Celibato y pederastia
Desaparecidos en Tamaulipas
Impunidad pintada en Guerrero
Julio Hernández López / Astillero
Abordo del avión que lo llevaba de Tel Aviv a Roma, habiendo cumplido una gira en la que propició acercamientos con ánimos pacificadores entre autoridades israelíes y palestinas, el papa Francisco deslizó la posibilidad de revisar el celibato obligatorio de los sacerdotes (al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta), anunció que tres obispos están bajo investigación por acusaciones de abusos sexuales contra menores de edad, dijo que estas prácticas de sacerdotes son comparables con las misas negras e informó que próximamente habrá una misa en el Vaticano en la que participarán seis u ocho de esos feligreses afectados.
Las confesiones aéreas del máximo jefe religioso ante periodistas (ya había abordado antes otro tema polémico a miles de metros de altura, cuando se preguntó, contestando, ¿quién soy yo para juzgar a los gays?) tienen especial relevancia para un país donde el catolicismo es aún la creencia aplastantemente mayoritaria, según los censos oficiales, y donde se han ido revelando sintomáticos casos de descomposición moral y conductas delictivas de sacerdotes de a pie y de clérigos encumbrados, siempre todos ellos bajo protección y encubrimiento de parte de las élites política, económica y religiosa.