Malversación de la esperanza
Tácito asentimiento
Julio Hernández López / Astillero
La polémica nacional se centró ayer en el futbol mundialista, su oriental arbitraje de inauguración que favoreció al casero que no jugó bonito y las expectativas respecto al televisivo equipo que representa a México. Esa concentración del interés público en los incidentes del juego más popular del orbe (y el más comercializado en sus niveles profesionales) se mantendrá durante un mes, aunque de manera natural irá disminuyendo conforme los colores de cada país participante vayan quedando fuera y con ellos se retire proporcionalmente la franja más circunstancial de esos aficionados. En el caso de los mexicanos, a pesar de la encendida competencia de malversación de la esperanza que realizan cotidianamente algunos locutores deportivos pertenecientes a las casas promotoras del negocio, en especial Televisa, la obcecación balompédica pareciera estar condenada apenas al cumplimiento de los partidos a que obliga la primera fase de ese recio concurso deportivo.
A la par de ese arranque del torneo global, que hipnotiza sobre todo al público masculino, se desarrollan en nuestro país los juegos de artificio (no fuegos, por si alguien se hubiera emocionado patrióticamente) que desde canchas legislativas habrán de llegar a resultados tan sabidos que viaja por el mundo cerrando tratos gananciosos el gerente general del Tri (no el que reclama el roquero Alex Lora como marca comercial propia), entre el pasmo ciudadano también tan sabido y, aún peor, el tácito asentimiento de las fuerzas políticas y electorales de izquierda que han preferido arriar banderas en lo inmediato, reduciendo la metralla a discursos y acciones simbólicas, para concentrarse en la consecución de firmas de respaldo para que en las urnas de 2015 se realice una consulta popular que, en caso de tener mayoría de votos y que le fuera reconocida, echaría abajo inversiones y maniobras técnicas, jurídicas y políticas que están en espera de ser desplegadas en cuanto el Congreso federal apruebe las leyes reglamentarias definitivas (la susodicha consulta, como se ha planteado aquí, ya no se enfrentaría sólo a tarjetas Monex y Soriana, sino al poderío de Exxon, Iberdrola, etcétera…)