Rendijas en Guerrero
Kafka y Espartaco
Monreal, vida política
Julio Hernández López / Astillero
Un asomo de prudencia de última hora impidió que policías federales desalojaran ayer a manifestantes guerrerenses de la Autopista del Sol. Por lo pronto, pues el fondo del asunto no está resuelto, el gobierno peñista pudo posponer su anunciada disposición de usar la fuerza pública para resolver un problema político y social, mientras el conjunto de activistas, ahora denominado Movimiento Popular de Guerrero, mostró flexibilidad táctica y se replegó hacia el Congreso del estado para evitar un choque sangriento.
Ese respiro circunstancial debería alentar las posibilidades del diálogo y la negociación y ahuyentar el revoloteo de las aves guerreras. El gobierno federal tiene evidencia clara de que la oposición a la reforma educativa cuenta con respaldo social amplio, cuando menos en algunas entidades, como Oaxaca, Michoacán y Guerrero, convertida ésta en campo de batalla cuyo desenlace podría inhibir o alentar otros estallidos de protesta. A su vez, los profesores y los grupos aliados en Guerrero podrían aceptar que la obstrucción del tránsito en carreteras federales constituye no solamente un delito sino que afecta intereses colectivos importantes (la circulación de viajeros y mercancías, y el acceso a sitios que viven del turismo, como Acapulco) y que alimenta la animadversión, genuina o inducida, contra este tipo de movimientos.