El hilarante Hilario
La política como negocio
EPN elogia a abdicante
Julio Hernández López / Astillero
San Hilario dadivoso se convirtió de golpe en el involuntario héroe del pragmatismo nacional. Deseoso de volver a sacrificarse por el pueblo, a una parte del cual benefició con asignaciones de billetes en directo mientras fue presidente municipal en nombre del Partido Acción Nacional, Hilario Ramírez Villanueva, conocido como Layín, confesó que cuando tuvo a su cargo el erario de San Blas, Nayarit, sólo robó poquito aunque, Robin Hood a salto de mata entre los controles administrativos, lo que con una mano sustraía con la otra lo repartía entre su rumbosa clientela electoral, a la que ahora apela como candidato independiente en busca de regresar a las andadas burocráticas de la rapiña piadosa (cualquier parecido con otros políticos clásicos no es mera coincidencia).
El hilarante Hilario (quien luego ha pretendido justificarse al atribuir todo a un espíritu bromista muy suyo) exhibe en versión caricaturesca (http://bit.ly/1oOgxSx) la desgracia de la política nacional, sumergida en aguas negras de las cuales uno de los componentes principales es la corrupción y una de sus expresiones más cínicas es ese pragmatismo que obliga a todo político, candidato y partido a aceptar el imperio del dinero, a riesgo de perder en las urnas toda posibilidad de avance si no se aceptan esas reglas extraoficiales de competencia necesariamente financiada por factores sucios para que el resultado electoral, la construcción de los poderes públicos, el perfil y compromiso de los gobernantes y representantes, esté de antemano suficientemente emporcado y nadie pueda romper ese círculo mafioso de los enriquecimientos personales y grupales con cargo al erario y sus negocios colaterales. Embarraos los unos a los otros.