viernes, marzo 23, 2012

Terremoto: consecuencias y vivencias

David Colmenares

-Sociedad e infraestructura mejores
-No hay alerta para la crisis fiscal

A Juventino Pineda Pinto por una pronta recuperación
En Memoria de mi amigo y compañero Gabriel Gómez Schiaffino


Los movimientos telúricos de la semana, nos hacen recordar que estamos en riesgo de que se repita un movimiento como el de 1985, de acuerdo a lo que han señalado los expertos en el tema, pero también nos muestran que estamos mejor preparados para afrontarlo, es una buena señal de alerta, por si ya habíamos olvidado la bomba de tiempo que amenaza a la ciudad de México.

Varios temas se desprenden de lo anterior: la diferencia que existe en los daños en función del nivel de desarrollo de las áreas donde se presentan los desastres naturales; las asimetrías para financiar la reconstrucción; la necesaria verificación de la dimensión del desastre; y el drama humano que se vive, vivimos, quienes hemos estado en medio de los temblores y sus consecuencias.

Me ha tocado vivir experiencias como la de 1957 al lado de mis padres y hermanitos siendo un niño, pero conciente de las consecuencias, recordadas hoy por la caída del Ángel de la Independencia. Viví el pavor de mis papas y su prioridad para proteger a sus hijos, antes que a ellos mismos. Hoy desafortunadamente ya no están conmigo. Mi abuela materna murió cuando el terremoto de 1931 en Oaxaca.

En 1985 estando con mis dos hijos pequeños y mi esposa, sólo asumimos pararnos en el marco de la puerta cargándolos, esperando que pasara el más fuerte movimiento que habíamos sentido; al concluir salimos destapados a la escuela a intentar llegar a tiempo al Colegio Alexander Bain, pero en el trayecto nos dimos cuenta de la magnitud de la tragedia.

En aquel entonces era Director de Finanzas de la empresa cooperativa que editaba el Periódico El Día. Habíamos reunido a nuestros corresponsales y los concentramos en el Hotel Regis. Sufrimos la pérdida de Toño Mejía, corresponsal en Oaxaca, uno de los mejores. Por cierto mi buen amigo Ericel Gómez Nucamendi caminaba en la Alameda en ese momento con mi también amigo, Jesús Martínez Álvarez.

Al otro día del terremoto, recorrí el centro de la capital y la colonia Roma, la ciudad parecía bombardeada: recuerdo el drama de las costureras atrapadas y muertas en San Antonio Abad, el drama de los edificios caídos en Tlatelolco, lo mismo que el Hospital Juárez, donde salvaron la vida muchos bebes y la terrible exposición de los cadáveres en el Parque de Beis bol. La réplica del segundo día me encontró trabajando y corrí a mi casa empavorecido. Unos de los momentos más difíciles de mi vida, ante el caos, calles cerradas, violación de todas las leyes de tránsito, etcétera. Lo que pasaba en una Ciudad que no estaba preparada para un desastre natural de esas dimensiones.

Este martes estaba en Oaxaca, al subir al carro se iniciaba la alerta sísmica, lo que me permitió ser el primer papá en llegar a la escuela de mi hijito Bruno, como me instruyó mi esposa, pero afortunadamente las cosas ahí estaban controladas sin ningún riesgo para los niños.

El recuento según el Gobierno de Guerrero es de 30 mil viviendas dañadas y según el de Oaxaca dos mil casas. Habrá que verificar por supuesto. En Ciudad de México, un saldo blanco, con revisiones en mil edificios, pero ninguna persona fallecida, lo que habla de mejores normas de construcción, un Gobierno mejor preparado para afrontar crisis, ciudadanos más alertas, organizados y comunicados.

Las viviendas dañadas en estos dos estados, fundamentalmente en la costa, cerca de Ometepec –la tierra de Ángel Aguirre- y Pinotepa Nacional. El Gobernador de Guerrero ya vivió en su interinato el Huracán Paulina, y Gabino Cue colaboraba con Diódoro Carrasco, quien tuvo una gran reacción como Gobernador y como Gobierno frente al mismo huracán.

La Ciudad de México muestra el resultado de muchos avances, buenos gobiernos como el de Ebrard y una excelente coordinación con las áreas de protección civil del Gobierno Federal.

Un problema para Guerrero y Oaxaca será por supuesto el pari passu para recibir recursos del FONDEN. Ambos tendrán que seguirse endeudando para reconstruir, no para crecer. Pero así ha sido el terremoto que ha cimbrado el endeble y centralista Pacto Fiscal, contra el que todavía no hay alerta sísmica.

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