viernes, febrero 24, 2012

Asesor de México

Raymundo Riva Palacio

En permanente exploración de nuevas formas para acercarse al lector, la columna Estrictamente Personal ha buscado durante más de tres lustros decodificar la toma de decisiones en la política mexicana y exponer las tensiones del sistema en el que o...
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La fuga y matanza en el penal de Apodaca, donde Los Zetas extendieron su guerra de exterminio contra el Cártel del Golfo el domingo pasado, y las secuelas de violencia al interior de la cárcel y de turbas en el exterior, exhibieron la incompetencia del gobernador Rodrigo Medina en el manejo de estos fenómenos.

De hecho, ha sido incompetente en todo este campo desde el principio de su administración, al revés las recomendaciones que le hicieron para manejar el creciente problema del narcotráfico en Nuevo León. No le hizo caso a nadie dentro del gabinete federal de seguridad, y siguió el consejo de Jorge Tello Peón. Ahí están las consecuencias.

Tello Peón dirigió el Centro de Investigación para la Seguridad Nacional durante el gobierno de Ernesto Zedillo, y fue incapaz de resolver el secuestro de Fernando Gutiérrez Barrios, el arquetipo de policía político y ex secretario de Gobernación. En el gobierno de Vicente Fox lo nombraron subsecretario de Gobernación, responsable de los penales, y fue a él como responsable, a quien mientras visitaba el penal de máxima seguridad de Puente Grande, se le escapó un célebre prisionero, Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Humillado, salió del gobierno y fue contratado por Lorenzo Zambrano, presidente de Cemex. De la mano de Zambrano, los empresarios de Monterrey lo recomendaron con el presidente electo Felipe Calderón, quien le ofreció ser secretario de Seguridad Pública Federal, pero no aceptó. Más adelante, siempre en la nómina de Cemex, fue secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional y posteriormente asesor presidencial.

Tello Peón estuvo fuera del circuito de seguridad e inteligencia en la década que la tecnología se revolucionó a gran velocidad tras los atentados terroristas en Estados Unidos en 2001, por lo que se hizo viejo en doctrina y conocimiento, que se tradujo en una obsolescencia notoria dentro del gabinete.

Se fue como llegó, discretamente, al amparo de Cemex y Zambrano, quienes una vez más, como antes con Calderón, se lo recomendaron a Medina para la seguridad en Nuevo León y se lo prestaron para que lo asesorara.

Medina, llegó al gobierno neoleonés en el inicio de la lucha entre cárteles que antes compartían la plaza. Tello Peón le trazó la estrategia a seguir y fue errática. Los cárteles se le montaron, le desestabilizaron el estado y los grupos empresariales que lo habían apuntalado, lo empezaron a abandonar y a sumarse a sus enemigos, que hoy lo tienen acosado y desde hace meses buscan su destitución. La asesoría de Tello Peón volvió a probar el fracaso, y en los últimos días el resultado de la laxitud en los manuales de control y procedimiento le dio entrada a la violencia en el penal de Apodaca.

Nadie en el gobierno de Medina reparó en la contratación de Gerónimo Miguel Andrés Martínez, como director del penal de Apodaca, pese a haber sido destituido en 2009 como director de la Penitenciaría Varonil del Distrito Federal, entre acusaciones de que protegía a un secuestrador relacionado con el Caso Martí. Medina y su equipo en Nuevo León lo contrataron, sin obligarlo a tomar los exámenes del control de confianza.

De haberlo hecho, su nombre habría sonado las alarmas. Antes de ocupar ese cargo fue subsecretario del Sistema Penitenciario en el gobierno de Amalia García en Zacatecas, donde fue responsable de otra fuga de Zetas, en Cieneguillas, y otro funcionario en Apodaca, el teniente coronel Ernesto García Guerrero, había sido cesado como delegado de la PGR en Sonora en medio, también, de un escándalo de narcotráfico.

Los controles del gobierno neoleonés probaron ser un desastre. Medina, sin ser culpable de ello es responsable. Hizo caso a quien no debía, y fue ciego ante las evidencias de incapacidad. Tello Peón, su asesor, resultó ser lo que ha sido hace más de una década, un cartucho quemado a quien la realidad lo rebasó. Se ha llevado en la corriente al gobernador, con una diferencia. A Tello Peón ni quien le pida cuentas. Pero a Medina las presiones lo están ahogando.

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