viernes, diciembre 02, 2011

Sucesión militar (III); perfil antidrogas

Jorge Alejandro Medellín

El Subsecretario de la Defensa Nacional, General de División Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, es otro de los candidatos a suceder en la Sedena al DN-1 Guillermo Galván Galván.

Gaytán es un Dragón (pertenece al arma de Caballería) cercano al PRI, con un amplio y detallado perfil encausado al combate al narcotráfico y a la Administración Militar y a la Administración Pública.

Su carrera militar ha estado también cercana a la difícil y ríspida relación entre el Ejército Mexicano y el gobierno y las fuerzas armadas de los Estados Unidos.

En ese continuo vaivén, el General Gaytán como muchos militares Diplomados de Estado Mayor (DEM) realizó cursos en instancias militares norteamericanas, algunas marcadas por la polémica, como la School of the Americas (SOA-Escuela de las Américas), a la que ha asistido en varias ocasiones como alumno (Curso de Administración de los Recursos en el Fuerte Gulick, Panamá, Escuela de las Américas del Ejército de E.U.A.) y como conferencista.

La relación de Gaytán con sus pares de los Estados Unidos ha crecido a la par de las misiones y el involucramiento del general en la agenda del combate contra el narcotráfico. Su Hoja de Servicios en versión pública aparece en la página de la Sedena y en ella destacan su formación y desempeño en el Ejército y en la PGR para enfrentar a los cárteles de la droga.

El General Gaytán Ochoa ha sido jefe de la Sección Décima (Operaciones Contra el Narcotráfico-OCN). Fue el primer mando de la Sedena en abrir a la prensa nacional e internacional el Museo del Enervante y en explicar a los medios de comunicación la complejidad del fenómeno del narcotráfico en todas sus facetas.

Como Subjefe Operativo de la Sedena (en sustitución del General Javier del Real Magallanes, responsable desde 2008 de la Subsecretaría de Inteligencia de la SSP Federal), Gaytán Ochoa ha estado vinculado a todos los niveles de lucha contra los cárteles de la droga, en operaciones de alto impacto y en la elaboración de estrategias para golpear a los Zetas, a los Beltrán Leyva, al cártel del Milenio y al del Golfo.

Ha tenido mando de tropas en seis ocasiones, ya sea como Comandante de Zona o como Comandante de Regimientos de Caballería motorizados en Chihuahua, San Luis Potosí y Chiapas, en donde se desempeñó en la Fuerza de Tarea Arcoíris (FTA), creada para someter al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Allí fue comandante del Agrupamiento Gaytán, que operó en la comunidad de Monte Líbano entre 1995 y 1997, bajo una estrategia de saturación de fuerzas y cerco militar apuntalado por otros 11 agrupamientos que estuvieron al mando de coroneles y generales de distintas armas.

Gaytán ha resistido como pocos militares los embates de la cada vez más cruenta lucha contra los carteles de la droga, ya sea desde el ámbito civil –en las filas de la PGR– o desde posiciones de mando en el ejército. Le ha tocado vivir la gradual y tortuosa incorporación de la Armada de México a la lucha antinarco caracterizada en sus primeros años (los últimos de priismo en el poder) por discusiones, roces y enfrentamientos entre marinos y soldados que eran instruidos en buceo, navegación y otras habilidades requeridas para formar parte de los nacientes Grupos Anfibios de Fuerzas Especiales (GANFES).

El Subsecretario de la Defensa Nacional cursa actualmente el “DOCTORADO EN ALTA DIRECCIÓN” en el Centro de Posgrados del Estado de México, el cual inició en el sexenio del ahora precandidato del PRI a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto.

El general no ha dejado pasar la ocasión para dejar en claro a propios y extraños cuáles son sus aspiraciones como militar. Quiere ser el próximo DN-1 y el regreso del PRI a Los Pinos le abriría en automático esta posibilidad, según se ha comentado en algunos círculos castrenses.

Gaytán no oculta sus simpatías políticas, pero sabe también que la institucionalidad está antes que todo. Su perfil como militar va encaminado a combatir al narco. Eso lo ubica en una postura ciertamente privilegiada para quienes ponderan la necesidad de que el nuevo DN-1 cubra forzosamente ese requisito, además de la irrefutable simpatía del Pentágono y de la Casa Blanca para llegar al cargo.

El Subsecretario desarrolla su trabajo, cumple misiones, se preocupa por la dicotomía estructural-funcional que aqueja a la Sedena y espera que la decisión de Peña Nieto lo encumbre a la cima de la secretaría por encima de los nuevos divisionarios, más frescos, menos comprometidos con la imagen de desgaste del ejército, más abiertos y dispuestos a cambios y reformas castrenses y muchos menos reacios al escrutinio universal y al trabajo abierto con fuerzas armadas extranjeras.

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