lunes, marzo 26, 2012

La mejor policía

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Únicamente un especialista podría determinar la distancia y diferencia entre la realidad en la que viven los mexicanos y la elegida por su presidente, Felipe Calderón, para explicar a sus gobernados avances y retrocesos en las políticas públicas, en la recreación informativa con el propósito de que la carroza no se le convierta en calabaza.

Por eso resulta fundamental discernir qué quiere decir Felipe Calderón, cuando sostiene que legará a los mexicanos la mejor policía del mundo. No establece punto de comparación, a menos que se use su lejana referencia a “todos los juguetes” de 24, y viese en la eficiencia de Facundo Rosas un mimetismo con la de Jack Bauer.

¿Qué es para Felipe Calderón la mejor policía del mundo? ¿Elige como paradigma la honrosa, intensa y eficiente labor de Genaro García Luna? ¿Piensa, como él y Lizeth Parra Hernández, que la recreación informativa de los operativos policiacos puede trasladarse a todos los ámbitos de la administración pública, para recrear la realidad de este gobierno, y hacerlo exitoso, así, sin más?
En un diálogo entre Fukaeri y Tengo, en 1Q84, de Haruki Murakami, el escritor deja asentado lo siguiente:

-… Se restringe la información y se reescribe la Historia incesantemente. El protagonista (se refiere al de 1984, de George Orwell) trabaja para la Administración y se ocupa de corregir palabras. Al construir una nueva Historia, la vieja se suprime por completo. Para ello se van sustituyendo también las palabras o se cambian sus significados. Como la Historia se reescribe con tanta frecuencia, llega un punto en el que ya nadie sabe qué es verdad. Nadie sabe quién es aliado y quién enemigo. De eso se trata.

-Arrebatar la Historia legítima es igual que arrebatar una parte de una personalidad. Es un crimen.
De ese tamaño es lo que han hecho con la seguridad pública de los mexicanos, donde la adquisición de equipo y armamento, por ser considerado de seguridad nacional, no se ha transparentado lo suficiente, como tampoco las contrataciones para el mantenimiento del equipo de vuelo a BizJet.

Al contrario de las aspiraciones presidenciales, nada quedará de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, nada de su policía y quién sabe en qué estado entreguen las cuentas del armamento adquirido, porque de lo único que no se preocuparon fue de lograr el personal adecuado para las tareas que el cambio de modelo policiaco requiere.

México dejó de ser un país con fronteras definidas y compromisos internacionales perfectamente acotados y firmados. La globalización, primero, el terrorismo y las nuevas exigencias de seguridad regional e interna de Estados Unidos modificaron el destino de México, y sus gobernantes no supieron aprovecharlo, ni siquiera para que la carroza no se les convirtiera en calabaza, o al menos para heredar una policía de acuerdo a las circunstancias.

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