lunes, julio 26, 2010

Violación del derecho a la seguridad de los mexicanos

Samuel R. G. / uzkediam@gmail.com

Existe una gran cantidad de casos documentados sobre los abusos cometidos por militares en nuestro país, uno de los más conocidos es el de Ernestina Ascensión Rosario, indígena nahua originaria de la sierra de Zongolica, Veracruz, que murió a los 73 años luego de haber sido violada y golpeada por militares del Ejército.

Lourdes Godínez (2010) de la agencia de noticias CIMAC hace un recuento de los hechos y a tres años de la desgracia, nos relata que Ernestina se encontraba el 25 de febrero de 2007 pastoreando ovejas en la comunidad de Tetlatzinga. Ese día Ernestina fue severamente lastimada y antes de morir ella misma confesó que los soldados la habían amarrado, la habían golpeado y también violado.

El diario La Jornada, en su edición del 16 de marzo del presente año, publicó parte de una entrevista realizada a Juan Pablo Mendizábal Pérez, quien es el médico forense que realizó la primera necrocirugía al cadáver de Ernestina. Mendizábal, a pesar de que ha sido objeto de persecución y represión por parte de las autoridades, sigue sosteniendo que Ernestina murió por causas traumáticas y no por patología, dice también que se encontró semen en el cuerpo de la señora y desgarres que confirman una penetración no consentida (p.27).

Ernestina salió de su hogar para realizar actividades que quizá hasta ese día había llevado a cabo sin problema alguno. Todo cambió con la presencia del ejército en aquel lugar, desde ese día estoy seguro que más de una persona no se volvió a sentir segura.

Otro caso más reciente es el de Antonio Espinoza Reveles, quien a diferencia de Ernestina, se encontraba en el interior de su domicilio cuando fue víctima de los abusos de soldados del ejército mexicano. De acuerdo con una denuncia que formuló y difundió el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, A.C. el sábado 24 de abril de este año, elementos del ejército entraron a su domicilio con lujo de violencia, tirando las puertas, haciendo disparos (uno de ellos dejó herido a un perro) y preguntando en forma airada si estaba Benjamín. Antonio contestó que él era Antonio Espinoza Reveles, que en su casa no había ningún Benjamín, pero la explicación no sirvió de nada.

En presencia de su esposa la señora María de León, los soldados le vendaron los ojos a Antonio y lo subieron a un vehículo del ejército, sin un motivo y orden para hacer la aprehensión y sin mencionar a dónde se lo llevaban. Fue hasta el otro día que Antonio pudo comunicarse vía telefónica a su casa y le dijo a su mujer que se encontraba en la Ciudad de México en la SIEDO.

Al ciudadano Antonio lo acusan de varios delitos, como delincuencia organizada, portación de armas, homicidio tanto de civiles como de agentes federales. Varias personas en Ciudad Juárez, Chihuahua, que conocen al señor Espinoza Reveles consideran que es un hombre honrado, trabajador, dedicado al comercio durante más de 30 años.

Hace poco Raúl Plascencia Villanueva, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, señaló que “no existe ninguna justificación para que, bajo el pretexto de luchar en contra de la delincuencia, se violen los derechos humanos de los mexicanos” (2010). También reconoció que se han recibido denuncias de tortura, tratos crueles e inhumanos, dijo y recordó que en promedio durante lo que va del 2010 se han atendido mil 800 quejas, lo que ameritó la cifra histórica de 30 recomendaciones.

Presentación

I. México y los derechos humanos

II. Derecho a la seguridad en México

III. Violación del derecho a la seguridad

Conclusiones

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