jueves, febrero 23, 2012

Franqueza de AMLO

Javier Arcadia Galaviz / Cuestión de Debate

Después de que Andrés Manuel López Obrador se expresó en términos coloquiales en el sentido de que si llegase a perder la elección presidencial se iría a la chingada, pues ante ello sucedió lo esperado, que como reacción inmediata se le vino encima un alud de críticas del tamaño de una montaña.

Sí, sus siempre incisivos detractores que lo han perseguido por todas partes, con lupa en la mano, para ver en qué momento da el traspié o llega a cometer algún error y a partir de ahí descalificarlo, hasta hacerlo pedazos políticamente, si ello es posible. Pues ocurrió que en esta ocasión al emplear espontáneamente en su lenguaje ese popular vocablo, muy común y arraigado entre nosotros los mexicanos, provocó que aquellos críticos santurrones se dieran vuelo a sus anchas al aprovechar esa oportunidad sin igual para burlarse de él hasta el agotamiento, como si se hubiesen contagiado de una especie de risa loca.

Pero lo cierto ha sido que esa expresión, si se quiere altisonante o vulgar (todo depende del tono con el que se haya pronunciado), dolosamente los críticos y adversarios políticos de AMLO la han manejado fuera de contexto, se infiere que con la finalidad directa de desacreditarlo públicamente, porque habrá de saberse que ese vocablo, que aun cuando pudiera ser desafortunado, la verdad es que AMLO, en su carácter de precandidato, no lo manifestó en ningún discurso o declaración ante concurrencia alguna que llegase a faltar al respeto a alguien.

Tal expresión chusca y folclórica, fue el producto de una conversación espontanea, en la que sin ofender a nadie, AMLO habló en primera persona.

Esto sucedió al haber terminado uno de sus eventos y cuando se suponía que las grabadoras y micrófonos habían sido apagados, por lo que es en ese momento cuando AMLO se dispuso, de manera natural y personalizada, a platicar con uno de sus acompañantes, a quien, entre otras cosas, le dijo (palabras más palabras menos) que estaba cansado, y que si le ganaban la elección presidencial de forma limpia, libre y sin trampas, él se iría a la chingada.

Pero cuál fue la sorpresa, que tales micrófonos y grabadoras estaban encendidos, funcionando de manera normal, situación que derivó en que otras personas se percataran de su conversación franca y que se escuchara su voz, y así es como se soltó el irrelevante escándalo, mismo que dio pie para que, incluso, algunos medios impresos engrandecieran este incidente al publicarlo hasta en ocho columnas.

Quizá algunos pensaron que con esto por fin habían agarrado a AMLO en un error, y posiblemente otros hasta habrán creído que así se emparejarían los cartones con relación a Enrique Peña Nieto, ya que éste no ha cometido uno, sino un rosario de errores, más los que le faltan, porque eso de las campañas políticas, como todos sabemos, apenas van a empezar.

Pero resulta que el de AMLO no fue un error, ni tampoco tuvo intención de pronunciar un improperio o una palabra grosera. No, él con esa expresión se refería a que se iría a la finca de su propiedad, ubicada en el estado de Chiapas, a la que curiosamente y de manera coloquial, la llaman la chingada.

Lo cierto es que a AMLO no lo pueden atacar por ningún flanco, y pretenden agarrarse de cualquier insignificancia para tratar de desprestigiarlo ante el electorado, pero, vaya, ahora ya ni siquiera lo pueden acusar de que se come las eses, porque su dicción con seguridad hasta se ha ido haciendo más metropolitana que tabasqueña. En cuanto a lo de cansado, es de reconocer que todos nos cansamos, ya veremos a sus competidores si no se cansan y más si hicieran los recorridos por el país que ha hecho AMLO.

Sin embargo, casi es seguro que ahora cuando formalmente den inicio las campañas políticas y a lo largo de las mismas, como sus adversarios no tienen por donde atacarlo, se van a seguir mofando de él con esa expresión, que a la postre le vendrá hasta simpática, y en el peor de los casos, nomás basta recordar a Emilio González Parra, ex gobernador nayarita y político de la vieja guardia, quien decía, preocúpate cuando ni siquiera hablen mal de ti.

Pálida tinta: Coincidencias o no, pero resulta que ahora que se acaba de anunciar que nuestro país y Estados Unidos, conjuntamente explotarán el petróleo del Golfo de México, es cuando afanosamente, en estos días, los gringos pretenden cambiarle el nombre de Golfo de México por el de Golfo de América. Obvio que esto tiene sus interpretaciones, porque al decir Golfo de México implica que todas esas riquezas que se encuentran ahí, son de México, en cambio al nombrarlo Golfo de América, implicará que tales riquezas, quizá ya no nada más pertenecerán a México, sino también a Estados Unidos. Pero a lo mejor somos mal pensados y nuestros buenos vecinitos lo único que quieren es ayudarnos a sacar ese petróleo, que está muy en el fondo de nuestro mar territorial. ¿Será?

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