Obras emblemáticas
Frankenstein tarasco
Violaciones legales múltiples
Julio Hernández López / Astillero
Las llamadas obras emblemáticas de la administración calderonista sólo han servido para evidenciar planeaciones a la carrera, deficiente calidad, favoritismos, corrupción y fracaso. Ha tocado el turno a la Cineteca Nacional, cuya estampa remodelada tan buenos ánimos generó entre la comunidad aficionada al buen cine. La obra fue encargada al despacho del arquitecto mexicano Michel Rojkind (en Twitter, @rojkind_arq) y el presupuesto original era de 387.6 millones de pesos. Meses después, el proyecto fue ampliado y su costo se elevó a 540.7 millones de pesos. En un congreso de arquitectos en el que participó, Rojkind aseguró que la remodelación y ampliación de la Cineteca Nacional fue un proyecto presionado por tiempos sexenales, que apresuraron la apertura del lugar sin estar terminado, por lo que habló de una obra incompleta, con carencias (http://bit.ly/QemYTx).
Dos días antes de dejar el poder, y a pesar de lo inacabado de la obra, Felipe Calderón puso en servicio la remodelación, incorporando a su discurso menciones de segmentos que sabidamente no estaban en funcionamiento aún. El 7 de noviembre de 2012 se habían abierto las puertas de la cineteca, en condiciones informales, con la presentación de Tiburón, la famosa película dirigida por Steven Spielberg. Consuelo Sáizar, entonces directora del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, cerró su intervención con entusiasmo: ¡Que viva el cine, que viva la Cineteca, felicidades, Paula!, refiriéndose en esta parte final a Paula Astorga, entonces directora de la mencionada cineteca (http://bit.ly/1l3Wwtz).