lunes, enero 16, 2012

El militar y sus esclavas, ¿y la SIEDO?

Lydia Cacho / Plan B

La última vez que supe algo de él fue hace unos meses, cuando luego de publicar su historia en mi libro “Esclavas del poder”, el tratante argentino avecindado en Cancún me mandó decir con un reportero que si volvía a abrir la boca aparecería muerta. Antier, por fin, logré hablar directamente con Lorena Martins, la valiente hija de este mafioso, a quien su padre intentó asesinar. Las dos nos preguntamos ¿dónde están SIEDO e Interpol? y ¿qué opina la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con la cantidad de evidencia sobre esta red de trata de ex militares que recorre la ruta Buenos Aires-Cancún?

El ex agente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) de Argentina, ex espía Raúl Martins Coggiola, acusado de ser miembro de los grupos responsables del genocidio de la dictadura en ese país del Cono Sur (1974-1987), maneja en su país una decena de prostíbulos disfrazados de bares, en Cancún y Playa del Carmen, The One, Maxim y Mix Sky Lounge. En ellos mujeres no mayores de 23 años víctimas de trata, de origen argentino, colombiano, cubano y brasileño, son explotadas bajo un fuerte dispositivo de seguridad. Martins está, según informes del Instituto Nacional de Migración mexicano, protegido por amparos judiciales que lo hacen intocable.

Cuando investigué personalmente a Martins (de 2008 a 2010) entrevisté a una brasileña de 22 años traída a México desde los 17 bajo la falsa promesa de convertirla en modelo; al The One llegaron varias chicas enviadas por los operadores que controlan el circuito Buenos Aires-Tijuana, controlado por Martins, aliado a políticos dedicados al manejo de casinos. Ya en los años 90 Martins fue investigado por explotar sexualmente a menores en el bar Shampoo, pero la libró, como él mismo dice en el video que está en nuestro poder, por sus buenos abogados y clientes. Ahora, gracias a la valentía de la hija de este capo que aún pasea por Cancún como si nada hubiera sucedido, se cuenta con correos electrónicos, grabaciones telefónicas y con un aparato celular de Martins, en que aparecen mensajes y números de políticos argentinos y mexicanos (policías, empresarios, jueces, alcaldes y gobernadores), que ayudarán a Interpol a dilucidar el poder de este tratante que ha creído que México sería su eterno paraíso de impunidad. Está claro que el poder de Martins y su socio Gabriel Conde no es menor. Su tarea durante la dictadura consistía en seguir y fotografiar a disidentes y defensoras/es de derechos humanos que serían secuestrados y eventualmente desaparecidos. Su carrera como tratante surgió cuando tenía un gran poder en el ejército y desde hace una década ha pagado campañas de alcaldes y gobernadores en ambos países.

Dos cosas han de hacer los gobiernos mexicano y argentino: el primero, actuar ya con profesionalismo y rapidez. El segundo, proteger la vida e integridad de la valiente Lorena, cuya fortaleza y entereza, al lado de las y los derechohumanistas que la acompañan en esta batalla, resarcirán el daño causado por Martins no sólo a las mujeres explotadas hoy, sino por sus crímenes del pasado contra cientos de personas asesinadas y desaparecidas de la dictadura que, del 76 al 84, dejó una gran deuda con los derechos humanos y un recordatorio de la corrupción militar, la censura, y su utilización de las mujeres y niñas como esclavas en América Latina.

Esto nos recuerda a Mario Marín, “El góber precioso”, protector de tratantes y censor, ahora como emblema del PRI en campaña para senador. ¿No se arrepentirá el presidente Calderón de haberlo dejado impune?

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