miércoles, febrero 29, 2012

Córdova y Larrazabal: eficiencia o clientela

Jorge Fernández Menéndez

Todavía faltan ajustes en las listas de senadores que están armando los partidos para las elecciones del primero de julio, pero ya comienzan a ser evidentes algunas decisiones que, si no tuvieran un costo para el futuro del país, sencillamente moverían a la risa… o el llanto.

En el PAN, por ejemplo, el lugar número dos de la lista de senadores plurinominales es para Mariana Gómez del Campo, dirigente del débil panismo del DF, que tiene también en los primeros lugares a la ex delegada Gabriela Cuevas. Ambas son mujeres jóvenes, talentosas, con mucha carrera por delante y relativamente poca experiencia, las dos apoyaron a Ernesto Cordero para la candidatura presidencial y no se vieron nada entusiastas con la designación de Isabel Miranda de Wallace a la candidatura panista por el Gobierno del DF. Pero se llevaron un magnífico premio de consolación: ambas serán senadoras de la República por esa extraña lista plurinominal que, en los hechos, viola la Constitución (los senadores no pueden ser plurinominales porque los senadores representan a las entidades federativas y, en el caso de los pluris, están representando a sus partidos, además de que, con su incorporación, hay estados con una representación mayor que otros en la Cámara alta). Lo cierto es que Mariana y Gabriela serán senadoras, pero al mismo tiempo otros personajes con larga historia en el PAN terminaron lejos de los 12 primeros lugares de esa lista (que son quienes en realidad ingresarán al Senado), a pesar de sus méritos y carreras. El caso más notorio es el del ex secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos.

Pocos funcionarios tuvieron en el gabinete de Felipe Calderón un desempeño más eficaz que Córdova Villalobos. Tuvo el enorme mérito de aprender rápido, de conocer el entorno político, de tener junto a sí a un grupo de buenos colaboradores y de moverse hacia el centro, comprendiendo que no era el responsable de salud de un grupo político, sino de un país, de una sociedad compleja, plural, con visiones diferentes y encontradas en muchos temas. Su desempeño en casos relevantes, como la epidemia de influenza, fue muy acertada y terminó su gestión siendo uno de los secretarios con mayor aceptación en el gabinete presidencial. Y dejó el gobierno federal para intentar alcanzar la candidatura de su estado, Guanajuato, por el PAN.

A los sectores más conservadores de ese partido en el estado no les gustó la candidatura de Córdova, lo vieron, dicen, poco comprometido con el proyecto que encabeza el gobernador Juan Manuel Oliva, y que muchos identifican con la corriente de El Yunque. En la elección para candidato, Córdova Villalobos fue bloqueado por esos sectores y nunca tuvo, tampoco, apoyo desde el Distrito Federal. No hubo tal porque el gobernador Oliva apoyaba a Cordero y el ex secretario de Hacienda tenía el respaldo de buena parte del equipo de Los Pinos. Córdova perdió y se sintió maltratado. Lo buscó el PRI desde hace semanas para hacerlo su candidato, mientras que en el PAN prácticamente lo abandonaron.

Pero cuando Josefina Vázquez Mota resultó ser la candidata presidencial, Josefina lo buscó y le ofreció hacerse cargo de los programas de salud de su campaña. Al mismo tiempo se dijo que tendría una plaza en el Senado. Pero no fue así o, mejor dicho, sí terminó en la lista de senadores plurinominales, pero muy lejos de poder aspirar a ocupar un escaño. Tampoco tuvo lugar entre los senadores de mayoría. Lo volvió a buscar el PRI, pero finalmente el tricolor se decidió por uno de sus viejos militantes, Ignacio Torres Landa.

El hecho es que uno de los más eficientes funcionarios del gobierno de Calderón se quedará, literalmente, sin nada, mientras que funcionarios o dirigentes con carreras incipientes ocupan los primeros lugares. En el caso de Mariana o de Gabriela Cuevas se puede entender por la distribución de posiciones con base en el género que ordena la actual legislación, pero es más difícil comprender que, mientras Córdova se quedó en el llano, el alcalde de Monterrey, Fernando Larrazabal, ocupa la primera posición en la fórmula del PAN para el Senado y se ubica, así, como un aspirante natural a disputar la gubernatura en el futuro. Y es difícil de comprender porque hace apenas unos meses el CEN del PAN pidió la expulsión de Larrazabal por el escándalo de los casinos y los negocios de su hermano Jonás. Pero la memoria política parece ser demasiado corta.

Es obvio que, como decía un viejo líder del Partido Demócrata de Estados Unidos, Tip O’Neill (que algo debería saber del tema porque fue senador más de medio siglo en forma consecutiva), “toda la política es local” y las fuerzas locales deciden, sobre todo este tipo de candidaturas. Es verdad, pero no deja de producirnos un muy mal sabor de boca que, en muchas ocasiones, siguiendo esa lógica, los méritos estén tan subvalorados frente al clientelismo.

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