martes, diciembre 13, 2011

Terrorismo de Estado en Ayotzinapa: Fue una locura total

Reforma

Los normalistas incendiaron dos bombas de una gasolinería, lo que ocasionó el inicio del desalojo por parte de policías estatales y federales.

Los tronidos de los cohetes que lanzaban los peregrinos de la Virgen de Guadalupe se confundían con las balas que tiraban los policías federales y estatales durante el desalojo contra los normalistas de Ayotzinapa.

Gabriel Echeverría de Jesús no corrió como lo estaban haciendo en ese momento el resto de sus compañeros que huían de los gases lacrimógenos y balas.

El se inclinó para tomar una piedra, dio un paso hacia adelante, alzó el brazo derecho para lanzarla contra los elementos policiacos federales y estatales.

De pronto se escuchó un tronido seco de una bala y el estudiante cayó fulminado al pavimento del carril sur hacia el norte de la Autopista del Sol Cuernavaca-Acapulco.

Un orificio del lado derecho del cuello tenía Gabriel Echeverría y casi junto a su brazo derecho estaba tirada la piedra que no alcanzó a lanzar.

En el otro carril de la vía de cuota estaba tirado Jorge Alexis Herrera Pino, quien tenía un balazo en la cabeza.

Gabriel, de 21 años de edad, originario de Tixtla, y Jorge Alexis, de Atoyac de Álvarez, habían participado activamente en protestas que en las dos últimas semanas se han realizado en Chilpancingo.

Los normalistas tomaron dos veces cinco estaciones de radio de esta capital para exigir una audiencia con el Gobernador Ángel Aguirre Rivero.

También ocuparon la caseta de cobro Palo Blanco de la Autopista del Sol Cuernavaca-Acapulco.

Y este lunes, 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, participaban en el bloqueo de esta carretera de cuota y nunca se imaginaron que encontrarían la muerte.

"Eran compañeros bien activos, no eran agresivos y, si participaban en el movimiento, era porque estaban conscientes de que el Gobierno nos debería de resolver nuestras demandas", dijo uno de los estudiantes normalistas que logró huir durante el desalojo.

"Cuando vimos a los policías y empezaron a lanzar gases lacrimógenos, nosotros pensamos que sólo eso iba a pasar, pero nos aterrorizamos cuando se escucharon los balazos y todo esto se convirtió en una locura total", expresó.

Eran las 14:00 horas, ya había transcurrido poco más de hora y media que se había desatado la balacera y los cuerpos de los dos jóvenes permanecían tirados en el piso.

Jorge ya tenía cubierto el rostro con una sábana blanca que estaba teñida de su sangre y, a un lado de su cuerpo, un casquillo. Vestía pantalón de mezclilla, playera negra y todavía tenía en su espalda su mochila color azul.

A las 14:20 horas, los peritos forenses terminaron su trabajo y metían los cuerpos de los dos jóvenes a una ambulancia del Servicio Médico Forense.

Policías ministeriales, federales y estatales empezaban poco a poco a retirarse del lugar y a esa hora se restableció el tráfico vehicular de la vía de cuota.

A las 16:00 horas, se abrió el paso en el carril sur hacia el norte, tres camionetas con al menos 15 policías ministeriales y, al frente de ellos, en una unidad gris blindada Cherokee, iba el Procurador de Justicia del Estado, Alberto López Rosas, quien vestía guayabera blanca y pantalón beige.

"No voy a dar ninguna declaración, esto fue muy raro, de esto no es responsable el Gobierno del Estado ni los verdaderos estudiantes de Ayotzinapa", contestó a los reporteros el Procurador.

Acompañado por subprocuradores y peritos, López Rosas fue rodeado por familiares algunos de los estudiantes que estaban desaparecidos.

Y es que al menos 20 de éstos corrieron hacia el cerro para evitar se detenidos por la Policía.

Por intermediación de dirigentes de organizaciones civiles, el Procurador de Guerrero aceptó que los estudiantes refugiados en la maleza se bajaran con la garantía de que no se les iba a detener.

De los 20, sólo uno aceptó.

Todavía con el nerviosismo, el estudiante que tenía una herida en el pie derecho, descalzo se refugió con los representantes de los organismos civiles.

Este alumno, de baja estatura y de tez morena, sí vivió para contarlo. Gabriel y Jorge, no.

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