Violencia creciente
Kerry, el supervisor
El solitario de Toluca
Julio Hernández López / Astillero
Son los niños de la guerra. Las víctimas diarias del desplome institucional que ha llevado a niveles ínfimos, nunca antes vistos, las políticas oficiales de seguridad pública, procuración y administración de justicia, educación, cultura, oportunidades de empleo, desarrollo social… Son los hijos pequeños de los padres asesinados sin esperanza siquiera de una averiguación judicial en forma, de los desempleados que optaron por el camino sangriento del crimen organizado, de las parejas obligadas por las circunstancias a desatender a sus pequeños, de los enfermos golpeadores que son producto del salvaje sistema vigente, de la impunidad y la corrupción que facilitan esa violencia, cuya permanencia por generaciones está garantizada en estos niños y adolescentes de hoy.
Allí están los casos que los medios de comunicación difunden en estos días, como una tendencia creciente y no una excepción. En Ciudad Victoria muere Héctor Alejandro Méndez Ramírez a manos de compañeros de su secundaria y entre desatención burocrática de directivos escolares (http://bit.ly/1j7EUFZ). En San Luis Río Colorado un bebé de dos años, Cándido Emanuel Gámez González, fallece luego de ser olvidado por sus padres durante dos horas y media dentro de un automóvil con las ventanillas cerradas bajo el sol ardiente. En Tijuana, Alethia Peña es encarcelada luego de que quemó las manos de su hijo de cinco años porque comió galletas domésticas sin consentimiento. En Tlalnepantla, la agente local de policía Irma Virginia Salazar Velasco lleva a su hijo de cinco años, llamado Owen (en las redes sociales se ha propagado la etiqueta #SalvemosAOwen) a un hospital para que lo atiendan de caídas cuando en realidad fue sistemáticamente golpeado, presuntamente por el novio de la madre, ante lo cual un agente del Ministerio Público elude tramposamente tomar cartas judiciales en el asunto. En Zacatecas, humillan y golpean a una niña y graban video luego puesto en Youtube (http://bit.ly/1j7Va9X). En Xalapa, presuntamente en una pelea doméstica, un hermano (de 16 años de edad) asesina a otro (de 9) al aventarle un ventilador a la cabeza, sin que los padres se den cuenta sino al otro día.