lunes, noviembre 14, 2011

Orto michoacano

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Los resultados electorales en Michoacán ocultan la tragedia, el orto de una dinastía ante la pretensión de ser sustituida por otra, diferente pero igual. El guión parece de Esquilo, las traiciones quedaron descritas ya hace tanto tiempo en la Orestiada, que los actores desempeñan su papel sin percibir siquiera que estaban llamados a ello.

Egisto es condecorado con la medalla Belisario Domínguez y Clitemnestra se trasviste de varón bajo el nombre de Silvano Aureoles, con el propósito de consumar la traición; los Cárdenas, como los Atridas, pierden preeminencia sobre territorio michoacano, a cambio de nada, pues en eso quedan los homenajes ofrecidos por el gobierno y, desde hace décadas ya, no reconocidos por el pueblo.

Orestes es la mano vengadora, y Electra adquiere, con gran sacrificio del pueblo y recursos cuyo origen es incierto, consciencias y sufragios que permitan, faciliten honrar el origen michoacano del fundador de la familia, como luz que anuncia la factibilidad de cumplir la promesa de conservar la silla del águila.

Fausto Vallejo oficiará de mensajero, de corifeo, de mediador, para que la renovación sea indolora y el apellido Cárdenas transite al orto junto con lo que fue un proyecto de país, el primero en durar un sexenio y el que hubo de sumar facultades metaconstitucionales al presidencialismo, con el propósito de deshacerse del maximato. Los caudillos, como los Atridas, quedaron muertos y enterrados, para que sus sucesores pudiesen transformarse en presidentes, en hombres fuertes, pero conscientes de que la ruina, cuando llega, es invencible.

Hoy, la dinastía que aspira a permanecer para que todo siga igual, parece haber olvidado que la ruina llama a la puerta, puesto que la República está fraccionada, confrontada con la delincuencia organizada que aspira a quedarse como propietaria de los restos del Estado, una vez concluida la guerra presidencial contra los barones de la droga.

Nada importa, Luisa María Calderón sucederá en el matriarcado a Amalia Solórzano de Cárdenas, con la particularidad de tener una percepción del mundo distinta a la de su hermano, tan diferente que su triunfo pudiese significar más una derrota que un éxito para el proyecto transexenal de Felipe Calderón, quien transcurrido el primero de diciembre de 2012 no encontrará asilo, como sí lo tuvo Orestes en los templos de diferentes deidades.

El orto michoacano no es sólo el de los Cárdenas y el de los Calderón, sino el que rubrica la decadencia absoluta del presidencialismo mexicano, el último gesto autoritario del señor del gran poder, porque la sociedad estará atenta al sufragio federal, a la propuesta del referéndum y la consulta popular, aunque en Grecia haya costado el cargo a Yorgos Papandreu, pues fue lo único que pudieron hacer para evitar que la globalización empezara a hacer agua.

El texto fue escrito horas antes de cualquier resultado oficial. Es un escenario.

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