http://www.youtube.com/watch?v=4colVgcJUcw
http://www.youtube.com/watch?v=muoc36GD0l8
La semana pasada, el artista se encontraba en Estados Unidos cuando comenzó a sentir diversos malestares, reveló el programa de televisión NX.
Quienes lo acompañaban creían que Marcovich sufría de ataques epilépticos provocados por cisticercosis.
Sin embargo, tras someterse a varios análisis, los médicos diagnosticaron un tumor alojado en su cerebro.
De acuerdo con el comunicador Juan José Origel, el también compositor será operado en los próximos días.
Por lo pronto, a través de las redes sociales los fans de la desaparecida banda de rock Caifanes solicitaron orar para su pronta recuperación.
En febrero pasado, el ex bajista de la misma agrupación, Sabo Romo, sufrió un infarto mientras ensayaba. Actualmente continúa recuperándose.El nuevo tablero político del país tiene sin duda a Elba Esther Gordillo como Dama o reina. Es sin duda la pieza más poderosa en el juego político mexicano, debido a la amplitud de movimientos que puede llegar a realizar. No es metafórico –de acuerdo a datos transcritos de la Wikipedia–, que la Dama haya venido a sustituir a otra pieza menos poderosa, la Alferza, que sólo avanza para adelante y mucho más para atrás.
Oaxaca, Puebla y Sinaloa tendrán nuevos gobernadores, merced precisamente a esa amplitud de movimientos de la maestra Gordillo.
Hay una torre (A1) que refuerza su posición merced al triunfo de Gabino Cué. Es Andrés Manuel López Obrador quien se mueve tanto horizontal como verticalmente, hacia delante y hacia detrás, sin límite de casillas. Lo ha reconocido así a quien preliminarmente se ha señalado ya como sucesor de Ulises Ruiz.
En esa misma hilera, otra torre (A8), refuerza su presencia en Zacatecas y podría decirse que hasta en el vecino Aguascalientes. Se trata del senador Ricardo Monreal, quien ocupa así el centro geográfico del territorio nacional. Monreal derrota a “Los Chuchos”, a “Los Amalios”, incluso a Marcelo Ebrard, quienes pusieron sus magras carnes sobre el asador zacatecano.
Moviéndose dos casillas en dirección horizontal y una en dirección perpendicular a la anterior, Manlio Fabio Beltrones y sus segundas manos Emilio Gamboa contribuyeron a los triunfos de los candidatos en Chihuahua y Aguascalientes. Más caballero, el sonorense Beltrones también puso en jaque al PAN en Baja California, donde se hizo de las alcaldías y de la mayoría de las curules de la Legislatura estatal.
Moviéndose en diagonal, Enrique Peña Nieto se impuso en Hidalgo, Tamaulipas y Quintana Roo. Es el alfil a quien “le comieron” Oaxaca, casilla desde la que esperaba lanzarse a la búsqueda de la posición de Rey.
Oaxaca tiene otro damnificado: Roberto Madrazo, quien ya sólo verá como espectador los movimientos en el tablero hacia el 2012.
En Sinaloa, la moneda está en el aire. Si, como se prevé, gana Malova, los beneficiarios serán Juan S. Millán y, otra vez en diagonal, Beltrones.
Beatriz Paredes perdió en Tlaxcala. Va en retirada y a refugiarse en el único enclave que volverá a ser suyo: la Cámara de Diputados.
En Veracruz triunfa Fidel Herrera Beltrán. Es significativo, dado que es esa la entidad en la que, de acuerdo a las crónicas, Felipe Calderón tomó cual cuestión personal –más que en otros casos– el proceso comicial para beneficio de la víctima de su más recordado “pastelazo”.
“Voy con todo en Veracruz”, le habría dicho el ocupante de Los Pinos al mandatario oriundo de Nopaltepec, al término de una más de las muchas reuniones que, para hacer frente a la delincuencia organizada, había encabezado el michoacano en el Salón Tesorería del ocupado Palacio Nacional.
Y “con todo” entró Calderón a la contienda. Recursos millonarios en apoyos asistenciales a través de prácticamente todas las agencias de la fallida Administración –Sedesol, Agricultura, et al–, así como prácticas que en su conjunto dieron origen a la llamada “guerra sucia”. Así y todo, Herrera se alzó con el triunfo.
Quiso Calderón equipararlo a los perdedores Ulises Ruiz y Mario Marín. El veracruzano demostró ser de una madera diferente.
Así es como el México político se dirige al 2012.
¿De verdad creen Calderón, Nava y Ortega ser los triunfadores?
En las casillas del tablero político brillan otras casillas.
Y no son precisamente las de aquél que ocupa la del Rey. Menos aún las de sus peones.
Índice Flamígero: Habrá que jubilar a muchos de quienes durante ya más de una década se han convertido en una suerte de IFE paralelo: los directivos de las casas encuestadoras. Usando a la televisión, mostraron el enorme fracaso de sus encuestas de salida. Igual de fallidos que el Instituto que encabeza Leonardo Valdez, pues.Para los militares, el 2010 era el año en que la democracia en México iba a consolidarse con la llegada del panismo al poder, el cual traería estabilidad política y social, impulsaría la reactivación económica y traería en consecuencia la inserción del país en una posición privilegiada a nivel internacional.
Tal prospectiva, elaborada en 2003 por uno de los actuales mandos del Ejército Mexicano a partir del análisis situacional y de escenarios en el sexenio del entonces presidente Vicente Fox, indicaba que este cambio sería posible si el gobierno hacía un uso correcto del poder de sus fuerzas armadas.
México, indicaba el entonces Teniente Coronel de Infantería Saúl Luna Jaimes (matrícula B-1148419), “puede expandir su democracia (sic) en el 2010, mejorar su estabilidad (sic), conseguir una mejor posición a nivel internacional (sic) y continuar con su desarrollo económico mediante la utilización más efectiva y eficiente del poder militar.”
Esa era la visión del Coronel en abril de 2002, cuando escribió su “ensayo” titulado “The National Security of Mexico for 2010”, como becario en el U.S. Army War College, en donde formó parte del programa Proyecto de investigación Estratégica (USAWC-STRATEGY RESEARCH PROJECT), asesorado por el Coronel Joseph R. Núñez, del Ejército de los Estados Unidos.
Saúl Luna Jaimes fue ascendido a Coronel en noviembre de 2005 por el presidente Vicente Fox, y el general Clemente Vega García.
El pasado 19 de marzo, tropas del 16 Batallón de Infantería bajo el mando del Coronel Luna Jaimes protagonizaron el enfrentamiento a las puertas del Tecnológico de Monterrey con sicarios del crimen organizado, en el que fueron acribillados los estudiantes de posgrado Jorge Antonio Mercado Alonso y Aurelio Javier Arredondo Rodríguez, quienes quedaron atrapados en el fuego cruzado del enfrentamiento y habrían muerto bajo el fuego de los militares.
Luz verde a operaciones internacionales.
En su análisis, el Coronel recomendaba al siguiente gobierno (2006-2012) revisar la estructura interna del nuevo sistema de seguridad nacional que vivía una etapa de renovación bajo el régimen del primer mandatario de oposición en la historia del país.
Además, el militar aseguraba que con el nuevo sistema de seguridad nacional en funciones en el gobierno de Vicente Fox, una de sus misiones sería “la de hacer un estudio para regular la participación de las Fuerzas Armadas (Mexicanas) en operaciones internacionales, tomando en cuenta que México no debe separar lo militar de su política de relaciones exteriores.”
En su “ensayo”, Luna Jaimes dejaba en el pasado una de las posturas históricas del Ejército Mexicano respecto a la participación de los militares en operaciones de paz en el extranjero, en acciones de ayuda humanitaria.
“A pesar de la renuencia histórica para actuar internacionalmente, México tiene que considerar que su interés nacional será beneficiado mediante la participación de tropas mexicanas en operaciones específicas de paz o de ayuda humanitaria o bien protegiendo su territorio de amenazas terroristas o de otros actores no estatales,” señala el documento clasificado con el número 20020806-338, elaborado en el Colegio de Guerra de los Estados Unidos, en Carlisle, Pennsylvania.
Paradójicamente, con su pronunciamiento y las recomendaciones emitidas desde los Estados Unidos casi a mitad del sexenio de Vicente Fox, el Coronel Saúl Luna echaba por tierra uno de los argumentos que caracterizó al entonces secretario de la Defensa, quien en al menos tres ocasiones aseguró que nunca ningún militar mexicano estaría bajo las órdenes de un general norteamericano y que las fuerzas armadas nacionales no participarían nunca en operaciones internacionales de mantenimiento de la paz.
El “ensayo” fue escrito por el Coronel Saúl Luna, actual comandante del 16 Batallón de Infantería con sede en el Municipio de Escobedo, en Monterrey, Nuevo León.
Dicha unidad de combate fue la que protagonizó, la noche del 21 de marzo, el enfrentamiento contra sicarios a las puertas del Tecnológico de Monterrey en el que fueron acribillados los estudiantes Jorge Antonio Mercado y Francisco Arredondo pese a los gritos de sus compañeros quienes les repetían a los militares que ellos eran estudiantes, no delincuentes.
Un paso adelante, dos atrás.
Luna Jaimes forma parte de la antigüedad de mandos castrenses que ingresaron al Heroico Colegio Militar (HCM) en 1979, y que cuatro años más tarde se graduaron como Subtenientes para incorporarse de inmediato al arma de Infantería.
Esta antigüedad inició su carrera militar a principios de los ochentas. Veinticinco años después, sus elementos más destacados ocupan posiciones clave como parte de una nueva generación de comandantes con una mentalidad distinta a la de sus jefes, proclive a la internacionalización de las fuerzas armadas mexicanas, a su participación en operaciones de paz y ayuda humanitaria y a niveles de cooperación con el extranjero impensables hace dos décadas.
Sin embargo, pese a la apertura de esta nueva generación de jefes militares impulsada por su lectura en torno al nuevo orden mundial y la necesidad de insertarse en el desde diversas plataformas, persiste en la agenda de temas abordados uno que sigue intocable: la transformación estructural de las fuerzas armadas mexicanas, su reorganización y la consecuente creación de mecanismos civiles para controlar y hacer rendir cuentas al Ejército, Fuerza Aérea y Armada de México.
Sobre estos aspectos el Coronel Saúl Luna Jaimes se limita a describir la organización actual del Ejército y Fuerza Aérea, puntualizando que en dicha estructura el Presidente de la República es el Comandante Supremo de las fuerzas armadas, que a su vez delega la responsabilidad de la conducción del ejército de tierra y aire al Secretario de la Defensa, mientras que la conducción de la Armada recae en el secretario de Marina.
El Coronel aclara entonces que en el esquema de las fuerzas armadas mexicanas “no existe un Comando Unificado para los tres servicios, como ocurre en otros países, ni existe un civil como secretario de la Defensa”.
Empero, el militar asegura que “esto no significa que las fuerzas armadas no estén subordinadas a las autoridades civiles, ni que estén reguladas por un orden distinto que las separe del alcance político.”
Para el Luna Jaimes esta situación de las fuerzas armadas mexicanas puede definirse sencillamente como un “organización especial”, pese a la cual existe “una firme subordinación de los militares mexicanos al poder civil y a la voluntad popular.”
Esto es evidente si se observa la subordinación militar a los presidentes civiles en el actual sistema político mexicano, añade Luna Jaimes al argumentar a favor de la estructura y organización del Ejército y Fuerza Aérea, justificando su permanencia al advertir que en otros países latinoamericanos con esquemas diferentes los golpes de Estado encabezados por militares han estado a la orden del día.
Esto no sucede en México, porque aquí las fuerzas armadas se mantienen leales al poder civil, agrega el Coronel al analizar el papel de los militares en el esquema de la Seguridad Nacional modificado durante el gobierno foxista.
En esta parte de su ensayo Luna Jaimes analiza las circunstancias del anterior régimen político, resaltando que en el priismo hubo una democracia simulada, con instituciones que cumplían con los requisitos formales de la democracia pero que en los hechos se caracterizaban por una conducta autoritaria.
En cuanto al Ejército, el Coronel señala que “durante el anterior sistema político, las fuerzas armadas, al igual que otras instituciones del país, no estuvieron apropiadamente vigiladas por el poder Legislativo o por el Poder Judicial, sólo el (Poder) Ejecutivo tuvo control directo sobre ellas.”
Pero ahora (bajo el gobierno de Vicente Fox), las fuerzas amadas están sujetas a una revisión y a un profundo cambio democrático en el cual deberán reportar a los poderes legislativo y judicial sus actividades.
Los militares y el escrutinio civil.
El ensayo del Coronel Jaimes enfatiza el hecho de que a partir del régimen foxista, las fuerzas armadas viven un cambio en el que gradualmente se están abriendo a la supervisión de los tres poderes, especialmente del Poder Legislativo. La apertura incluirá también la supervisión de la sociedad y de la opinión pública (sic), añade en el texto.
En esta dinámica de apertura el Coronel Saúl Luna planteaba la dimensión del fenómeno del narcotráfico y la encomienda del presidente en turno para combatir este fenómeno “debido a su gran poder de penetración y al debilitamiento de los elementos de poder que ocasiona, como: poder político, poder económico, poder militar (sic) y poder social dado que esta actividad ilegal tiene la capacidad de corromper a oficiales y de afectar a la sociedad entera.”
Además de ocasionar severos problemas de salud, el narcotráfico “crea una cultura en comunidades específicas, en donde las gente escucha música en la que se menciona a los traficantes más famosos y se veneran imágenes religiosas que supuestamente protegen a los narcotraficantes”, afirma Luna Jaimes.
Combatir a la “insurrección” es la segunda misión que las fuerzas armadas mexicanas ven como prioritaria. La actividad de la guerrilla es “otro riego para la seguridad nacional causada por el descontento y por grupos insurgentes armados que le han declarado la guerra al Estado mexicano y al Ejército, trayendo como consecuencia un peligro latente que puede desbalancear al país”, advierte el Coronel.
El tema de la participación de efectivos de la Sedena en futuras operaciones de mantenimiento de paz y en ejercicios militares con otros países es recurrente en el ensayo del Coronel Luna. Sobre este punto, señala que respecto al despliegue de tropas mexicanas fuera del país, “México ha protegido cuidadosamente su política exterior, que se caracteriza por la no intervención en asuntos de otras naciones y por la solución pacífica de controversias.”
Luna Jaimes abunda en el asunto y señala que con la excepción de la participación militar de México en la Segunda Guerra Mundial, ha habido una negativa constante para que las fuerzas armadas se unieran a fuerzas multinacionales.
En este sentido reconoce que “hoy, los cambios a nivel local e internacional han ocasionado que en México se comience a debatir su posible participación en operaciones de mantenimiento de la paz, integrándose a coaliciones o fuerzas multinacionales.”
Casi al final del texto, el mando militar va más allá en sus consideraciones y anticipa que la verdadera carga en cuanto a los cambios y avances en materia de seguridad nacional y en torno al rol de las fuerzas armadas mexicanas lo tendrá la siguiente administración (el sexenio de Felipe Calderón).
El siguiente presidente deberá tomar “decisiones clave para el futuro de México, como llevar adelante el debate sobre la participación de militares mexicanos en operaciones de mantenimiento de la paz o alguna otra actividad que deba desarrollarse bajo la mirada internacional”.
El Coronel Saúl Luna anticipaba en 2003 que para este año el gobierno federal estaría discutiendo a fondo “la creación de un Comando Unificado (Estado Mayor Conjunto) y la posible designación de un civil como Secretario de la Defensa Nacional, integrando a las tres fuerzas armadas (Ejército, Fuerza Aérea y Marina).”
En cuanto a la lucha contra el narcotráfico, el comandante del 16 Batallón de Infantería adelantaba que para el 20101, “México debe ser capaz de resolver diversos retos de tipo doméstico mediante una correcta toma de decisiones, usando mecanismos que le garantice una visión a largo plazo para alcanzar el ansiado desarrollo del país y para combatir otros riesgos a la seguridad nacional, como el narcotráfico, el crimen organizado, el terrorismo y la insurrección.”
…………………………………………………………………………………………………………….
Saúl Luna Jaimes
Es Coronel de Infantería, Diplomado de Estado Mayor (DEM). En enero de 2005, el Poder Legislativo ratificó el grado militar a Luna Jaimes.
Saúl Luna ingresó al Colegio Militar el 1 de septiembre de 1979. El 1º de septiembre de 1983 ascendió al grado de Subteniente. Cuenta con la condecoración de perseverancia en 2ª Clase.
Comanda el 16º Batallón de Infantería, destacado en Monterrey, e integrado a la 7ª zona militar. Como becario en los Estados Unidos, el entonces Teniente Coronel Luna Jaimes estuvo adscrito en el US Army War College, donde en 2003 publicó el documento “La Seguridad Nacional para México en 2010”.
Su hoja de Servicio Militar es la B-1148419. Al ser responsable del 16º Batallón de Infantería, 7ª Zona Militar, IV Región Militar, Saúl Luna Jaimes comanda a las tropas que se han enfrentado a narcotraficantes en su teatro de operaciones, delimitado por la territorialidad geográfica.
En ese sentido, son tropas de línea del 16 Batallón las que realizan operativos de guerra en Nuevo León.
Soldados del 16º batallón mataron en Monterrey, el 19 de marzo de 2010 a los estudiantes del Tecnológico de Monterrey, Jorge Antonio Mercado Alonso y Aurelio Javier Arredondo Rodríguez, en el curso de un enfrentamiento con miembros del narcotráfico.Una autonomía que resiste para todos
El Municipio Autónomo de San Juan Copala, ubicado en el estado de Oaxaca e integrado por comunidades indígenas triqui, representa una de las muchas y diversas formas en que los pueblos indígenas de México están construyendo su derecho colectivo a la autonomía.
Por los trágicos acontecimientos que lo vio protagonista en los últimos meses –las repetidas agresiones de grupos paramilitares contra iniciativas masivas que se solidarizaron con este proceso de autodeterminación indígena- el Municipio Autónomo “rompió el silencio” y su nombre sonó por algunos días en los medios masivos de comunicación.
En este texto, queremos ir más allá de la contingencia que apremia a la población de San Juan Copala –asediada por grupos paramilitares- y de las apariencias, que pintan como estructural e irremediable el conflicto que padece el pueblo triqui.
Nuestra reflexión parte del entendimiento que el proceso de organización y resistencia que ha llevado al pueblo triqui a declararse autónomo es parte de una lucha más amplia; y que las aportaciones de otras experiencias autonómicas han sido fundamentales en la elaboración del proyecto de Copala. Por lo tanto, defender la autonomía en San Juan Copala significa también defender el sistema de seguridad y justicia de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria de la Costa Chica y Montaña de Guerrero, la lucha para la reapropiación de la tierra de los pueblos nahuas de Ostula, Coire y Pómaro de Michoacán, el derecho a la palabra que practica Radio Ñomndaa-La Palabra del Agua en la región amuzga de Guerrero, los Municipios Autónomos zapatistas de Chiapas…
En distintas partes del país donde se ejerce la resistencia, y en particular en estos lugares donde la autonomía crece, el gobierno emprende todo tipo de estrategias para desgastar e impedir que estos referentes sigan expandiéndose, como la creación de grupos paramilitares y la cooptación de líderes y organizaciones de izquierda.
El color dominante en las calles de San Juan Copala es el rojo, rojo vivo, el de los huipiles que las mujeres triquis tejen para ellas. “Es por la migración, pero sobre todo porque a los hombres, a los jovencitos y hasta los niños los mataron. Somos puras viudas y huérfanas”. Así explicaron algunas mujeres su presencia mayoritaria en el pueblo, durante el primer aniversario del Municipio Autónomo, el 20 de enero de 2008. En ese entonces, el logro más importante de la organización autónoma era que, desde su institución, ya no se habían registrado asesinatos en las 17 comunidades que lo integraban; y el hecho, tratándose de la región triqui, era sin duda contundente. Lamentablemente, esta situación de “paz”-principal objetivo del Municipio Autónomo- no se pudo mantener, y en 2009 la violencia recrudeció hasta llegar, en estos días pre-electorales, a niveles insostenibles.
La situación de violencia que padece el pueblo triqui es un hecho innegable, pero se ha también transformado en un estigma (al igual que el “Guerrero bronco”) y en una justificación apriorística de la realidad, utilizada con gusto por las autoridades estatales como pretexto para desentenderse de sus responsabilidades en la región1. Sin embrago, es necesario tratar de entender –aunque someramente- las raíces y los impactos de la situación de violencia generalizada que desde hace décadas se vive en la entidad, ya que no podemos entender la insurgencia social sin insertarla en tal contexto arraigado de represión, impunidad, relaciones clientelares y discriminación étnica. El racismo es el elemento fundador del mito del triqui violento, y la dominación lo que ha llevado a la descomposición las relaciones sociales internas a este pueblo indígena.
El territorio triqui es enclavado en la más amplia región mixteca, que lo rodea por completo. Pero sobre todo, es sometido política y económicamente a tres ciudades mestizas, históricamente sedes del poder caciquil: Constancia del Rosario, Juxtlahuaca y Putla de Guerrero. Anteriormente, San Juan Copala mantenía por lo menos la independencia administrativa, que perdió en 1948, cuando le fue quitada la categoría de municipio y su territorio repartido entre las tres cabeceras mestizas.
Los grupos de poder regionales acompañaron el desprecio hacia la población indígena con un gran interés hacia sus recursos: las fértiles tierras y el potencial de una fuerza de trabajo muy barata. Así, los conflictos agrarios iniciaron cuando las élites de las ciudades mestizas usurparon tierras comunales triquis; para quebrar la resistencia indígena usaron por un lado el terror y el exterminio de los líderes naturales, y por otro la cooptación de otros líderes más accesibles, fomentando el surgimiento de facciones opuestas para su estrategia de dominación. En el mismo engranaje está la implantación de los cultivos de café y plátano, que rompieron con el autoconsumo introduciendo la acumulación y la diferenciación económica en la región. Este proceso, que se vivió en todas las regiones rurales del México posrevolucionario, en la región triqui se pervirtió: con frecuencia las cosechas no eran pagadas en dinero sino con alcohol, armas y municiones, facilitando que la envidia entre vecinos se resolviera, cuando posible, con el asesinato. Asimismo, se formaron bandas de pistoleros y se fomentó el cacicazgo interno al pueblo triqui.
Esta situación de “violencia”, antes como ahora, es particularmente funcional a los poderes económicos y políticos: sustentándose en ella en los años ‘40 se desmantelaron los dos municipios triquis2 y en los ‘50 se impuso la militarización del territorio indígena, que fue bombardeado en el ‘56. Al mismo tiempo, el PRI se instalaba con fuerza en la región, imponiendo su autoridad sobre el sistema tradicional de gobierno indígena e impulsando en la región proyectos de “desarrollo”.3
En contra de las múltiples vertientes de la dominación, el pueblo triqui inició a organizarse de forma independiente: primeros fueron algunos maestros, luego El Club, que luchaba para el control de los recursos y de la producción, y la defensa de las tradiciones. Violentamente reprimidas, estas organizaciones heredaron sus ideales y proyectos al Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), formado en 1981, organización que con valor por una década luchó contra la dominación y resistió a la violenta represión del estado y de los grupos de poder locales. El MULT logró imponerse políticamente en la región, por lo que en 1994 el PRI impulsó la formación de la Unión de Bienestar Social Triqui (UBISORT), organización que entró inmediatamente en conflicto con la otra. Los choques violentos marcaron la historia de las dos organizaciones, en particular la del MULT que reclama centenares de muertos. Cuando los líderes del MULT iniciaron a corromperse y su lucha se limitó a la gestión de recursos, en un rápido acercamiento a la estructura priista que siempre mantuvo el poder en el estado, un grupo de inconformes creó el MULT-Independiente, que se forjó durante las movilizaciones magisteriales de 2006 y participó en la creación de la Asamblea de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Apenas dos meses después de la violenta represión que cimbró esta experiencia organizativa estatal, en San Juan Copala se anunciaba la institución de un Municipio Autónomo, “integrado por todas las comunidades y barrios que han roto o en el futuro rompan la subordinación a las organizaciones del gobierno o ligadas a él”.4
Cabe señalar que, mientras una parte del pueblo triqui inició a construir espacios de autodeterminación y de dialogo, otra parte, ligada a las dos organizaciones mencionadas, recrudeció el uso de la violencia como arma política, fortaleciendo grupos paramilitares que actualmente mantienen con las armas el control en la región.
Este brevísimo recuento de la historia reciente de la región triqui baja5 nos ayuda a entender el significado y la forma particulares que adquieren la reivindicación y la práctica de la autonomía en este contexto, ya que no se pueden abstraer los procesos autonómicos de las situaciones históricas, políticas, económicas y sociales en que se desarrollan, así como de las necesidades que los determinan.
Asimismo, la reflexión sobre otras experiencias autonómicas ilustra trayectorias similares, como el hecho de que la declaración de la autonomía representa una respuesta desde abajo a las diferentes situaciones de violencia que llegan a ser insostenibles para los pueblos.
Territorio e identidad
La primera vertiente de la violencia, como mencioné arriba, es representada por la discriminación y el desprecio. Así, las autonomías son también, y sobre todo, una necesidad para la defensa de la identidad de los indígenas. Repropiándose del poder que tienen, como colectividad, de decidir y construir su futuro, los pueblos afirman su derecho de ser, de existir en tanto pueblo. En este sentido, la lucha por la autonomía es una lucha para la sobrevivencia de la colectividad. Atrapados en una disputa sin límites de violencia entre las organizaciones políticas de la región, los triquis se veían en la perspectiva de perder sus propias formas de gobernarse, crear acuerdos, resolver los conflictos, y dejarse arrastrar en una guerra intestina que terminaría de quebrar el ya fragmentado tejido social.
Elemento fundamental para la reproducción de la cultura y de la identidad, así como para el sustento material, es el territorio. Suelo para la siembra, pacha mama que alimenta, la tierra, definida simbólicamente y culturalmente, se vuelve territorio, cuyo sentido es inextricable de la identidad del pueblo que allí tiene sus raíces, sus mitos, sus fiestas y su alimento. A través de la dominación colonial y de la ocupación de tierras por las élites mestizas, lentamente la tierra ha sido arrebatada al pueblo triqui. La imposición de cultivos comerciales impuso el control ajeno sobre sus recursos. Asignando a tres distintos municipios mestizos la autoridad administrativa sobre el espacio que, politica y culturalmente, para los triquis es de competencia del Chuman’a6 de San Juan Copala, el estado trató de arrebatar al pueblo el control político sobre su territorio.
Si el territorio es la raíz de la identidad, su defensa implica la autonomía. Recuperar la unidad territorial apuntaba entonces a la reconstrucción integral del pueblo, para sacudirse de la secular opresión de las élites mestizas y de la corrupta clase política estatal.
Organización política vs. Asambleas comunitarias
Sin embargo, las divisiones políticas y partidistas han dividido y enfrentado radicalmente al pueblo triqui, lo que representa la otra vertiente de la violencia, la más desgarradora.
“Antes de formar el Municipio Autónomo, se convocaron a las comunidades triquis de varias organizaciones. El tema de las pláticas era cómo evitar el baño de sangre en la región y avanzar por el bien de la comunidad. En una asamblea muy amplia, en la que participaron concejales de la APPO y lideres naturales de las comunidades, discutimos cómo constituir una nueva organización, éramos puros triquis. Ya en la plática, varios ancianos que participaban dijeron que formar otra organización era seguir dividiéndonos; en un corto tiempo habría que comprometerse con un partido político. Al final de varias discusiones, decidimos no crear ninguna organización, sino mejor rescatar la cultura, los usos y costumbres de la región para construir nuestra propia autoridad, nombrar nuestro presidente. En ese momento no se mencionó la autonomía, solo se decidió trabajar a nuestro modo, e incluir a todas las organizaciones que están en San Juan Copala”, comentó en una entrevista Jorge Albino, vocero del Municipio Autónomo7.
La autonomía en contextos de violencia implica la construcción de nuevas formas de poder, más horizontal y plural. En un contexto polarizado, en que las relaciones entre las personas se estaban corrompiendo, donde el miedo empezaba a dominar la vida cotidiana, una parte del pueblo triqui decidió romper con la dinámica de las organizaciones políticas, que al reproducirse cada vez generaban más divisiones y conflictos. Entendieron que debían crear una institución más poderosa que las distintas organizaciones existentes.
Para detener la violencia construyeron un nuevo poder, que se impusiera política y simbólicamente como una referencia para el territorio al ser construido sobre el consenso y no sobre la exclusión. El Municipio Autónomo representa una institución que, al menos en sus intenciones, gobierna para todos los que están en el territorio, sin importar su militancia política (en un principio, integraban el Municipio comunidades del MULT-I y algunas inconformes de UBISORT, y había un proceso de dialogo con las bases del MULT). Este poder “alternativo” que construyen las autonomías se basa en el consenso, porque quien lo ejerce son las asambleas –comunitarias o municipales -: espacios colectivos de discusión y tomas de decisiones, donde las diferencias son respetadas en los acuerdos que de ellas emergen.
Como comenta Jorge Albino, esta nueva forma organizativa se pensó en oposición a la que prevalece en la región: organizaciones políticas que, de una u otra forma, dependen de los partidos8. UBISORT es una organización de directa filiación priista; por su lado, después de una larga temporada de lucha social, también el MULT optó por la lógica partidista. Este punto merece un esclarecimiento, ya que es fundamental para posicionar el planteamiento autonómico triqui al interno del movimiento indígena mexicano. El debate sobre las formas que debería tener el estatuto de autonomía de los pueblos indígenas tiene ya varías décadas; en México, alcanzó su culmine durante los Diálogos de San Andrés. En ese espacio, se manifestaron dos posiciones: por un lado, los que entendían la autonomía como un cuarto piso de gobierno que había que establecerse al interno de la estructura administrativa del Estado, lo que implicaba la lucha por conseguir espacios de representación indígena en las instituciones políticas, legislativas y de gobierno. Por otro lado, los que concebían la autonomía como una práctica cotidiana, que tiene sus raíces en las comunidades, y afirmaban la imposibilidad de establecer un modelo único para su implementación. El EZLN, junto con varias representaciones indígenas (muchas de ellas oaxaqueñas), sostuvieron esta segunda posición, que a la postre resultó en la práctica de la “autonomía sin pedir permiso”, respuesta obligada a la ceguera del Estado mexicano frente a la demanda de reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos.
Por su parte, otras organizaciones optaron por la vía institucional hacia la autonomía, logrando por ejemplo diputaciones indígenas a nivel estatal y federal. En esta coyuntura podemos insertar la decisión de los dirigentes del MULT -ya entrados en confianza con el gobierno priista del estado de Oaxaca que los apoyaba generosamente con “proyectos”- de “dar la lucha desde arriba”, y fundar el Partido de Unidad Popular (PUP, según ellos, “el primer partido indígena” del país). Instituido en 2003, apenas a tiempo para poder participar a las elecciones en 2004, el PUP tuvo como resultado más evidente la victoria de Ulises Ruiz para el gobierno del estado, restándole un pequeño pero significativo porcentaje de votos al candidato de la izquierda, según sostiene París Pombo.9
Autonomía y recursos
No obstante reivindique una autonomía que se inspira en las Juntas de Buen Gobierno zapatistas10, el Municipio Autónomo de San Juan Copala no plantea, como aquellas, una ruptura completa con las instituciones del Estado.
Afirmó el primer presidente municipal autónomo, José Ramírez: “acordamos en una asamblea que no es necesario reconocer legalmente el municipio, es nuestro municipio, nuestra autoridad, y basta con que nosotros lo reconozcamos, no el gobierno del estado. Pero también dice el Consejo que tenemos que exigir los recursos del estado para las comunidades porque son nuestros”.11 Una de las demandas principales del Municipio Autónomo es poder obtener los recursos públicos destinados a las comunidades (Ramo 28 y 33); denuncian que dichos recursos, que las cabeceras municipales deberían canalizar hacia las comunidades, nunca les han llegado. Así, reivindican la gestión de estos apoyos y la posibilidad de usarlos para desarrollar proyectos de corte autonómico: “anteriormente el gobierno es el que decide que va a hacer en cada comunidad. Ahora creemos que se deben hacer consultas en las comunidades y así decidir los proyectos que se realicen, según la iniciativa de la gente; la tarea de las autoridades es hacer cumplir estas decisiones”12.
Sin embrago, los logros más importantes que ha tenido el Municipio Autónomo en los primeros dos años de existencia, no se han realizado con los recursos públicos. 13
Entre los elementos que concretamente representan la autonomía para Copala está la constitución de la policía comunitaria, inspirada en la conocida experiencia guerrerense. Para Copala, instaurar una forma de seguridad propia, controlada por la autoridad autónoma y la asamblea, representaba una necesaria respuesta a la situación de violencia provocada por las varias facciones armadas. La seguridad y la resolución de conflictos son la base de cualquier intento de organización autónoma. Garantizar la seguridad de los propios pueblos, marcar un alto a la violencia, significa restituir la libertad a los individuos y a la colectividad. Una vez que hayan reconstituido las relaciones de convivencia y la confianza, los pueblos pueden edificar su futuro. Pero todo esto no es posible mientras los pueblos estén amenazados en su cotidianidad por la violencia y el miedo que los inmovilizan.
Otro elemento clave de la autonomía triqui es el proceso de rescate de las formas indígenas de organización y gobierno. El presidente y su cabildo (suplente, secretario y alcalde) son nombrados por una asamblea general de todas las comunidades que participan en el proyecto, en la que participan figuras importantes de la estructura social triqui: los líderes naturales o principales, los mayordomos y los ancianos. Lo que destaca de esta tradición organizativa que se está recuperando es el carácter colectivo de la autoridad (Consejo), y la colegialidad en la toma de decisiones (asambleas). En los tres años de gobierno, el primer cabildo no ha gobernado solo: el Consejo de ancianos –dos por cada comunidad- lo acompañó diariamente en su trabajo, lo que confirió gran legitimidad y prestigio entre la población. En los primeros meses del 2010, otra asamblea general eligió el nuevo presidente, que hasta la fecha no ha podido desempeñar a cabalidad sus funciones por la situación de asedio en que vive actualmente el pueblo de Copala.
El tercer fundamental logro de la autonomía triqui ha sido recuperar la palabra y el derecho a la comunicación, instalando la Radio Comunitaria “La Voz que Rompe el Silencio”, en la que se involucraron los jóvenes de las comunidades con el objetivo de dar a conocer los derechos indígenas y fortalecer una cultura de paz y dialogo, y que Bety Cariño apoyó con decisión. Lamentablemente, quienes no aceptan la idea de la pacificación de la región no dudaron en usar, una vez más, la violencia para callar La Voz: a los pocos meses de su instalación (7 de abril de 2008) dos jóvenes locutoras –Teresa y Felicitas- fueron asesinadas en una carretera de la región. La radio siguió transmitiendo, callando a ratos, hasta la mitad del 2009, cuando la embestida paramilitar la obligó a suspender su trabajo.
Las autonomías son una práctica de resistencia, pero esto no ha significado para los pueblos estar inmóviles parando los golpes del sistema, sino un lento caminar hacia un destino propio: preservar, reconstituir y crear formas de gobierno y de resolución de los conflictos, formas de transmitir el conocimiento en la comunicación y la educación, formas de curarse, de festejar y de imaginar el mundo. Asimismo, los procesos de autonomía indígena participan en las luchas nacionales de resistencia y liberación, enriqueciendo con una visión propia los movimientos de transformación social.
El desenlace del conflicto en Copala –conflicto que no involucra solamente las diferentes organizaciones triquis, sino el estado y los poderes fácticos que gobiernan en Oaxaca- puede ser un precedente determinante para otras experiencias que se encuentran igualmente en situaciones críticas. En este sentido, se pronuncia el mismo Municipio Autónomo:
“…quienes somos golpeados por el hecho de buscar un camino distinto, el deseo de vivir con tranquilidad y en armonía se nos condena a vivir falsamente un camino que no decidimos, se nos impone por grupos caciquiles y dirigentes traidores de su pueblo, paramilitares y malos gobiernos que comparten la visión de un estado autoritario, militar, terrorista y que hoy buscan de todas las maneras decir que estamos fuera de la legalidad, de la razón, para preparar el camino de la represión! ¡Una masacre!, que no solo es para el Municipio Autónomo de San Juan Cópala, sino para el pueblo de Oaxaca y de México, porque hoy Copala es emblemático para tod@s los que vemos una guerra donde confluyen todos los escenarios que preparan contra quienes lucha ye buscan justicia, esta es una Guerra de estado, abierta y dirigida sin ninguna moral, sin titubeos para desaparecernos…”14
Los primeros años del gobierno autónomo en San Juan Copala demostraron que sí se puede cambiar la realidad a partir de la propia historia, que sí se puede crear otras formas de convivencia, que, junto con otras luchas, sí se puede…
Ahora, es el momento de defendernos a todos.Faitelson_ESPN: Hola...?Que pasa con los porteros? este gol se lo come por completo el portero de Holanda....No ha sido un Mundial de porteros