José Carreño Figueras
Europa es un continente al borde del abismo, afirma la última edición del semanario alemán “Der Spiegel”, mientras otra aún mas influyente revista, “The Economist”, se preguntaba si “este es el final” para la Eurozona.
La creciente crisis del Euro, y los mas o menos drásticos pasos que se espera adopten Alemania y Francia para evitar un problema mayor, son ahora el eje de especulaciones y discusiones enfocadas en el futuro de la unión Europea.
Y aunque la verdad nadie espera que el intento sea abandonado súbitamente, por mas que la idea de la moneda común se vea limitada, reformada o de plano desechada.
La verdad sin embargo es que tanto como la posibilidad de catástrofes económicas y la necesidad de evitarlas mediante resolución de la actual crisis, la preocupación es política.
De momento la idea de Europa se mantiene. Tanto los dirigentes de los países mas influyentes en la zona como los de las naciones en problemas pertenecen en mayor o menor medida a la generación que creer en la necesidad de una Europa Unida. Pero la reacción a la crisis económica puede plantear problemas mas que serios.
Por un lado, los instrumentos de la Unión para enfrentar la crisis económica han revelado ser insuficientes o demasiado limitados; por otro, han puesto de relieve las rivalidades y competencias entre los dirigentes de las instancias comunitarias.
En alguna medida, la crónica de la crisis es una de pasos incrementados. Cada respuesta insuficiente solo incrementa el problema, y cada problema crea nuevas dudas y cuestionamientos a las posibles respuestas.
Algunos creen que es simplemente el temor de Alemania a asumir el liderazgo o a pagar los costos de un liderazgo que muchos alemanes y europeos no desean; una gran parte teme que los problemas del Euro, empeorados por respuestas hesitantes y hasta tardías, al grado que “The Economist” anuncia sin ambages que “las posibilidades de que la Eurozona sea rota en pedazos han aumentado de forma alarmante, gracias al pánico financiero, un panorama económico en rápido debilitamiento y necios riesgos…”
Por lo pronto, aún los países con la mas sólida economía, como Alemania, enfrentan problemas, demostrados en los decepcionantes resultados de la venta de bonos alemanes el pasado miércoles. De acuerdo con por lo menos un analista el mensaje es que Alemania “ya no puede ser considerada como un refugio”.
Sea lo que sea, también es cierto que aunque nadie sabe cual será el act final del actual drama en la UE, habrá cambios en la forma en que los países -o las sociedades- se traten entre sí. Para los alemanes, por ejemplo, muchos de los países ahora en problemas lo están porque no asumieron sus responsabilidades y gastaron lo que no tenían; para algunos de estos, los alemanes se aprovecharon de ellos y transformaron la unión en un mecanismo de venta de sus productos…
Europa es un continente al borde del abismo, afirma la última edición del semanario alemán “Der Spiegel”, mientras otra aún mas influyente revista, “The Economist”, se preguntaba si “este es el final” para la Eurozona.
La creciente crisis del Euro, y los mas o menos drásticos pasos que se espera adopten Alemania y Francia para evitar un problema mayor, son ahora el eje de especulaciones y discusiones enfocadas en el futuro de la unión Europea.
Y aunque la verdad nadie espera que el intento sea abandonado súbitamente, por mas que la idea de la moneda común se vea limitada, reformada o de plano desechada.
La verdad sin embargo es que tanto como la posibilidad de catástrofes económicas y la necesidad de evitarlas mediante resolución de la actual crisis, la preocupación es política.
De momento la idea de Europa se mantiene. Tanto los dirigentes de los países mas influyentes en la zona como los de las naciones en problemas pertenecen en mayor o menor medida a la generación que creer en la necesidad de una Europa Unida. Pero la reacción a la crisis económica puede plantear problemas mas que serios.
Por un lado, los instrumentos de la Unión para enfrentar la crisis económica han revelado ser insuficientes o demasiado limitados; por otro, han puesto de relieve las rivalidades y competencias entre los dirigentes de las instancias comunitarias.
En alguna medida, la crónica de la crisis es una de pasos incrementados. Cada respuesta insuficiente solo incrementa el problema, y cada problema crea nuevas dudas y cuestionamientos a las posibles respuestas.
Algunos creen que es simplemente el temor de Alemania a asumir el liderazgo o a pagar los costos de un liderazgo que muchos alemanes y europeos no desean; una gran parte teme que los problemas del Euro, empeorados por respuestas hesitantes y hasta tardías, al grado que “The Economist” anuncia sin ambages que “las posibilidades de que la Eurozona sea rota en pedazos han aumentado de forma alarmante, gracias al pánico financiero, un panorama económico en rápido debilitamiento y necios riesgos…”
Por lo pronto, aún los países con la mas sólida economía, como Alemania, enfrentan problemas, demostrados en los decepcionantes resultados de la venta de bonos alemanes el pasado miércoles. De acuerdo con por lo menos un analista el mensaje es que Alemania “ya no puede ser considerada como un refugio”.
Sea lo que sea, también es cierto que aunque nadie sabe cual será el act final del actual drama en la UE, habrá cambios en la forma en que los países -o las sociedades- se traten entre sí. Para los alemanes, por ejemplo, muchos de los países ahora en problemas lo están porque no asumieron sus responsabilidades y gastaron lo que no tenían; para algunos de estos, los alemanes se aprovecharon de ellos y transformaron la unión en un mecanismo de venta de sus productos…
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