martes, agosto 21, 2012

¿Comunicación o mala leche?

Municiones para los detractores
Un caso de copy and paste

Miguel Ángel Velázquez / Ciudad Perdida


Fue, tal vez, un asunto de comunicación, pero con mayor seguridad podríamos apostar a que se trató de un caso de mala leche. Nos referimos, desde luego, a la reunión de prensa para presentar las pruebas con las que las izquierdas fundamentan su exigencia a las autoridades electorales para que se anulen las elecciones presidenciales pasadas.

Decíamos que se trató, quizá, de un asunto de comunicación porque la importancia de esa reunión era el cúmulo de objetos, dineros y animales de los que había echado mano el PRI para comprar la voluntad de los votantes. Entonces se tendría que haber dicho que una concesión para operar las nuevas frecuencias de comunicación, por ejemplo, tiene el mismo valor si de lo que se trata es de pervertir la voluntad de un elector.

Durante buen tiempo el discurso de los enemigos de una democracia sin trampas fue: no hay pruebas para declarar la invalidez de la elección. Entonces de lo que se trataba era de poner esas pruebas sobre la mesa, de que todos las vieran, de que se dieran cuenta de que la corrupción, que fue el tema electoral, tomó todo lo que había a su alcance para comprar las voluntades de muchos necesitados, y de buen número de ambiciosos.

Tenía que haber dicho, así, que una gallina significa, para una familia pobre, la posibilidad de alimentarse, así como una tarjeta de un supermercado es la posibilidad de llevar algo de comida, en muchos casos, a las mesas más pobres de las ciudades, o bien, una concesión para un acaudalado es saciar ambiciones.

El valor resulta el mismo. Obliga, en buena parte de los casos, a cambiar la orientación del sufragio, es decir, lo mismo compra un yate que un pato: un voto, en este caso. No se pudo explicar, pero debió decirse, ponerse en claro para evitar lo que sucedió después, el escarnio que se hizo de ese acto al que obligaba la ley, y que exigían los de la democracia tramposa, sucia.

Y es por ello que, con el sello tan de ellos, se hizo burla no de López Obrador y de las pruebas de la trampa, sino de la gente que, por hambre o por cualquier otra necesidad, aceptó vender su voto y luego, arrepentida, ha llevado hasta el dominio de las izquierdas la moneda con la que le pagaron su abdicación al cambio.

Ignorar esas pruebas o hacer de ellas parte de las municiones con las que todos los días se ataca a López Obrador es parte del trabajo que se impusieron quienes confían en que el siguiente régimen les permitirá continuar navegando en los inmensos mares de sus conveniencias.

Total, en la Expo Fraude que se presentó en el Zócalo faltaron muchos otros elementos que intervinieron en la elección. La impunidad, los favores por pagar y otros tantos, muchos intangibles, por el momento, no estuvieron presentes en la plancha de la plaza mayor de México, pero sí están en el ánimo de mucha gente que entiende que el valor comercial del voto depende de la necesidad o, como decíamos antes, de la ambición de quien vende. Ese es el asunto.

De pasadita

Felipe Calderón se lanzó a llamar la atención sobre los peligros que entraña el llamado bullying, que afecta a todos los niños en edad escolar. Los remedios y la alarma con los que trató el tema nos refirieron a un discurso que no hace mucho pronunció el ex secretario de Educación del Distrito Federal, Mario Delgado, hoy senador electo, en el que alertó sobre el problema. Sin darlo como absolutamente cierto, nos parece que Calderón utilizó hasta las mismas frases que usó Delgado. En el terreno escolar eso se llama copy and paste, ¿o no?

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