miércoles, agosto 08, 2012

Leyenda, cantaleta y absolutos

Eduardo Ibarra Aguirre

Más tardó Ricardo Monreal en presentar la denuncia a los medios de difusión sobre la cuenta utilizada por Luis Videgaray para triangular recursos del gobierno del estado de México a la campaña de Enrique Peña, que el coro mediático de los magnates del duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio en desmentirlo. Incluso con el hilarante pretexto de que el zacatecano se coloca los lentes a media nariz para parecer “respetable”, al decir de Rafael Pérez Gay.

Reza el comunicado de Scotiabank: “En relación con la información dada a conocer este mediodía (2-VII) en algunos medios, esta institución bancaria informa lo siguiente: el señor Luis Videgaray no es titular de la cuenta 03800806935 y no está registrado como administrador en el periodo de enero a junio de 2012, como se ha señalado”. (El mismo día, por cierto, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores reportó que el oligopolio extranjero que domina a los 42 bancos comerciales que operan en México, obtuvo en el primer semestre de este año 43 mil 500 millones de pesos en utilidades, monto 24.2 por ciento superior a los 35 mil millones que ganaron en el mismo periodo de 2011.

Y la tensa calma volvió a la sede del Revolucionario Institucional, donde el vocero Eduardo Sánchez alcanzó a hilvanar “Ésa es una jalada”. Pero Videgaray Caso, estratega consentido de Peña Nieto, no fue más lejos del muy utilizado “Absolutamente falso lo que acaba de declarar Monreal. Lamentable que recurran a la mentira burda para subir el volumen a su cantaleta”.

Entre cantaletas se encuentra sometido el electorado. Los inexistentes absolutos no convencen ni a quienes los profieren, tal y como quedó demostrado en los últimos 35 días, pues la terca realidad los relativiza al demostrarse, por ejemplo, la existencia de las tarjetas Monex Lealtad, que el Instituto Federal Electoral ya solicitó al Tribunal Electoral, y el uso de miles de plásticos con el logotipo de Soriana. La aportación informativa, documentada, sigue en manos de Carmen Aristegui en MVS, Proceso, Reforma y La Jornada, mientras el coro mediático rinde honores a su redituable condición, aunque no faltan quienes lo hacen por convicción.

Por supuesto que aún es oportuna la recomendación hecha por el polémico Víctor Manuel Camacho, consistente en que el PRI y su candidato no sigan cometiendo “el error de negar todo”, que no ocurrieron irregularidades y que, por lo menos, “tengan la habilidad para distanciarse de las posibles violaciones a la ley y remitir el caso a las instancias judiciales”. No es mucho pedir si se pone en juego el más común de los sentidos.

Mas el equipo jurídico de Enrique Peña, coordinado por Jesús Murillo, no se sale del guión y denuncia que “la izquierda crea leyendas urbanas”, pues el caso Monex (presunta triangulación ilegal de recursos en el PRI), así como la entrega de tarjetas Soriana (supuestamente para la compra y coacción del voto), son parte de una novela construida por el Movimiento Progresista.

Ojalá –Alá quiera– que a Karam le asistiera la razón, pero millones de mexicanos movilizados difícilmente son ignorantes, como los percibe el cacique de Hidalgo y prócer del autodenominado nuevo PRI.

Una de las columnas vertebrales de la indignación hecha movimiento, #YoSoy132, documentó 2 mil 700 anomalías en la elección. Se trata de “hechos violentos, delitos electorales técnicamente cualificados, irregularidades en el funcionamiento de las casillas, amenazas y amedrentamiento a observadores electorales”. Hubo “un descomunal rebase a los topes de campaña de todos los partidos, pero de manera desproporcionada por la coalición PRI-PVEM”. Es previsible que respondan: Absolutamente falso.

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