miércoles, febrero 01, 2012

El milagro económico de Brasil

Alfredo Jalife-Rahme / Bajo la Lupa

La prensa británica se ha volcado en elogios a Brasil y exalta su milagro económico, como es el caso de una entrevista del Sunday Telegraph (26/11/11) realizada por Harry Wilson a dos banqueros del mismo apellido sin ningún parentesco, quienes han dejado la City, la capital financiera de Gran Bretaña, por Brasil: Roger Jenkins –proveniente del banco Barclays– y Huw Jenkins –proveniente de HSBC y UBS–; ambos son socios ejecutivos de BTG Pactual, banco de inversiones brasileño considerado el mayor de Latinoamérica, con activos de 64 mil 500 millones de dólares e ingresos por casi 6 mil millones de dólares el año pasado.

Según Huw Jenkins, la estrategia de BTG Pactual consiste en transferir su liderazgo en servicios financieros a toda Latinoamérica, espacio hoy inexistente.

Harry Wilson, autor del artículo, considera que Brasil tiene grandes ambiciones y su economía, a pesar del decrecimiento al tercer trimestre, se convertirá en la séptima mayor de mundo, desplazando a Gran Bretaña. Según datos actualizados, Brasil, con un producto interno bruto (PIB) de 2.5 billones de dólares, medido por el poder adquisitivo, ya superó a Gran Bretaña del sexto lugar y le pisa los talones a Rusia, que ocupa el quinto lugar del ranking mundial. Lo asombroso radica en que el PIB per cápita de Brasil se duplicó a 12 mil 500 dólares en los pasados cinco años.

Roger Jenkins señala que las grandes ciudades de Brasil pasan por un auge del consumo y el precio de los bienes raíces se ha disparado en forma alarmante. De allí que el banco de inversiones BTG Pactual se encuentre en varias áreas, desde estacionamientos de carros, pasando por farmacias, hasta hospitales.

En la década de los 70, cuando México navegaba viento en popa, es decir, antes de optar por el suicidio neoliberal, Brasil era considerado un país esclerótico.

Huw Jenkins apunta que Brasil es un milagro que ha tomado 20 años y considera que la estabilidad macroeconómica legada por el antecesor de Lula de 1995 a 2003 demostró que en la fase de 2003 a 2010 la izquierda estaba interesada en el crecimiento así como el ala derecha, lo cual creó la estabilidad política. Hasta donde nos quedamos, el sociólogo Henrique Cardoso es considerado de centro-izquierda (del Partido Social-Demócrata Brasileño). También es cierto que en la lingüística artificial de la globalización la ideología bipolar de la guerra fría fue eviscerada de todo su contenido semiótico, cuando pululan izquierdistas de corte neoliberal monetarista (v.gr. los laboristas blairianos de Gran Bretaña).

Huw Jenkins refiere que es mucho más fácil invertir ahora en Brasil que en Italia o España. ¡Por supuesto!

El autor Harry Wilson aduce que la crisis de la deuda soberana de la eurozona ha servido solamente (sic) para evidenciar la disminución de la brecha de la estabilidad política y financiera entre los mercados desarrollados de Europa y las economías cada vez más ricas y en rápido desarrollo de Latinoamérica; obviamente, con la notable excepción del itamita México neoliberal calderonista.

Dejando atrás el atractivo popular de que Brasil será sede del Mundial de Futbol en 2014 y de los Juegos Olímpicos en 2016, sus estadísticas son asombrosas: en las dos décadas previas a 2010 el total de las inversiones de China en Latinoamérica era menor a 10 mil millones de dólares; solamente en 2010 fueron de 15 mil millones de dólares, y cada año las inversiones de China en la región serán de 25 mil millones de dólares. Otra vez resalta la lastimosa excepción de México, donde las inversiones de China son minúsculas debido a la hostilidad sinófoba tanto de la dupla panista Fox-Castañeda como de la autarquía calderonista.

Suena increíble la mediocridad del panismo y su patológica sinofobia: China invirtió en Brasil 2 mil veces más (¡así, con cuatro dígitos!) que en México en 2010 (datos de Inversión extranjera directa de la Cepal).

El registro de los accionistas de BTG Pactual comporta a diversos gigantes como China Investment Corporation (empresa estatal que maneja los fondos soberanos de riqueza del gobierno), RIT Capital Partners (de los banqueros esclavistas Rothschild) y Ontario Teachers Pension Plan.

Las cifras del Banco Itaú –el conglomerado bancario más grande de Sudamérica, con activos por más de 540 mil millones de dólares e ingresos por 71 mil 400 millones de dólares el año pasado– sobre Brasil exhiben su solidez: 350 mil millones de dólares en reservas de divisas (el sexto lugar mundial, a punto de desplazar a Taiwán y habiendo superado a India, cuando el México neoliberal, para no variar, anda en un mediocre lugar 18); inversiones directas foráneas, 2.5 por ciento del PIB, y deuda pública de 38 por ciento del PIB (una insignificancia cuando se compara con los niveles de deuda impagable del G-7).

Karen Hooper, analista de Stratfor (21/12/11), apunta el desarrollo independiente (¡súper sic!) de Brasil: líder global en aeronáutica, extracción de petróleo, etanol y jugador crucial en los mercados internacionales de materias primas. En forma interesante señala que la mayor parte del crecimiento de Brasil es dependiente de su sustancial (¡súper sic!) mercado interno, cuando el comercio total de Brasil representa solamente 20 por ciento de su PIB y sus exportaciones 10 por ciento del PIB. No lo dice, pero de eso trata el milagro Lula, quien sacó de la miseria a 40 millones de brasileños para incorporarlos a la clase media y al sector de consumo (el verdadero motor del crecimiento, junto a las inversiones de corte neokeynesiano).

Una de mis hipótesis operativas consiste en determinar que el auge tanto de Brasil como de China se debió en gran medida a que conservaron sus bancos nacionales (sean estatales, sean privados, pero nacionales), al contrario del México neoliberal, que literalmente regaló su banca a las trasnacionales, lo cual, a mi juicio, explica en gran medida la patética mediocridad del neoliberalismo de la diarquía del PAN/PRI.

Ya que hablamos de bancos brasileños, justamente Joe Leahy, de The Financial Times (6/11/12), demuestra cómo la banca brasileña ha resplandecido por encima de sus rivales globales, en abrupto contraste con el mundo desarrollado, cuando Itaú Unibanco, el mayor prestamista de Latinoamérica en términos de capitalización de mercado, obtuvo ganancias netas de 25.5 por ciento superiores al año anterior, mientras su rival Bradesco reportó un incremento de 14 por ciento y Banco do Brasil 10 por ciento. Hasta Banco Santander –que naufraga en Europa y que mis contactos financieros aseguran se encuentra en insolvencia–, el mayor banco de crédito foráneo en Brasil, obtuvo resultados mejores de lo esperado.

Joe Leahy confirma la fortaleza subyacente del sector bancario de Brasil, con un crecimiento crediticio de casi 20 por ciento, pese a las turbulencias europeas. A su juicio, la fortaleza del sector bancario brasileño es producto de casi una década de crecimiento económico estable, un desarrollo más incluyente y mejor regulación financiera. ¡Lo contrario del mediocre México neoliberal!

En forma increíble, el crédito total al sector privado es de 47.3 por ciento del PIB (una enormidad: ¡más que el PIB de México!), cuando hace nueve años era de 26 por ciento.

Moraleja: urge la creación de una banca nacional en México (estatal y/o privada) para propiciar el crédito masivo y sacar mínimamente a 20 millones de mexicanos de la miseria.

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