Senadores: tic, tac
EPN: percepción
Carlos Fernández-Vega / México SA
Menos de dos semanas restan al Senado de la República para que sus inquilinos modifiquen, aprueben o desechen la (contra) reforma laboral calderonista. Algunos de ellos ya advierten que las cosas se han atascado, aunque reconocen que el atorón no es producto de la denuncia de algún legislador medianamente enterado del acto de barbarie que intentan cometer en contra de los trabajadores, sino resultado de la feroz cuan amenazante reacción del sindicalismo charro que se retuerce ante la posibilidad de que sus no pocos privilegios, excesos y, de plano, actos delincuenciales sean no sólo develados, sino cancelados (lo que más duele a esa mafia).
A ninguno de los legisladores involucrados en este acto de lesa patria contra los trabajadores les importa si éstos son pasados a cuchillo; si sus condiciones laborales retornan a los tiempos porfirianos; si se incrementa la de por sí voluminosa deuda social, o si su decisión contribuirá a hundir aún más a la mayoría de los mexicanos. Les tiene sin cuidado si le cargan la factura, íntegra, a sólo uno de los factores de la producción, pero sí les preocupa que la voraz charriza descuadre los equilibrio$ alcanzados entre las empresas… perdón, los partidos políticos representados en San Lázaro y en la faraónica sede senatorial, y les apesten la fiesta que ya se prolonga por más de tres décadas.
¿Cuántos de esos senadores –sin olvidar a los diputados, desde luego– conocen realmente las espeluznantes condiciones laborales en las que sobreviven millones de trabajadores? Como bien lo señala el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tec de Monterrey, campus estado de México, que dirige José Luis de la Cruz Gallegos, el aumento de la precarización laboral observado en los últimos años no puede subsanarse bajo la actual reforma; combatir a la informalidad, generar trabajos con contrato por escrito, tener acceso a trabajos con prestaciones adicionales a las de seguridad social, pagar mejor y elevar la productividad corresponden a la aplicación del marco legal y también a la conciencia de que sin la adecuada solidaridad y fraternidad social, vista desde esquemas que permitan distribuir mejor la riqueza, difícilmente se podrán obtener mejores resultados a los hasta hoy alcanzados.