domingo, septiembre 23, 2012

Desocupación: 50% más


Informales: 14.7 millones
Pemex: el empleo gallego

Carlos Fernández-Vega / México SA

Sólo faltan dos meses y pico para que el actual inquilino de Los Pinos deje la residencia oficial, y a estas alturas uno de los grandes logros del Presidente del empleo es el sustancial incremento sexenal de la desocupación oficial en el país: poco más de 50 por ciento (hasta agosto pasado) en el periodo, más el vertiginoso crecimiento de la informalidad, en la que sobreviven más de 14.73 millones de mexicanos, contra 13.7 millones con empleo permanente en el sector formal, donde los salarios y las condiciones laborales no son precisamente para presumir.

Muchas son las asignaturas pendientes del que felizmente ya se va, pero la del empleo es una de las tristemente sobresalientes. A lo largo de su estadía en Los Pinos, Felipe Calderón presumió, prácticamente todos los días, que en materia de empleo su gobierno registraba cifras históricas, con una generación de puestos de trabajo nunca antes vista, por lo cual se auto congratulaba por los grandes logros obtenidos. Aun así, su peor enemiga, la terca realidad, se encargó de desmentirlo con la misma periodicidad con la que el susodicho se auto alababa, mientras un número creciente de mexicanos engrosaban las filas del desempleo, la subocupación y la informalidad.

Al cierre de agosto pasado, de acuerdo con el más reciente informe del Inegi, el 5.39 por ciento de la población económicamente activa se encontraba en desocupación abierta, lo que en números fríos equivale a casi 2 millones 750 mil mexicanos en tal condición. La noticia buena, según los indicadores del citado instituto, es que la tasa oficial de desocupación se redujo de 5.79 a 5.39 por ciento de la PEA entre agosto de 2011 e igual mes de 2012. El elemento a destacar es que tal reducción se debió, en más dos terceras partes, a la ocupación en el sector informal de la economía. En sus indicadores oportunos de ocupación y empleo, con cifras al cierre del octavo mes del presente año, dicha institución puntualiza que si el comparativo se realiza entre julio y agosto de 2012, entonces la tasa oficial de desocupación abierta aumentó 0.14 puntos porcentuales. En las grandes áreas urbanas (aquellas con cien mil habitantes y más) el multicitado indicador involucró a 6.38 por ciento de la PEA.

Casi tres años de crecimiento sostenido (2010-2012), como lo presume el inquilino saliente de Los Pinos, no sirvieron de mayor cosa en materia de empleo, toda vez que la tasa oficial de desocupación se mantiene en elevados rangos y la correspondiente al sector informal no ha parado de crecer. Y lo peor del caso es que los egresados de instituciones de educación media superior y superior se mantienen como los principales afectados por las políticas del Presidente del empleo. De acuerdo con las cifras del Inegi, 75 de cada 100 desocupados son los que cuentan con mayor nivel académico. Los 25 restantes no completaron la secundaria y en otros casos la primaria.

En menos de tres décadas, México se transformó de un país semindustrializado a uno de servicios, y a estas alturas en este sector se ocupa casi 62 por ciento de los mexicanos en edad y condición de laborar; en las actividades agropecuarias apenas 14 por ciento de la PEA y el resto en el sector industrial, fundamentalmente en el área maquiladora. Los empleadores se aproximan a 2 millones 300 mil, aunque en el IMSS sólo aparecen registrados 800 mil, es decir, apenas una tercera parte de los oficialmente existentes, con las consecuencias fiscales y laborales por todos padecidas.

En las 32 entidades de la República parece darse un concurso para obtener la medalla en materia de desocupación. En el Distrito Federal, esa maravilla que días atrás describió Marcelo Ebrard (léase Marcelolandia), el 6.66 por ciento de su población económicamente activa está desocupada, con lo que el ombligo del país ocupa la cuarta posición nacional, junto con Aguascalientes, en lo que a desocupación se refiere. El oro, la plata y el bronce se lo llevan, respectivamente, Baja California, con 7.15 por ciento de desocupación; Tamaulipas, con 7.1 por ciento; y Chihuahua, con 6.87 por ciento (el copetón dejó al estado de México con una tasa de 6.84 por ciento).

Otro elemento aportado por el Inegi es el relativo a los mexicanos que, aún con empleo, el ingreso no les alcanza y se ven en la necesidad de buscar complementos. Así, al cierre de agosto pasado, la población subocupada representó 8.4 por ciento de la población ocupada, algo así como 4.3 millones de personas. El porcentaje de subocupación es más alto en los hombres (9.2 por ciento) que en las mujeres (7 por ciento). La buena, según el instituto, es que en agosto este indicador registró una disminución de 0.34 puntos porcentuales, en comparación con el cierre de julio.

De acuerdo con sus mediciones, el Inegi revela que la tasa de ocupación parcial y desocupación (población desocupada, más la ocupada que trabajó menos de 15 horas a la semana) se ubicó en 11.79 por ciento de la población económicamente activa, ligeramente por arriba del registro de un año atrás (11.75 por ciento). Y la tasa de presión general (incluye además de los desocupados, a los ocupados que buscan empleo, por lo que da una medida global de la competencia por plazas de trabajo conformada no sólo por los que quieren trabajar sino por los que teniendo un empleo quieren cambiarlo o también los que buscan otro más para tener un segundo trabajo) llegó a 9.56 por ciento de la PEA, contra 9.27 por ciento en agosto de 2011. Ese es el ingrato panorama a escasos dos meses de que el Presidente del empleo por fin se vaya mucho para otra parte.

Las rebanadas del pastel

Pero no hay de qué preocuparse, porque Petróleos Mexicanos utiliza los recursos de la nación para generar empleo formal (alrededor de 3 mil nuevas plazas) y reactivar la economía, aunque no sea en México ni a la mexicana, sino en Galicia y a la gallega, lugar que alguna gracia debe tener como para inspirar al director de la paraestatal, Juan José Suárez Coppel, quien ahora está maravillado con el negocio de los hoteles flotantes, aunque su obligación sea otra. Pero bueno, en este caso, también felizmente, falta muy poco para que el susodicho acompañe mucho al Presidente del empleo, si es que no termina de clavarle el puñal a la primera empresa del país. A ver si, en reciprocidad, Mariano Rajoy le hace un favor a México y a Suárez Coppel le otorga la residencia en Vigo.

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