martes, enero 24, 2012

Esterilidad política, último

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Felipe Calderón, como Álvaro Obregón, prefiere que le pongan una palomita en su comportamiento político allá, del otro lado, por sobre el reconocimiento de sus gobernados. De allí que la transición esté trabada, que la capacidad de los precandidatos se haya atrofiado, como ocurrió desde 1994.

Las pretensiones de la Casa Blanca, de su Consejo de Seguridad Nacional son claras. Transcribo parte del correo electrónico mencionado ayer: “Unos meses después el Secretario de Energía, Jesús Reyes Heroles González Garza, fue nombrado por Ernesto Zedillo embajador de México en Washington. En marzo de 2001, Jesús Reyes Heroles González Garza suscribió el documento Nuevos Horizontes emitido por el CSIS de Washington, proponiendo la privatización del petróleo y la electricidad en México.

“De la otra comida celebrada el 4 de septiembre de 1977, a cuyo conocimiento e información también hemos accedido mediante la Freedom of Information Act, se constató lo siguiente: en ella estuvieron, en la mansión oficial del Gobernador de Texas, en Austin, para tratar asuntos de petróleo y electricidad, el gobernador George W. Bush, el presidente de ENRON, Kenneth Lay (Kenny Boy), el secretario de Relaciones Exteriores de México, José Ángel Gurría, y su operador Javier Treviño, entonces subsecretario de Relaciones Exteriores hoy Vicepresidente de CEMEX -socia de ENRON- junto a Lorenzo Zambrano. También estuvo presente Tony Garza, quien entonces era secretario de Gobierno de Texas y fue embajador de Bush en México. Otros asistentes a la comida representan intereses financieros, industriales y por supuesto del petróleo y la electricidad”.

No se requiere mucha imaginación para saber de qué estuvieron conversando y cuáles fueron los compromisos a los que llegaron, mismos que estarán otra vez en el centro del debate, pues Estados Unidos repatrió a sus tropas de Irak y reorienta sus políticas de conservación y aseguramiento de recursos naturales no renovables en su frontera sur, con especial atención a lo que puede obtener de México.

Es cierto, el gobierno de esta aterida nación ha de tratar con el Imperio, pero debe aprender a hacerlo en condiciones de igualdad e impuestas por la realidad, porque dadas las circunstancias económicas y de seguridad que amenazan su territorio, México y los mexicanos son parte de su seguridad interna; es bajo esa consideración que la colaboración mexicana debe retribuirse, bajo esa consideración que debe renegociarse la relación bilateral, pues como quedó asentado ayer, si Panamá y Egipto recuperaron la soberanía y el usufructo de los canales de navegación, es momento de que esta República recupera la soberanía sobre su destino y sobre sus recursos naturales no renovables.

Por ella pasan las reformas y la transición, pero hasta el momento, de los precandidatos no se escucha una propuesta inteligente y viable, y nada anuncia que esa tendencia se revertirá.

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