PpM: Segob adjunta
BC y las cesiones
¿Jóvenes sin esperanza?
Julio Hernández López / Astillero
El optimismo reformista de la actual administración federal se ha topado en el terreno de lo educativo con una resistencia regional (Guerrero, Oaxaca y Michoacán, sobre todo) que muestra la distancia enorme (y los riesgos de inviabilidad) de los proyectos modernizadores elaborados y aprobados desde la centralidad presuntamente modernizadora y la realidad ríspida, añosa, inmanejable en términos meramente estadísticos.
Peña Nieto se ha querido adjudicar en términos épicos la caída de una lideresa de papel, Elba Esther Gordillo, asentada en un endeble pedestal de corrupción y abusos, pero ello no significará el fin de los vicios acumulados en un sindicalismo oficialista que había sido invariablemente útil al sistema priísta hasta que la comisionada en turno entró en conflicto con su partido de origen, creó otro y pretendió convertirse en negociadora por sí misma frente al cesarismo restaurado. La reforma educativa y sus nuevos mecanismos de control y promociones devolverán los hilos del manejo laboral y político a las manos priístas, reintegrarán al inventario de tres colores las brigadas electorales de profesores, permitirán el ingreso de empresarios interesados en el negocio de la educación y abrirán las aulas a la presencia religiosa prometida por EPN a la cúpula vaticana que en reciprocidad le ha apoyado en momentos electorales y ahora en el ejercicio del poder.