Álvaro Delgado
Los priistas y sus sicarios chillan por la potencial conflictividad social si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) convalida las trampas de Enrique Peña Nieto, pero esa hipótesis fue planteada hace un año por el magistrado Flavio Galván Rivera.
En una charla periodística que tuve con él, publicada en Proceso, el 5 de agosto del año pasado, Galván Rivera –el único de los nueve magistrados que aparentemente no obtuvo el cargo por el padrinazgo de un partido–, advirtió que, además de garantizar los principios constitucionales, así como la libertad y la secrecía del voto en la elección presidencial, el TEPJF debe garantizar la paz social.
“Más allá de todos los principios constitucionales y político-jurídicos en materia electoral, el Tribunal es garante de la paz social. Si hace un trabajo adecuado, como un órgano imparcial, de derecho, y hace una calificación de la elección presidencial con estos principios y estas características, tendremos paz social. Entonces es un gran reto, una gran responsabilidad”.
–¿Y al contrario? –le pregunté.
–Podríamos atentar contra esa paz social –respondió–. Si no hay estabilidad política, y esto la historia de México nos lo cuenta con mucha frecuencia y sobre todo en las primeras décadas del siglo XX, no hay paz social.
Los priistas y sus sicarios chillan por la potencial conflictividad social si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) convalida las trampas de Enrique Peña Nieto, pero esa hipótesis fue planteada hace un año por el magistrado Flavio Galván Rivera.
En una charla periodística que tuve con él, publicada en Proceso, el 5 de agosto del año pasado, Galván Rivera –el único de los nueve magistrados que aparentemente no obtuvo el cargo por el padrinazgo de un partido–, advirtió que, además de garantizar los principios constitucionales, así como la libertad y la secrecía del voto en la elección presidencial, el TEPJF debe garantizar la paz social.
“Más allá de todos los principios constitucionales y político-jurídicos en materia electoral, el Tribunal es garante de la paz social. Si hace un trabajo adecuado, como un órgano imparcial, de derecho, y hace una calificación de la elección presidencial con estos principios y estas características, tendremos paz social. Entonces es un gran reto, una gran responsabilidad”.
–¿Y al contrario? –le pregunté.
–Podríamos atentar contra esa paz social –respondió–. Si no hay estabilidad política, y esto la historia de México nos lo cuenta con mucha frecuencia y sobre todo en las primeras décadas del siglo XX, no hay paz social.