viernes, octubre 07, 2011

Steve Jobs nunca vio al padre que lo abandonó

Mi Apple II Plus
El fraude de Sitma

Enrique Galván Ochoa / Dinero


Steve Paul Jobs nació un 24 de febrero en San Francisco. El próximo año hubiera cumplido 57 años. Su madre fue una estudiante, madre soltera, que entre abortar y darlo en adopción prefirió lo segundo. Encontró una pareja interesada y que cumplía su sueño: eran profesionistas, y su hijo también lo sería. Sin embargo, en el último momento cambiaron de opinión, querían niña, no niño, así que hubo de encontrarle otros padres. Sus progenitores biológicos fueron Joanne Carole Schieble y el emigrante sirio Abdulfattah John Jandali. El recién nacido fue adoptado por Clara y Paul Jobs y creció en los barrios de clase media de Mountain View y Los Altos, en California. Este lugar está exactamente en el corazón de Silicon Valley, donde todo alrededor es ingeniería, dijo Jobs alguna vez. En 1991 casó con Laurene Powell, en un templo budista en el Parque Nacional de Yosemite. Tienen tres hijos. Hay otra hija, Lisa Brennan-Jobs, que nació de una relación con su novia Chrissan Brennan en 1978. Su madre la crió; estuvieron distanciadas del famoso personaje muchos años, pero antes de que ella fuera a Harvard se mudó a la casa de su padre. Una de las computadoras lleva su nombre: Lisa. Steve Jobs nunca tuvo contacto con su padre biológico, alguna vez académico que cambió de actividad para manejar una compañía de servicios de bebidas en Reno, Nevada. Sus padres biológicos, después de darlo en adopción, todavía tuvieron otra hija, Mona Simpson, convertida hoy día en novelista, aunque no famosa como su hermano. El emigrante Jandali las abandonó. Estoy orgulloso por el hecho de que él es mi hijo biológico, aunque yo no tengo ningún crédito en todo lo que él ha hecho, dijo en una entrevista en abril de 2009. Pudo haberse ahorrado el comentario. No había tenido contacto jamás con Jobs. De cierto ya no habrá oportunidad.

Mi Apple II Plus

En 1978, o 79, por si falla la memoria, Jobs y su socio Stephen Wozniak alquilaron un estand en la feria de computación del Moscone Center de San Francisco. Presentaron su computadora Apple I, que no tiene nada que ver con la Mac. Era un procesador con varias tarjetas, un par de cables, dos lectoras de discos, sin teclado… y el cliente tenía que armar el kit en casa. Los creadores eran dos chavos con más apariencia de hippies que de ingenieros. Además, el producto era caro: más de 600 dólares. A mí no me convencieron, no lo compré, pero seguí lo que publicaba la revista Byte sobre ellos. Así supe que habían presentado la Apple II y había tenido un gran éxito. Y fue hasta 1980 cuando me decidí a comprar, en Nueva York, en una tienda de electrónicos sobre la calle 44, casi enfrente del hotel Algonquin, la Apple II Plus. Muy cara, la Apple es el Ferrari de la computación. Además, no estaba completa, no tenía monitor. En la misma tienda me enviaron a otra, en el corazón de Times Square, donde adquirí un monitor Zenith compatible. Conservo el equipo hasta hoy. Les decía a mis amigos tuiteros que estoy esperando a que valga una fortuna para venderla. Es el ahorro para mi retiro. Ya alguien me desanimó: dice que tendré que esperar otros 200 años.

Los modos del dinero

Apple, Mac, iMac, iPod, iPad, iPhone, iCloud, el mouse, iTunes… parece interminable la lista de frutos de su inmenso talento. Sin embargo, hay otra razón por la que siento gran respeto por Jobs. Hay quienes hacen dinero a través del robo, el atraco, la corrupción, el peculado, los monopolios, etcétera. En nuestro país, hacia donde volvamos la mirada, bien sea hacia el Congreso, a los gobiernos de los estados, a las empresas paraestatales, y aún más arriba, encontraremos múltiples ejemplos. Steve Jobs murió inmensamente rico, ocupaba el lugar 101 de Forbes, con una fortuna superior a 8 mil millones de dólares. Pero la hizo de otro modo: trabajando, creando, innovando. Cambió la forma en que nos comunicamos y lo hizo genialmente y para bien de la gente. Traficar influencias no es el camino para inventar una computadora Air, ¿no es asi?

@Vox Populi

Asunto: el fraude de la caja de ahorros


Quisiera dar seguimiento a un fraude que se cometió en Puebla contra ahorradores por la caja de ahorros Sitma, que supuestamente invertía el dinero en bienes inmuebles. Mucha gente perdió hasta la camisa; muchos adultos mayores, algunos han muerto ya. Los hermanos Tiro Moranchel (dueños de esta empresa) están en la cárcel, pero a los ahorradores no se les ha devuelto ni un centavo. El gobernador Marín se lavó las manos; el nuevo mandatario, Moreno Valle, afirma que eso no le compete y que busquen arreglar el asunto en el Congreso federal. Todo mundo se hace de la vista gorda y afirman que Sitma no tenía permiso para funcionar como caja de ahorro, por lo que no pueden hacer nada. Lo interesante es que funcionó muchos años a ojos de todo mundo, gobierno y Condusef incluidos, y nadie advirtió nada a la gente. El fraude es como de mil millones de pesos. Parece que el gobierno poblano busca que la gente se acabe de morir, o se olvide, y Puebla siga siendo un paraíso para los defraudadores porque no hay legislación que controle esto.

Leonardo Incháustegui López

R: ¿Condusef? A buen santo se arrimaron.

Twitter

Tengan el coraje de seguir a sus corazones –Steve Jobs.

@WoodyQuotes

PRI quiere nombrar consejeros priístas que sirvan al partido y no a los ciudadanos, para tomar control del IFE.

Manuel Clouthier C. (@ClouthierManuel)

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