martes, noviembre 15, 2011

La tragedia de Calderón

Jorge Diaz

Espero que lo sucedido a Blake y la derrota en Michoacán, valga para que el Presidente Felipe Calderón reflexione en lo que será su postura y actitud ante la conducción del país en lo que queda de su sexenio (algo así como ocho meses). No se trata de estrategia, no se trata de rendirse ante los adversarios, se trata de algo que tienen que ver más con la humanidad de una persona que es abatida una y otra vez cuando se propone hacer algo, que necesita un tiempo de calma, de ponerse en paz consigo mismo y con lo que le rodea.

Me es muy difícil de explicar, pero estoy seguro que Felipe Calderón no debe reaccionar de manera violenta o vengativa para sacar su dolor, frustración o lo que sea que sienta en estos momentos. Mucho menos seguir haciendo lo que hasta ahora, porque por las razones que sean, todo se le revierte y nos lleva a todos de pasada.

La verdadera tragedia para Calderón (misma que compartimos todos, por desgracia) es la cantidad de calamidades que se han presentado durante su sexenio, algunas fortuitas y otras, producto del empecinamiento de llevar a cabo acciones para las que bien a bien no se estaba preparado.

Su sexenio ha sido marcado por la muerte, no se recordará a Calderón por otra cosa. Creo que convienen acciones por parte del gobierno federal que los aleje del grito de guerra y nos aparte del horror, se necesita fomentar la reconciliación nacional y restaurar el ánimo de las personas. Nunca es tarde.

Notas:

La pérdida y profunda pena de las familias de los fallecidos en el trágico accidente será irreparable, desde aquí mis condolencias.. . .

Es increíble la cantidad de expertos en aeronáutica, explosivos y misiles tierra-aire que hay en nuestro país. La cantidad de ideas de conspiración, las sugerencias entre la relación que hay entre lo sucedido a Blake y las profecías de Nostradamus y una interminable cantidad de mala leche al respecto, superan la imaginación. La corresponsabilidad por este ánimo de burla ante la tragedia y de odios profundos, la comparten muchos en las esferas del poder económico, político, los medios de comunicación y sin duda, amplios sectores de la sociedad.

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