El poder se estaciona
Reconquista del DF
Tarjeta PRIspera
Julio Hernández López / Astillero
El mensaje político no fue dado en Palacio Nacional sino afuera, en la plancha del Zócalo, llamado Plaza de la Constitución, utilizada con desdén significativo y anunciatorio como dominado estacionamiento de los vehículos de lujo de los poderosos que adentro, en el ritual cortesano, competían en otorgamiento de aplausos acríticos y serviciales ante la palabrería del atlacomulquense en jefe que desgranaba cifras y anuncios en su segundo reporte de actividades al frente del fideicomiso de liquidación nacional conocido como Presidencia de la República, Inc.
No se hagan bolas: el mismo espacio simbólico, sacralizado como referente de luchas históricas, protestas populares y reivindicaciones democráticas que el peñismo-mancerismo ha ido escamoteando a base de encapsulamientos granaderos y otras artes represoras, apareció llanamente convertido en prosaico depósito vehicular de la élite encopetada, con asta bandera al centro y vigilancia militar extrema. Si México no hubiera cambiado, cuando menos el uso de suelo del Zócalo sí, aunque anoche un vocero de Los Pinos decía que de alguna manera se buscaría castigar lo que hubiera habido de malo en algo que no sabía bien a bien por qué se había dado.