martes, septiembre 11, 2012

“Estamos hartos de que jueguen con víctimas de violencia”, reprocha Sicilia a embajador

Apro

El poeta y activista Javier Sicilia denunció aquí la condescendencia de funcionarios mexicanos hacia la guerra contra el narcotráfico decretada por Felipe Calderón, al tiempo que exigió al estadunidense Departamento de Estado hacer un mejor trabajo para detener el tráfico de armas.

“Sabemos que en el gobierno de México hay funcionarios honestos, pero a esos funcionarios les pedimos no ser condescendientes con los equívocos de sus superiores”, dijo Sicilia al embajador mexicano Arturo Sarukhán durante un encuentro que sostuvieron en la sede diplomática.

La denuncia de Sicilia –quien llegó a la embajada mexicana acompañado de víctimas de la guerra contra las drogas, así como de representantes de ONG estadunidenses– se dio luego de que Sarukhán insistiera en presentarse como uno de los funcionarios honestos de este sexenio, defensor de los derechos humanos y promotor de la diplomacia social.

“Estamos cansados de que jueguen con nosotros y con las víctimas de esta violencia, de la impunidad y de que en México no haya un solo grado de justicia”, subrayó el poeta durante el segundo día de actividades de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad.

El motivo de la visita a la embajada de México por parte de Sicilia, víctimas de la narcoviolencia, integrantes de la Caravana y de las ONG, fue para entregar a Sarukhán un bloque de cemento que contenía un pedazo encapsulado de un rifle AK-47, símbolo del rechazo a la venta de armas en Estados Unidos.

En el encuentro, el líder pidió a Sarukhán hacer llegar el bloque a la Casa Blanca, pero éste aclaró que tal vez por razones de seguridad no podría cumplir con el encargo, pero que entregaría el mensaje y una foto del rifle de asalto encapsulado en concreto.

“Bienvenidos a su casa”, había dicho Sarukhán a Sicilia y sus acompañantes al llegar a la sede de la embajada.

“La diplomacia de la sociedad civil es una herramienta fundamental”, anotó Sarukhán.

El representante del gobierno de Calderón ante el de Barack Obama recibió a los visitantes en el auditorio Benito Juárez de la embajada mexicana.

En el recinto se colocaron dos mesas que se miraban frente a frente, en perfecta coreografía para el lucimiento del diplomático mexicano.

Del lado de la embajada, Sarukhán se sentó junto a su equipo de colaboradores, a quienes presumió por su juventud, honestidad y defensa de los derechos humanos.

En la mesa opuesta se sentaron Sicilia, dos víctimas de la narcoviolencia, los representantes de las ONG y el académico y analista Sergio Aguayo.

El diálogo fue cordial hasta que, cansado de la perorata de Sarukhán, en el sentido de que él es uno de los que hacen la diferencia en el gobierno panista de Calderón, Sicilia le echó en cara lo de la condescendencia para con los errores y resultados tan trágicos de la lucha militarizada contra los cárteles de la droga.

Antes de la visita la embajada de México, Sicilia y dos de las víctimas de la violencia, Aracely Rodríguez y María Herrera, quienes forman parte de la Caravana que ha recorrido 25 ciudades de Estados Unidos, antes de llegar a Washington, llevaron su denuncia al Departamento de Estado.

El poeta, Rodríguez y Herrera, así como representantes de las ONG, se entrevistaron en privado con María Otero, subsecretaria de Estado para Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos en el gobierno de Obama.

“Escuchó las historias de las víctimas de esta narcoviolencia de México, y luego le pedimos actuar con más congruencia para con el caso de las violaciones a los derechos humanos que se cometen en el sexenio de Calderón”, explicó uno de los representantes de los grupos civiles.

“La reunión fue positiva, la subsecretaria se mostró preocupada y se le pidió que después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos (del martes 6 de noviembre, y si Obama es reelecto) se tomen medidas más serias contra el tráfico de armas a México”, añadió el representante de la ONG, quien habló a condición de mantener su nombre en el anonimato.

Mientras Sicilia se reunía con Otero y después con Sarukhán, otros integrantes de la Caravana se entrevistaron con representantes de 27 legisladores federales estadunidenses, a quienes contaron sus historias de horror y pidieron tomar acciones legales contra el tráfico de armas, así como dejar de apoyar la lucha militarizada contra el narco en México.

Durante su visita al Capitolio, dos de los integrantes de la Caravana fueron detenidos por la policía legislativa antes de cumplir su cometido de entregar un bloque de cemento similar al que Sicilia llevó a Sarukhán. Un par de horas después, los dejaron en libertad.

Al pasar el bloque de cemento por la máquina de rayos “x”, los policías del Congreso vieron una bala y un pedazo de arma, y por esa razón arrestaron a los dos miembros de la Caravana por la Paz.

El bloque de cemento confiscado fue entregado posteriormente al representante demócrata por el estado de Georgia, John Lewis, uno de los legisladores estadunidenses que luchan por frenar en Estados Unidos la venta indiscriminada de armas de fuego.

No obstante, la Caravana por la Paz acarrea otros dos bloques de cemento con pedazos de armas encapsuladas, un AK-47 y un revólver calibre 45.

De los bloques restantes, uno es para la organización no gubernamental Oficina de Asuntos para América Latina

(WOLA) y otro para llevarlo a México, ya que servirá como cimiento para levantar un memorial para las víctimas de la guerra que desató Calderón.

Las armas destruidas y encapsuladas en el cemento fueron compradas en Arizona por los miembros de la Caravana y después destruidas en Houston, Texas.

La adquisición de las armas se hizo para demostrar que en Estados Unidos comprar rifles o pistolas de alto poder es tan fácil como ir a la tienda a comprar dulces.

Sicilia y la Caravana concluirán este miércoles 12 su recorrido por Estados Unidos, que inició el 11 de agosto y culminará en Washington con una marcha por la noche para denunciar el respaldo de la Casa Blanca a la lucha contra las drogas de Calderón, y la necesidad de contener el tráfico de armas.

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