jueves, febrero 23, 2012

Calzón criminal

Ricardo Alemán

Ahora resulta que, según los “sacerdotes” del IFE, es un “delito de lesa elección” que un ciudadano de a pie, profesional del boxeo, decida utilizar un calzoncillo con un logotipo del PRI.

Resulta que, según el IFE, es un delincuente electoral el boxeador que, en una pelea que se llevó a cabo en Las Vegas, decidió bordar un logotipo del PRI en el calzoncillo que utilizó en una pelea. Y es un delito usar el logotipo del PRI, a pesar de que la pelea de box se llevó a cabo a miles de kilómetros de Michoacán, en donde al mismo tiempo se efectuaban las elecciones estatales.

Y es que resulta que la moderna democracia electoral mexicana criminaliza a un ciudadano común y corriente, como el boxeador Juan Manuel Márquez —que tiene la suerte y/o la desgracia de aparecer en televisión gracias a su trabajo como boxeador—, por “cometer el delito” de exhibir en su calzón profesional un logotipo del partido de sus preferencias, el PRI.

Es decir, que el tufo fascista que se respira entre quienes se desempeñan como “sacerdotes” del IFE —por orden de los no menos enloquecidos magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)— convirtieron en criminal electoral a un boxeador, por el hecho de “cometer el delito” de tener un pésimo gusto en su forma de vestir —al bordar el logotipo tricolor en su ropa de trabajo— y por simpatizar con un partido político, como el PRI. Y claro, por creer que tiene el derecho de expresar su militancia, en los medios que le plazcan.

¿Pero cuál fue el descocado y delirante argumento de los “próceres de la democracia electoral”, que cobran millones de pesos por regalarnos sus genialidades?

Casi nada, que el boxeador profesional llamado Juan Manuel Márquez habría cobrado dinero por bordar en su ropa de trabajo el logotipo del PRI, durante un encuentro que se llevó a cabo en Las Vegas, Nevada, Estados Unidos. Malévolo, el boxeador Márquez habría diseñado esa maniobra, porque sabía que su pelea se difundiría en todo México y, claro, en Michoacán, donde millones de electores indecisos esperaban línea para votar por el PRI.

Ese es el “impecable razonamiento”. El problema es que nadie se traga tamaño engaño, en especial cuando hoy todos saben que los consejeros del IFE y sus similares del TEPJF actúan por consigna partidista y a favor de sus respetivos promotores; sean del PRI, del PAN o del PRD.

¿De veras creen los “sacerdotes del IFE” que alguien se va a creer el cuento de que el logotipo del PRI, en el calzoncillo de un boxeador que sostiene una pelea en Las Vegas, pudo influir en la intención del voto, en una elección como la de Michoacán? ¿De verdad creen que las televisoras que trasmitieron la pelea de Márquez se sumaron a esa dizque perversa campaña de proselitismo emprendida desde la capital del juego?

Lo cierto es que, en el fondo, asistimos a la confirmación de que el IFE y el TEPJF —que debieran ser los garantes de las libertades democráticas— en realidad se han convertido en los modernos represores de las libertades básicas. Y es que esos “sacerdotes de la democracia” electoral mexicana hoy reprimen el ejercicio de libertades fundamentales —como la libertad de expresión—, igual que antaño reprimían esas mismas libertades los gobiernos del PRI.

Pero lo verdaderamente escandaloso es que nunca nadie pudo probar que el boxeador Márquez haya cobrado un solo peso por exhibir el logo del PRI y menos que las televisoras hayan pretendido influir en el proceso electoral michoacano, con esa pelea de box. ¿Y entonces qué hay detrás de esa descocada resolución del IFE y de la orden que, en ese mismo sentido, le dio el TEPJF?

La respuesta es elemental. El IFE y el Tribunal Electoral parecen haberse sumado a la guerra sucia contra un partido político; parece que ya son parte de la guerra del ventilador que salpica de estiércol a todos los actores del proceso electoral. En otras palabras, que abundan las evidencias de que el IFE ya se alineó contra el PRI. ¿Y por qué el escándalo del calzón es un atentado a las libertades básicas?

Porque un ciudadano de a pie, como un boxeador, no se puede vestir con ropa de trabajo que tenga el logotipo de un partido, porque entonces es considerado criminal electoral; porque la vestimenta también es parte de la expresión corporal de los ciudadanos. Y también esa libertad la censuran el IFE y el TEPJF. ¿Qué sigue; quién sigue?

EN EL CAMINO

¿Cuántas curules y escaños servirán como manto de impunidad? Al tiempo.

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