parecido a Tom Dime, es decir, los medios hondureños se inventaron a un senador de Estados Unidos.

No dudamos que esos personajes, estén de acuerdo con la dictadura de Micheletti, lo cierto es que ninguno es senador tal como afirman los medios de la ficción nefasta en Honduras. Según la prensa hondureña tanto Bibray como Dime habrían sido recibidos por Micheletti en la casa de gobierno, ¿sería que en medio de la ilegalidad que lo rodea Micheletti decidió también dar un golpe de estado en el senado estadounidense y designó como miembro de ese organismo a Tom Dime?

Al parecer Charlie Christ, gobernador de Florida también estaría involucrado en el combo de visitas gestionadas por Micheletti y el congresista ultrareaccionario estadounidense Connie Mack, para intentar darle algún tipo de legitimidad al régimen usurpador.

Los medios golpistas hondureños no pudieron organizar bien la farsa y el tal Tom Dime pareció quedar como un fantasma, ya que en el diario La Prensa anuncian en la misma nota informativa que este arribó a Tegucigalpa pero no fue visto en ninguna reunión con el dictador Micheletti: "También se manejó que Tom Dime, del mismo partido, asistiría, pero éste no fue visto en la reunión con Micheletti".

Si quieren aprobar algún examen sobre el ejercicio de la mentira y las realidades ficticias los medios de comunicación aliados del régimen dictatorial de Micheletti sin duda aprobarán con honores.

Crear empleos, no guerra

El periódico en inglés “The News” de la Cd. de México reporta:

El pueblo de Lázaro Cárdenas solía ser una comunidad semi-dormida antes de que se convirtiera en el puerto internacional de alto calado que es hoy. Embarcaciones provenientes de la Cuenca del Pacifico y de Sud América descargan miles de contenedores cada día y, las autoridades portuarias se enorgullecen de que los contenedores entran y salen de las bodegas de aduanas en menos de 36 horas.

Sin embargo, en los últimos años, esta celeridad y volumen de tráfico no pasó desapercibida a los narcotraficantes que han convertido a este Puerto en un paraíso para su negocio.

Desafortunadamente, el crecimiento del Puerto, la constitución de siderúrgica y otras industrias no han sido suficientes para crear los empleos que se requieren para dar trabajo a las generaciones de jóvenes que lo necesitan.

Es de conocimiento general en la región, que los narcotraficantes están ofreciendo a hombres y mujeres salarios que empiezan desde los $10,000 pesos mensuales. Además, se les ofrecen beneficios tales como un seguro de vida por $100,000 pesos, transporte, etc. No debe sorprendernos que los jóvenes corran para incorporarse a las filas de los narcotraficantes.

Por otro lado, el gobierno federal le declaró la guerra a los carteles de narcotraficantes que controlan la región. Caravanas de policías federales patrullan incesantemente las calles de la ciudad, inquietando a la población civil.

Como nos dice Samuel, un trabajador de la siderúrgica: “ no se combate a los narcotraficantes con violencia, cuando lo que se necesita son trabajos.”

Y lo que se percibe en Cd. Lázaro Cárdenas es que mientras el gobierno federal no ofrezca las condiciones necesarias para que las empresas creen empleos, su guerra contra los narcotraficantes será inútil.

Un factor del cual nadie ha escrito (incluyéndome, ya que no conozco el tema lo suficiente) es el resultado que el tremendo incremento del comercio entre Estados-Unidos y China ha tenido sobre “la Familia Michoacana” y otros carteles criminales. El tráfico en México de “meth” (como quedo demostrado cuando Ye Gon fue arrestado) depende de la importación de pseudoephinidrine de China (y en menos grado de Mongolia). El insaciable apetito de los norteamericanos por los productos fabricados en China ha rebasado los puertos del Pacífico de Estados-Unidos, por eso fue que se expandió la capacidad del Puerto de Lázaro Cárdenas, no para manejar carga para México sino para Estados-Unidos.

Una forma de cortar el tráfico de “meth” sería volver al espíritu de NAFTA y comprar textiles, acero, automóviles y productos agrícolas mexicanos, en lugar de importarlos de China. Particularmente de trabajadores sindicalizados que puedan comprar seguro de vida (se propiciaría también un incremento el mercado de seguros en México, en el cual podrían participar las sociedad de seguros norteamericanas.)

Seguramente esta idea no sea del agrado de los estibadores en Lázaro Cárdenas, y seguramente también traerla consecuencias no previstas, pero alguien tiene una idea mejor?

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Zelaya: "¡No hay negociaciones con los golpistas, no hay!"

TeleSur

El presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, ofreció una rueda de prensa la noche de este domingo desde el Ocotal, cerca de la frontera de Nicaragua y su nación, en la que expresó que no habrá ningún tipo de negociación con los golpistas que lo derrocaron el pasado 28 de junio.

"¡No hay negociaciones con los golpistas, no hay!", exclamó el mandatario al tiempo que exhortó a la población que lo ha acompañado y exige su retorno a la presidencia, a resistir en la lucha.

Zelaya declaró que organizará en la localidad nicaragüense un frente cívico de resistencia contra el golpe, y reafirmó que no seguirá negociando con el líder del gobierno de facto y promotor del golpe de Estado, Roberto Micheletti.

A 220 kilómetros de Managua, donde se concentran seguidores que cruzaron la frontera desde Honduras a pesar del toque de queda indefinido y las represiones por parte de las autoridades de ese país, se negó a viajar a Washington ni a una cumbre mesoamericana en San José.

"No puedo dejar aquí a la gente que está viniendo de Honduras", explicó el mandatario, que recibió una invitación del gobierno de Estados Unidos (EE.UU.) para que viajara al país y se conversara sobre su retorno. "No me estoy moviendo ahora de Ocotal", afrimó.

"Lo que espero de los Estados Unidos es que sean fuertes y reacios, y además que aclaren su posición frente al Gobierno golpista, porque en las últimas declaraciones he visto que ha desaparecido el término 'golpe de Estado', cuando al principio lo usaron", dijo Zelaya en declaraciones a la prensa en Ocotal.

El término "golpe de Estado", afirmó Zelaya, "lo usó directamente el propio presidente Barack Obama", de quien dijo: "siento que la posición su es firme".

Mientras, el presidente consideró que la posición de la secretaria de Estado del país norteamericano, Hillary Clinton, "al principio fue firme; ahora siento que ya no está realmente denunciando ni está actuando contra la represión que está sufriendo Honduras".

En este sentido, consideró que Clinton "debe denunciar la represión, la violación de los derechos humanos, de la libertad de prensa, todas las persecuciones, los allanamientos sin orden judicial y al mismo tiempo las capturas, las personas que están siendo reprimidas a nivel nacional".

Además, la secretaria de Estado "debe darse cuenta que con aprobación de muchos círculos muy negros en el poder de las derechas norteamericanas, que ya sacaron la cara, incluyéndose senadores, está este golpe manteniéndose allí".

Grupos de entre 20 a 50 personas ingresan a la localidad fronteriza de Las Manos a través de montañas, para evadir los obstáculos y retenes militares sobre la carretera y se han instalado en Ocotal, en el vigésimo noveno día de protestas consecutivas.

En vista de las multitudinarias marchas que se dirigían al encuentro con el presidente legítimo del país centroamericano, el promotor del golpe de Estado, Roberto Micheletti, amplió este lunes el toque de queda en la zona fronteriza con Nicaragua.

México en Nueva York 2

Planean autoatentado a Micheletti para justificar nueva represión

Granma

Un nuevo plan del gobierno golpista de Honduras “tiene planeado un autoatentado contra Roberto Micheletti con el propósito de justificar el golpe de Estado y ejecutar medidas más arbitrarias hacia los manifestantes”.

Tal afirmación la anuncia la radio liberada hondureña radioesdelomenos.org en un comunicado donde se describe cómo “fuentes de entero crédito que por razones de seguridad no son reveladas” aseguran que tal conspiración se pondrá en marcha en los próximos días “para incrementar la represión al movimiento popular”.

“Parte de la estrategia de la ultraderecha de este país consiste en el entrenamiento de 120 sicarios, a quienes se les adiestra todos los días a partir de las 3.00 de la madrugada en la casa del coronel retirado Amílcar Zelaya, situada en la aldea de Amarateca, a unos 25 minutos de Tegucigalpa”, precisa la radio clandestina hondureña.

La residencia del ex militar fue “conocida en la década de los 80’ por ser un centro de tortura”, añade.

Según radioeslodemenos.org, empresas privadas garantizaron el presupuesto para la realización del complot.

“Los sicarios negociaron un convenio salarial de 14 mil lempiras mensuales (744 dólares)”.

Entre los principales objetivos de la derecha fascista liderada por Micheletti está “el asesinato de la dirigencia sindical de secundaria, Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y otras organizaciones que apoyan el reintegro del presidente de la República, Manuel Zelaya”.

Por otra parte se confirma que el cabecilla fascista Roberto Micheletti y sus cómplices están ahora confiando en el “ministro-consejero” Billy Joya, creador con sus asesores norteamericanos de “Los Cobras”, comandos de élite entrenados para matar, y veterano miembro del siniestro batallón 316 creado por la CIA, para salvar a su régimen.

Joya persiguió, torturó y desapareció a cientos de hondureños en la guerra sucia de los años 80’.

Nombrado ministro del gobierno ilegítimo por Micheletti, Billy Fernando Joya Améndola está reconstituyendo su maquinaria de terror para acabar con la rebelión popular.

Represión militar eleva tensión en crisis de Honduras

Prensa Latina

La represión de las fuerzas armadas contra los opositores al golpe militar de junio pasado está llevando a niveles cada vez más explosivos la crisis en Honduras, desatada por la asonada.//Alertan sobre emergencia humanitaria en departamento de Honduras// Comunistas españoles condenan golpe de Estado en Honduras// Reclaman en Argentina pronunciarse contra golpe en Honduras//
En medio del clima de creciente tensión política, las fuerzas populares acordaron este domingo incrementar sus acciones en defensa del restablecimiento del Estado de derecho y del presidente constitucional, Manuel Zelaya.

Media hora después de concluido la reunión, una bomba estalló en el edificio del Sindicato de Trabajadores de Bebidas y Similares (STIBYS), donde habían participado en un acto centenares de personas enardecidas.

El Frente Nacional contra el golpe de Estado denunció también que en una emergencia humanitaria se encuentran miles de personas atrapadas entre retenes militares que impiden la llegada de ayuda.

Las tropas y la policía han cerrado incluso el paso a caravanas con ayuda a esas personas, equipos de la Cruz Roja nacional y a un equipo de 15 profesionales del Colegio Médico Nacional que buscar asistir a los enfermos.

Xiomara Castro, primera dama del gobierno de Zelaya, exigió al jefe de las fuerzas armadas, general Romeo Vázquez, que permita el paso de la ayuda y lo responsabilizó de darse un baño de sangre en la nación.

Castro, quien junto a su familia se encuentra cerca de uno de esos retenes, acusó al jerarca militar de pretender matar por hambre a los simpatizantes de Zelaya que pretenden llegar a la frontera con Nicaragua para reunirse con el estadista.

Israel Salinas, secretario general de la Federación Unitaria de Trabajadores, alertó también de la grave situación en el oriental departamento de El Paraíso, sometido -denunció- a un estado de sitio permanente.

Por el corredor carretero por esa demarcación que une la capital con el puesto limítrofe con Nicaragua de Las Manos, a 197 kilómetros al este, miles de personas tratan de encontrarse con el presidente Zelaya.

Horas después del atentado con explosivos, una persona no identificada realizó una breve llamada a la emisora jesuita Radio Progreso para anunciar que antiguos grupos guerrilleros del país sólo esperan órdenes para actuar.

El escueto mensaje, hecho desde la ciudad de Catacamas, del departamento de Olancho, mencionó al Frente Morazaní de Liberación Nacional y el Movimiento Popular de Liberación Cinchoneros, que actuaron en el país en los años 80 del siglo pasado.

Hace dos noches, una persona que se identificó como oficial de las fuerzas armadas llamó a la emisora Radio Progreso para informar sobre la disconformidad de muchos mandos con las órdenes de reprimir al pueblo.

En tanto, Israel Salinas, secretario general de la Federación Unitaria de Trabajadores (FUTH), subrayó que la lucha continuará hasta la derrota del gobierno de facto.

Añadió que la dirección colegiada del Frente también ratificó las demandas de restitución incondicional del presidente, Manuel Zelaya, y la convocatoria a una asamblea nacional constituyente que refunda a la nación.

Salinas informó que se mantendrán las tomas de carreteras, instituciones públicas y las manifestaciones en todo el país, a lo cual se sumará un paro cívico nacional el jueves y viernes próximos, acordado por las tres centrales sindicales del país.

La decisión es categórica: no vamos a retroceder ni una pulgada, ni un milímetro, subrayó Salinas.

Paradojas y dilemas panistas

Miguel Ángel Granados Chapa / Plaza Pública

Si se impone el rigorismo formal y se impone también el autoritarismo presidencial, César Nava será elegido jefe del PAN cuando se reúna el Consejo Nacional el 8 de agosto próximo, pues el viernes pasado quedó cerrado el registro de candidato a esa posición, y sólo se inscribió el ex secretario particular de Felipe Calderón. Se ha consumado así el designio de Los Pinos de que sea candidato único. Pero no lo será de unidad.

Si, en cambio, se atiende la circunstancia política generada por seis preaspirantes a dirigir el PAN, Nava podría abandonar una vez más su objetivo de presidir su partido y al quedar sin participantes el proceso electoral, el Consejo Nacional podría asumir decisiones coyunturales, como la de elegir a un candidato que no se hubiera registrado, como es el caso de Ernesto Ruffo Appel, que emergió como la figura capaz de conciliar las posiciones extremas surgidas a raíz de la derrota panista del 5 de julio y la renuncia de Germán Martínez a la presidencia del partido.

A pesar de ser el primer candidato panista que derrotó a su adversario priista -adversaria en su caso, Margarita Ortega- y rompió el monopolio del entonces partido hegemónico sobre las gubernaturas estatales, Ruffo no fue admitido en el primer círculo panista. Apenas unos meses después de concluir su gobierno pionero en Baja California, en marzo de 1996 se presentó como aspirante a dirigir el PAN. Pero lo hizo contra Felipe Calderón, que como secretario general en el trienio de Carlos Castillo Peraza era como su continuador natural, de allí que hiciera Ruffo padecer su primera derrota política en su breve militancia: en 1986 había ganado la alcaldía de Ensenada y tres años después el gobierno del estado, cuando esos triunfos eran insólitos.

Ante esa circunstancia Ruffo se marginó de la vida panista y sólo reapareció en 2000, cuando Vicente Fox lo nombró comisionado de la frontera norte, un cargo que apenas sería configurado legalmente y no tenía una ubicación de primer nivel. Fue una decisión incomprensible de Fox: habiendo muy pocos panistas con experiencia gubernativa, la situación demandaba echar mano del mayor número en esa condición. El ex gobernador de Chihuahua, Francisco Barrio, fue llamado al gabinete, pero no así el de Baja California, que terminó renunciando al percibir la falta de interés real de Fox en las funciones que vagamente le fijó. Y Ruffo inició una nueva etapa de apartamiento que quizá podría concluir ahora si, con 13 años de demora, logra encabezar a su partido. De serlo, ocurriría una suerte de revancha respecto de quien lo derrotó entonces, porque llegaría al cargo contra la voluntad de Calderón o por lo menos contando sólo con su resignación.

Puesto que Calderón mismo había ganado la candidatura presidencial contra la voluntad de Fox y el líder nacional panista Manuel Espino, apenas llegó a Los Pinos enfrentó una de las necesidades a la que imprimió rango de prioritaria, que era recobrar el control del partido. Comenzó a conseguirlo en la Asamblea Nacional de hace dos años, cuando en León se eligió al Consejo Nacional que a su vez, disminuido el poder de Espino en ese órgano, elegiría a Germán Martínez como jefe del partido. El secretario particular de Calderón, César Nava, había expresado su gana de llegar a ese cargo, pero expresamente esperó la decisión de su jefe, que se inclinó por su secretario de la Función Pública y postergó a Nava, a quien a la postre alejaría de Los Pinos. Nava logró ser candidato a diputado y ganó su elección hace tres semanas, con lo cual quedaba en posición formal de asumir lo que parecía su nuevo destino, la coordinación de los legisladores panistas en San Lázaro. Pero, siempre su suerte en manos de Calderón, mudó de rumbo para suceder a su paisano y amigo Martínez.

Mas la decisión presidencial en tal sentido -pues a nadie se le ocultó que era Calderón quien bendecía a Nava- no recibió apoyo generalizado. Antes al contrario, su postulación suscitó el intento de varias figuras con distintos grados de presencia, que finalmente acordaron no contender pero no permanecer impasibles. Puesto que su propuesta de aplazar la elección de nuevo presidente nacional fue desoída, y convencidos de que el PAN requiere una profunda reflexión, integraron una estrategia conjunta seis panistas que sólo en una coyuntura excepcional como ésta podrían reunirse. Los senadores Santiago Creel, Ricardo García Cervantes y Humberto Aguilar; el diputado saliente Gerardo Priego y el entrante Javier Corral, y el ex líder nacional Manuel Espino impulsan una campaña para impedir la elección de Nava, a través de la abstención de más de un tercio de los consejeros nacionales (pues se requiere una votación calificada, de dos tercios, para elegir al presidente).

Es difícil romper el control de Los Pinos sobre el consejo, porque en el partido del gobierno cientos de consejeros forman parte del aparato gubernamental y lo muestran de una manera u otra -por simple acatamiento mecánico o por convicción-. Pero se ha logrado que un importante sector de panistas descrean del falso dilema de que no estar con Calderón es estar en su contra. Es legítimo que el Ejecutivo aspire a contar con el apoyo de su partido. Pero no lo es suponer que sólo a partir de incondicionales suyos en los cargos de dirección partidaria puede obtenerlo. El asentimiento acrítico y hasta servil puede ser la actitud más distante al apoyo que un gobernante requiere, sobre todo en la hora de la derrota.

Cajón de Sastre

No parece que César Nava sea suficientemente sensible para tomar por sí la iniciativa de retirarse de la contienda. Si lo fuera, no lo haría sin costo. Tan pronto como quedó claro que, ahora sí, el presidente Calderón lo llevaría a la dirección de su partido, se recordó parte del trabajo en común que han desempeñado, y que no se caracteriza por la transparencia. Nava fue director jurídico de Pemex y después Calderón le entregó responsabilidad semejante en la Secretaría de Energía. En el primer caso, Nava instrumentó los contratos de servicios múltiples impugnados desde diversos miradores y aun llevados a los tribunales. En el segundo, el responsable de los asuntos legales pagó millones de pesos por servicios de despachos que hicieron lo que correspondía hacer a la dirección a su cargo. Así lo documenta Proceso en su número de ayer.

La pastelería de chucho y marianita

Duda desde el poder

Recorte de Hacienda pega a universidades

La educación superior es la más lastimada con los recortes en el presupuesto, ya que a las universidades no se les dio presupuesto para mejorar sus programas

La Secretaría de Educación Pública (SEP) es hasta el momento la más afectada por los recortes aplicados al presupuesto 2010, pues sólo recibió un aumento de 10% en la liberación de su presupuesto respecto del año pasado y Hacienda no le soltó ni un centavo a 76 de sus 185 programas.

De acuerdo con información de Excelsior, la educación posobligatoria es la más lastimada, pues a las universidades no se les dio presupuesto para mejorar sus programas, el plan para regular las jubilaciones se redujo a cero asignaciones en los primeros cinco meses del año.

También al bachillerato se le cortaron los subsidios incluso para algunos de los sistemas de becas.

Según el Informe sobre Gasto Programable de los Ramos Administrativos Enero-Mayo 2009, entregado por la Secretaría de Hacienda al Congreso de la Unión, la SEP tiene programado un presupuesto anual por 201 mil 263 millones 300 mil pesos.

De los cuales, entre enero y mayo ejerció 75 mil 582 millones 500 mil pesos, los cuales representan 37.6% de todo el dinero asignado por la Cámara de Diputados para las labores de educación coordinadas desde la SEP.

De los 36 mil 278 millones de pesos asignados para la mayoría de los programas de becas a estudiantes y maestros, así como apoyos para mejorar la infraestructura, seguridad escolar y calidad educativa en los tres niveles de educación, tiene pendientes por ejercer 24 mil 839 millones de pesos.

Dentro de los programas de Becas que no recibieron ni un peso fueron: Asesor de Técnico Pedagogo; de Educación Básica para Niños y Niñas y Familias Jornaleras Agrícolas Migrantes.

Así como del Sistema Nacional de Formación Continua y Superación Profesional de Maestros de la Educación Básica en Servicio; Educativo Rural; Nacional de Lectura; Beca de Apoyo a la Práctica Intensiva y al Servicio Social para Estudiantes de Séptimo y Octavo Semestres de Escuelas Normales Públicas. (El Semanario Agencia, ESA)

El reto

Teodoro Rentería Arróyave

Hay de retos a retos; nos explica el diccionario, hay cuando menos seis acepciones o significados: Provocación o citación al duelo o desafío, acción de amenazar, dicho o hecho con que se amenaza, echar retos, regañina, acusación de alevoso que un noble hacía a otro delante del rey, obligándose a mantenerla en el campo, y objetivo o empeño difícil de llevar a cabo y lo que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta.

Como se puede constatar en las cinco primeras connotaciones se ubica la bravata del secretario de Gobernación al grupo delincuencial “La Familia de Michoacán” y desde luego nada que ver con la última que debería ser el reto que se deberían de imponer toda persona que detenta un cargo público.

Las reacciones no se hicieron esperar y hoy las hemos recopilados para exponerlas como una forma de lección para que todo individuo que llega a esos puestos de tan alta responsabilidad antes se le exija tener una capacidad de verdadero estadista.

Es de iniciarse con el símil que hizo nuestra compañera colaboradora, María Esther Piña Soria, del reto muy machote, muy valedor de Gómez Mont con los personajes de las películas de policías u ladrones del cineasta Juan Orol.

Las críticas de los senadores de todos los partidos a las declaraciones del secretario de gobernación, Fernando Gómez Mont, consistente en el retó a los criminales a enfrentarse a las autoridades, porque los estamos esperando, se sintetizan en el calificativo de funcionario brabucón.

Inaceptable el reto porque sólo genera mayor violencia, afirmó Emilio Álvarez Icaza, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

Incluso el conocido albiazul, Gustavo Madero, coordinador del Partido Acción Nacional en el Senado de la República, reconoció que las declaraciones de Gómez Mont pudieron ser “no muy afortunadas” en este momento.

Manlio Fabio Beltrones, coordinador del Partido Revolucionario Institucional en la Cámara baja, consideró que el Estado no debe dialogar “de ninguna forma” con la delincuencia.

El senador perredista Graco Ramírez calificó de un “acto de bravuconería” lo dicho por el funcionario y criticó que así el gobierno pone en riesgo la vida de los militares y de las fuerzas federales.

Han pasado varios días y no ha pasado nada, ni siquiera un acto de contrición, de arrepentimiento. Es explicable, la mentalidad machista así es; sin embargo se trata no del abogado Fernando Gómez Mont, sino del Secretario de Gobernación, del segundo de abordo del Ejecutivo Federal. Mientras tanto ante el reto, el pueblo sigue en la más absoluta indefensión.

El diablo no duerme

Jorge Gómez Barata

No existe un plan Arias para la solución del conflicto hondureño; lo que existe es un plan de Estados Unidos que el presidente Arias administra por delegación. Ese esquema presenta complejidades derivadas de la actual coyuntura latinoamericana donde se ha creado una correlación de fuerzas a la que el imperio jamás se había enfrentado.

A Estados Unidos, no le interesa regresar a la época de los golpes militares, de los gobiernos de facto y del gorilismo en América Latina; aunque tampoco coincidir, respaldar y mucho menos sumarse a posiciones de la izquierda avanzada.

Un retorno a las dictaduras militares significaría también un regreso a la insurgencia y un viraje de los cambios pacíficos y en democracia, a las revueltas, las explosiones sociales y probablemente a una lucha armada con demasiados componentes políticos. De ahí las ambigüedades norteamericanas ante la situación creada por el golpe de estado en Honduras.

Las ambigüedades mencionadas se asocian también a un momento de transición en el cual la administración Bush no ha cesado por completo y la de Obama no se ha instalado plenamente; entre una y la otra no hay sólo una diferencia de estilo sino de enfoque.

Liberada de los compromisos que el ejercicio del gobierno significaban y sin nada que perder, la ultraderecha neoconservadora estadounidense actúa abierta y provocadoramente, mientras los elementos liberales que acompañan a Obama, tratan de no ser ellos quienes, sin estar preparados, alteren delicados equilibrios, importantes no sólo de cara a los problemas de la política exterior, sino también para la política domestica, que incluye una crisis de grandes proporciones. Entre parecer dubitativo ante los golpistas hondureños o ser tildado de débil ante Chávez, Obama y Clinton prefieren lo primero.

Debido no sólo a las crisis derivadas de la pésima administración de Bush, sino también de la acumulación de problemas no resueltos asociados a servicios esenciales como los de salud, educación y seguridad social entre otros, y a la maduración de circunstancias negativas asociadas a deficiencias estructurales del sistema y que han de ser resueltas de modo perentorio, Obama tiene demasiados frentes abiertos a la vez y sus principales colaboradores: Clinton, Holder, Napolitano y Panetta, entre otros, se encuentran ocupados en importantes tareas y prioridades que requieren el máximo de atención.

Todas esas circunstancias y otros factores, algunos seguramente secretos, permiten a elementos de la ultraderecha agazapada en los servicios especiales del país, del Comando Sur y en la burocracia de los departamentos de Estado, Defensa y Seguridad Nacional, manipular la situación y realizar operaciones que matizan la orientación estratégica de la administración.

No sería extraño que la ultraderecha norteamericana en posiciones de influencia, incluso con algún poder de decisión y el resto de los sectores interesados en paralizar el ascenso de la izquierda y los sectores progresistas latinoamericanos, intenten crear una coyuntura propicia para escalar la confrontación con la Revolución Bolivariana y con los procesos de Ecuador, Bolivia y Nicaragua.

Los movimientos del presidente Zelaya deben estar siendo monitoreados segundo a segundo con todos los recursos de inteligencia del Comando Sur y la CIA de modo que su entrada a territorio hondureño no resulte inadvertida. Manipulados por jerarquías encubiertas, tropas especiales del ejército hondureño, pueden ser empleadas para atentar o intentar detener a Zelaya y sus acompañantes, incluso para emplear la violencia contra las masas que siguen al presidente, creando condiciones para culpar de ello a los líderes de la izquierda latinoamericana, especialmente a Chávez.

Los riesgos de que se fabrique una provocación de grandes proporciones, mediante la cual pudieran crearse condiciones para una operación estratégica contra el movimiento revolucionario y progresista latinoamericano, están presentes. No debe olvidarse que la idea de “remontar las fuentes” es una vieja excusa para operar contra fuerzas que por su inequívoca solidaridad con el presidente depuesto, su enfrentamiento a las maniobras diversionistas y su respaldo al pueblo hondureño, se hacen visibles, asumen roles protagónicos y se colocan en ruta de colisión con el imperio.

En cualquier caso es preciso estar alertas y alertar también a la opinión pública. Honduras es una promesa mientras Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua son realidades. En términos estratégicos el imperio cree tener bajo control a Honduras pero no puede decir lo mismo de Suramérica. ¡Qué más quisieran ellos! Para eso trabajan y como el diablo: nunca duermen.