jueves, mayo 31, 2012

La peor semana de Peña

Francisco Garfias

La complacencia dio paso a cierto nerviosismo. Las luces amarillas están encendidas. Ha sido la peor semana de Enrique Peña en lo que va de la campaña. Las encuestas se mueven. No precisamente para ampliar su ventaja. Los priistas voltean a ver al Peje y hacen cuentas.

El escándalo de Yarrington les pegó con poco más de dos puntos. Es lo que dicen los sondeos. Quedan cuatro semanas. Hacen cuentas. Entre ocho y diez puntos menos en el peor escenario. “No le alcanza”, se autoconvencen.

Están conscientes de los riesgos. La espada de Damocles sobre algún otro ex gobernador. Candidatos no faltan. Los fantasmas que revive la película sobre Colosio. Los chavos en la calle y su grito de “ni un sólo voto al PRI”. El juicio político contra el candidato presidencial del PRI que pide el movimiento #YoSoy132 por lo de San Salvador Atenco.

Los cartuchos allí están. Perturbadores. Le ventaja es amplia, pero no hay margen para confiarse.

López Obrador crece en las encuestas. Dejó el discurso de la República Amorosa. Volvió a ser él. Va de nuevo contra “la mafia en el poder”. Sus palabras inflaman el natural espíritu antisistema de los jóvenes.

A Calderón lo quieren enjuiciar también, por los más de 60 mil muertos de la guerra al narco. A Elba, en el ocaso del poder, la pusieron igualmente en el banquillo por “secuestrar” la educación. Son parte de los acuerdos del movimiento #YoSoy132.

El Peje ya pasó al segundo lugar en la intención de voto. Apenas rebasó a Josefina, a quien se aferran a presentarla como “la destripadora”. Sus asesores le pusieron los guantes. No es lo suyo. Sus virtudes son otras. La negociación, por ejemplo.

Paralelo al crecimiento del tabasqueño aparecen de la nada asuntos truculentos relacionados con él. Las famosas Adelitas hoy son utilizadas para golpearlo. Un supuesto fraude con las viviendas que les habrían prometido. Hasta lana les pidieron, dicen ellas. Entre 100 y 250 mil pesos. “No nos devolvieron nada”, juran.

En la prensa nacional se filtran detalles de una reunión en casa de Luis Creel, primo de Santiago, en el que habrían pedido a un grupo de poderosos empresarios seis millones de dólares para terminar la campaña. El Peje lo desmintió tajantemente.

Hoy se abre en Mérida la Mesa Política del Foro Encuentros por el Futuro de México que organiza la Fundación Colosio, que encabeza César Camacho. El evento suscitó curiosidad. Por primera vez en la campaña Manlio Fabio Beltrones hablará frente al candidato Enrique Peña Nieto.

Al senador sonorense le tocará dar las conclusiones en el tema de gobernabilidad y democracia de resultados. Es la Mesa 1. La más atractiva. El anfitrión es Sabino Bastidas. Participan Jorge Alcocer, Luis F. Villanueva, María Amparo Casar, Luis Medina Peña, Guillermo Cejudo y Juan Gabriel Valencia.

Peña y Manlio mantienen puntos de vista diferentes sobre el tema de la gobernabilidad. El mexiquense está por la eliminación de lo que llama la “cláusula de gobernablidad” que impide, según él, la construcción de mayorías.

El sonorense es más ambicioso sobre el punto. Quiere una reforma política para crear, entre otras cosas, la figura de jefe de gabinete.

Otra participación sorpresa es la de Enrique Cabrero Mendoza, director del CIDE, un ente gubernamental. Es el relator de la Mesa 5: Federalismo del Siglo XXI. El desaparecido Enrique Jackson viene como experto en la Mesa 4: Colaboración entre poderes y participación ciudadana.

Andamos en Mérida, sede del foro. Mañana les contamos.

La “guerra sucia” está a todo lo que da. Es inherente al proceso electoral. Es mucho lo que estará en juego en las urnas el próximo primero de julio. Vemos difícil frenarla.

Aun así, no está de más el compromiso asumido ayer por el secretario de Gobernación. Alejandro Poiré, y dirigentes de todos los partidos, excepto el PT.

Pedro Joaquín Coldwell, PRI; Gustavo Madero, PAN; Jesús Zambrano, PRD; Jorge Legorreta, PVEM; Ricardo Mejía, Movimiento Ciudadano, y Luis Castro, Nueva Alianza, coincidieron en la necesidad de que este último tramo del proceso electoral se desarrolle en el marco del respeto a la ley; pero también en un ambiente político de civilidad, de tranquilidad y respeto mutuo.

Es un catálogo de buenos propósitos que chocan con la necesidad de tirarle lodo al otro para subir en las preferencias electorales.

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