martes, marzo 27, 2012

Los 10 milagros del Papa

Ricardo Alemán

Además de los “milagros” que los católicos le podrían acreditar a la visita de Benedicto XVI a México, nadie puede pasar por alto que el Obispo de Roma también hizo prodigiosos “milagros políticos” entre la llamada clase política mexicana.

1. Y es que fue un verdadero “milagro político” que el Papa y el presidente Felipe Calderón coincidieran en temas como la impostergable lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico y, por supuesto, el reclamo de que se prohíba el tráfico de armas de Estados Unidos a México. Y el “milagro” fue tal, que el Obispo de Roma terminó por otorgarle un impensable espaldarazo al gobierno de Calderón —en tiempos político-electorales—, en su lucha contra las bandas criminales.

2. Fue un verdadero milagro que el jefe del Estado vaticano haya convocado a los cuatro presidenciables —Peña Nieto, Vázquez Mota, López Obrador y Quadri—, a los que postró frente al Cristo Rey, emblema religioso de la lucha cristera —y la casa de los ultraconservadores activistas de El Yunque—, y el reblandecimiento del concepto laico de los políticos mexicanos.

3. Y es que fue un milagro que los presidenciables mexicanos, Enrique Peña, Josefina Vázquez, Andrés López y Gabriel Quadri, aparecieran como fieles devotos, cuando en realidad sólo fueron en busca de votos. ¿Por qué votos? Porque pocos creen en el fervor católico de los presidenciables del PRI, el PAN, el PRD y Nueva Alianza, ya que está claro que acudieron a Guanajuato en busca del voto de los católicos, que son 80% de los mexicanos.

4. Y, claro, es todo un milagro de la incongruencia de las llamadas izquierdas mexicanas, que su representante ante el Vaticano, el señor Andrés Manuel López Obrador, hoy no tenga manera de justificar y explicar la grosera claudicación que significa que —por la urgencia de votos—debió sumarse a los ultras de El Yunque, para darse golpes de pecho frente al Papa. Es decir, que un voto justifica toda la incongruencia.

5. Pero acaso el mayor milagro se produjo cuando el mismo AMLO prometió al mundo entero que había perdonado a su más grande enemigo: Felipe Calderón. Y es que, en declaración periodística, López Obrador pareció tocado por la mano divina “para perdonar” a Calderón. ¡Oh, milagro! ¡El mundo puede dormir tranquilo!

6. Un milagro similar, de perdón, pareció operar en el peor presidente mexicano, Vicente Fox, quien también asistió a misa ante el Cristo Rey. En una de ésas, Fox se movió del lugar asignado y extendió su “mano amiga” a AMLO. Pero no se dio el saludo, Fox sólo palmeó el hombro de López Obrador.

7. La divinidad papal también tocó al presidente Calderón, quien olvidó sus responsabilidades en tanto jefe del Gobierno y del Estado mexicanos; en tanto guardián del Estado laico, y se postró para recibir “la comunión” de manos del Papa. Resulta que el mandatario de todos los mexicanos, que somos los mandantes, no les dijo nunca a sus patrones —los ciudadanos— que por un momento dejaba de ser jefe del Estado y del Gobierno, para comportarse como un católico más.

8. La visita papal también hizo el milagro de ratificar a Guanajuato como bastión de la derecha y la ultraderecha mexicanas, de El Yunque y, claro, del partido en el poder. Es decir, vimos el milagro del regreso del Cristo Rey, emblema de los cristeros que se levantaron en armas contra el gobierno de uno de los fundadores del viejo PRI. Y, hoy, los abanderados presidenciales, no sólo del viejo PRI, sino del PAN y de las izquierdas, se postraron ante el Cristo Rey, hoy estandarte de la ultraderecha, la ideología antagónica de la izquierda y opuesta al PRI. Para la Iglesia católica se vive el triunfo del Cristo Rey.

9. Y, al mismo tiempo, vimos el milagro de que para los jerarcas católicos de Roma y de México perdió su jerarquía el Arzobispado Primado de México, asentado en el Distrito Federal. ¿Por qué el primado pasó a segundo término? Acaso por eso el Papa no acudió al Distrito Federal.

10. Y es que la capital del país, según el Papa, es algo así como la capital del pecado; la capital del aborto, los matrimonios entre personas del mismo sexo; la capital de la píldora del día después. Y, casualmente, esa capital, la capital del mal, es gobernada por la izquierda. Un mensaje contundente, sobre todo en tiempos electorales.

Y el milagro que no vieron los católicos y que no escucharon los ciudadanos en general fue el de una censura clara y severa contra los jerarcas católicos mexicanos que solaparon al criminal fundador de Los Legionarios de Cristo: el pederasta Marcial Maciel.

Al tiempo.

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