Continuismo en blindajes
Cardenal de Atlacomulco
Política en la final de fut
Julio Hernández López / Astillero
Es un suspenso menor. No la develación de una imagen insospechada sino la confirmación de los trazos sabidos. Las grandes líneas ya se conocen y el mayor interés del momento descansa en confirmar poderíos de las facciones mediante el análisis de cuotas y perfiles. Es un gabinete predictible en cuanto a tendencias y predominios, con el salinismo ganando puestos estratégicos (el vicepresidente Luis Videgaray, dependiente de Pedro Aspe), el cártel de gobernadores cobrando favores e inversiones (Miguel Ángel Osorio Chong y Jesús Murillo Karam, en primer lugar) y tejiendo desde ahora rumbo al 2018, el grupo del estado de México tratando de sostenerse como eje (Emilio Chuayffet explorando las posibilidades de ir a la SEP para reanudar hostilidades contra Elba Esther Gordillo; Luis Miranda buscando ir a la subsecretaría del interior que se encargará de la gendarmería y del espionaje político) y el magno poder de Televisa y la élite empresarial como entes rectores que ni siquiera necesitan poner personeros explícitos (más que uno, en lo alto).
No hay gran emoción porque no se está en la apertura de un proceso anchuroso y promisorio. sino en la gélida determinación de cuotas, en la instalación de operarios de maquinaciones más que anunciadas. Son reacomodos, más que nuevos programas. Los factores de poder que contribuyeron a la instalación del peñanietismo toman posiciones para cumplir su itinerario sexenal, en el marco de un sistema político cada vez más distante de los intereses de la comunidad pero, al mismo tiempo, más eficaz en cuanto a la simulación representativa y la promoción del desánimo cívico.