jueves, enero 26, 2012

Nueva Alianza con quién

Eduardo Ibarra Aguirre

Fundado por Elba Esther Gordillo en 2005, tras romper con el Revolucionario Institucional de Roberto Madrazo, el Partido Nueva Alianza que dirige desde la secretaría general su hija Mónica Arriola, amaneció solo, triste -aunque finge alegría- y abandonado tras la ruptura procesada bajo la dirección de Pedro Joaquín Coldwell para negar el acuerdo construido por la autodenominada maestra y Humberto Moreira, mismo que suscribieron el 17 de noviembre pasado.

Las caballerosas explicaciones brindadas por las partes en conflicto no ocultan que la franquicia de la poderosa presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación -quien el viernes 20 fue impugnada en calles y escuelas por la Coordinadora Nacional-, apoyaría la candidatura de Enrique Peña a cambio de recibir 24 diputaciones federales y cuatro senadurías en Chiapas, Sinaloa, Puebla y estado de México, en las que figuraban Mónica Arriola y Fernando González Sánchez, el esposo de Maricruz Montelongo Gordillo.

No fueron tanto los costos en espacios de elección popular los que determinaron la ruptura entre el partido que vive de las alianzas con los hombres y mujeres del poder blanquiazul (Vicente Fox, Martha Sahagún y Felipe Calderón) y hasta el viernes pasado del tricolor, sino la conflictividad que generó en los liderazgos del Revolucionario Institucional y una parte de sus amplias filas. Como se recordará, el partido de Gordillo Morales aportó a la candidatura de Calderón 4.54 por ciento de los sufragios de julio de 2006, decisivos para que el Tribunal Electoral lo declarara vencedor con el .54 por ciento (vaticinado tempranamente por José Carlos María Abascal Carranza) respecto de Andrés Manuel López Obrador.

Porque si de costos se trata, pues no son menores los que tendrá que pagar el PRI a la franquicia de González Torres, con la que compite la familia Gordillo Arriola y Montelongo. Tampoco está en un plan decisivo el factor de la impugnación y el desprestigio de la vitalicia presidenta de un millón 700 mil trabajadores de la educación, hecho simbolizado con el alejamiento de los intelectuales que durante años comieron de su mano, la llenaron de elogios y oportunos como siempre son ya toman distancia. El costo político a pagar por Peña Nieto era y es incierto.

Pero en todo caso Jorge Emilio González, mejor conocido como El Niño Verde, no canta mal las rancheras en materia de desprestigio, aunque la votación del PVEM indique lo contrario, motivado por sus presuntas corruptelas y supuestas bacanales con menores de edad.

Sin duda influyeron los factores mencionados, pero es de subrayarse que el Revolucionario vive la recomposición de liderazgos, tras la estrepitosa caída de Moreira Valdés, el profesor que gobernó Coahuila hasta endeudarla ilimitadamente y quien se forjó en las filas del SNTE. Y en tal reorganización Manlio Fabio Beltrones tiene un protagonismo de primera línea.

Aún no está dicha la última palabra sobre la suerte del Panal en la perspectiva del 1 de julio. Menos todavía si se trata de una maniobra de Peña y Gordillo como augura López Obrador. Tampoco lo explican las expresiones de Santiago Creel y Josefina Vázquez -acompañada en su cumpleaños por Denise Dresser y asesorada por María Amparo Casar- de que la alianza de su partido es “con los ciudadanos”. Resultó más agudo y hasta cínico Ernesto Cordero al dejar la decisión en “manos del presidente del PAN”.

Está por verse, también, si estamos presenciando “el principio del fin” del cacicazgo que desde 1989 empezó a construir Gordillo en el SNTE y desde allí en la Secretaría de Educación Pública y en la política nacional.

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