Seguimos necesitando leyes complementarias porque de lo contrario, corremos el riesgo de que en 2015 lleguemos mal a la cita electoral para llevar a cabo las elecciones intermedias.
Antonio Navalón
Si uno observa bien lo que está pasando con las leyes complementarias de la Reforma Política y la de Telecomunicaciones se da cuenta de que, en algún punto, o alguien se está queriendo pasar de listo o sencillamente cuando se hizo la planificación de la operación, no se tuvo la precaución de ver el paso dos y el paso tres.
Ya desmontamos el Instituto Federal Electoral, ya montamos al Presidente, ya lo cambiamos todo. Sin embargo, seguimos necesitando leyes complementarias porque de lo contrario, corremos el riesgo de que en 2015 lleguemos mal a la cita electoral para llevar a cabo las elecciones intermedias.
Ya comunicamos al mundo que, en México, nos hemos tomado en serio lo de la igualdad de oportunidades y que eso sucede por no seguir consolidando las compañías que –por su relevancia– se les puede calificar como preponderantes.