miércoles, febrero 08, 2012

Josefina cambia el escenario de 2012

Jorge Fernández Menéndez

Hace ya tiempo le pregunté a Josefina Vázquez Mota por qué no aceptaba la candidatura panista al Estado de México. Me dio varias razones, pero la más importante fue que se había trazado una ruta personal que era buscar la candidatura presidencial. Ya en alguna otra ocasión habíamos hablado del tema, pero más como una hipótesis que como un objetivo real. En aquella ocasión, con la elección mexiquense en ciernes, no tenía duda alguna sobre cuál debía ser su meta. Iba a buscar la candidatura presidencial y veía que los intentos de que fuera al Estado de México, más que buscar hacer competitiva esa candidatura estatal, estaban destinados a sacarla de esa carrera en forma prematura.

Desde entonces la he visto trabajar con un orden y una constancia notables en busca de su objetivo. Soportó presiones de todo tipo, particularmente las internas; fue armando un equipo de muy buen nivel, políticamente se ubicó en el punto idóneo de garantizar continuidad con el calderonismo sin que fuera considerado simple continuismo y logró algo que no generaron sus adversarios internos: expectativas. Josefina ha puesto sobre la mesa una carta que altera los planes de Peña Nieto y de López Obrador, la carta del género.

Hay quienes dicen que México no está preparado para que una mujer sea Presidenta de la República. No lo creo. No creo que como sociedad seamos diferentes a Chile, Argentina, Costa Rica o Brasil, países que han tenido o tienen mandatarias que, además, han sido, en general, muy exitosas en sus gestiones y que mantuvieron o mantienen altos índices de aceptación. No sé si Josefina podrá ganar la Presidencia de la República, pero no me cabe duda de que será una formidable competidora y que su opción será atractiva para muchos sectores que, de otra manera, difícilmente hubieran volteado a ver a la candidatura panista. El hecho es que, por su perfil, la de Josefina es la que se percibirá como la más ciudadana de las tres que se disputarán realmente la Presidencia. Decíamos apenas la semana pasada que era un error acusar, como lo hicieron Santiago Creel y Ernesto Cordero, a Josefina, de ser una funcionaria que había colocado a pocos panistas en las principales posiciones de la SEP y la Sedesol durante su paso por ambas secretarías. Era un error porque precisamente esa capacidad de apertura hacia otros sectores es lo que hacía atractiva y competitiva la candidatura de Vázquez Mota. Mientras el PRI apuesta al carisma de Peña Nieto y a la sólida estructura territorial que lo caracteriza, y López Obrador juega a capitalizar su imagen de irreductible opositor y confía en las redes de apoyo construidas a lo largo de los años, Josefina apostará a ser puente de conexión entre varios sectores hoy dispersos, dentro y fuera del PAN, y a operar en la política como una mujer moderna en el hogar: la que soluciona disputas, organiza la casa, hace que funcione y termina siendo la referencia de su pareja y sus hijos, y en muchas ocasiones, en casi 30% de los hogares de México, la que mantiene a su familia con su esfuerzo.

Soy de quienes creen que el proceso interno del PAN fue demasiado largo y que este resultado era previsible por lo menos desde diciembre pasado. Creo que se podrían los panistas haber ahorrado desgastes y fricciones internas, pero también es verdad que, finalmente, por la forma en que se dieron las cosas, por lo abrumadora de la victoria de Josefina, por el número de panistas que salieron a votar y también por la actitud madura y seria de Ernesto Cordero y Santiago Creel, al reconocer de inmediato el triunfo de su oponente, el resultado es altamente benéfico para su candidatura presidencial.

Hay quienes se han asombrado de que, en su primer discurso, Josefina se haya ido en forma directa sobre el PRI. Lo asombroso hubiera sido que hubiera elegido otro objetivo. Vázquez Mota, aunque todavía lejos de Peña Nieto, sabe que parte en segundo lugar y su única opción debe ser perseguir al puntero y que para lograrlo debe descontarle dos puntos mensuales (dos que pierda Peña, dos que gane ella). López Obrador, que está haciendo bien las cosas, y en el acto de hoy con Cuauhtémoc Cárdenas lo confirmará, quiere seguir en esa carrera y, paradójicamente, lo que busca son esos mismos votos que giran en el entorno del priismo, los que lo beneficiaron en 2006 y que ahora parecen estar con Peña, pero que busca recuperar Andrés Manuel.

Finalmente hay quienes dicen que esta fue una derrota de Felipe Calderón. En algún plano personal puede ser. En lo político, lo dudo: por el contrario, creo que es el resultado, en el proceso interno, que más puede beneficiarlo de cara al futuro, porque ganó la candidata más competitiva y con un grado de cercanía y autonomía suficientes respecto de Los Pinos como para otorgarle oxígeno al Presidente.

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