martes, octubre 18, 2011

Esperando a Peña

Antonio Navalón

Ya inició la madre de todas las elecciones. Entre las declaraciones al “New York Times” y lo dicho en el Castillo de Chapultepec comienza la ruta de la otra elección.

A los peñistas –Duarte y Moreira– se les busca y es únicamente el comienzo porque naturalmente lo que le pase a Enrique Peña tiene que pasar por el control del partido tricolor y por Veracruz.

Semana muy reveladora: ¿quién pensaría que el batir de la bandera de barras y estrellas detrás de Andrés Manuel sería el arranque de la verdadera campaña?

El juego es claro: ganar, ganar, ganar. ¿Para quién? ¿Por qué? ¿Cómo hay que interpretar lo que el IFE parece ni siquiera poder oler? ¿Quién supondría que en contra de la lógica generacional de la sangre nueva y del concepto de la modernidad lo novedoso no se presente y lo viejo suene moderno?

El último CEN del PRI fue el más importante en los últimos 25 años. Se eligieron muchas cosas, todas difíciles, algunas contradictorias, por ejemplo, que la elección del candidato presidencial es abierta pero la lista de diputados y senadores es cerrada. O todos abiertos o todos cerrados, vaya usted a saber qué lógica les llevó a eso. Así, Moreira está cumpliéndole al tricolor y a su amigo. ¿Qué sucede entonces?

Lo que para mí es la revelación de esta elección es el fantástico trabajo del director de la campaña electoral de Manlio Fabio Beltrones: el doctor Luis Videgaray. Todos pensábamos que trabajaba para Enrique Peña, pero al parecer no es así. Se ha revelado como un fenómeno de la estrategia electoral, ha conseguido, en sólo 10 días, dos líderes en un solo movimiento.

Videgaray odia la política: no le gustan los políticos. Él puede hacer de Peña Nieto lo que éste le deje, pero lo que no parece lógico es que Videgaray se empeñe en hacer de él el Miguel de la Madrid del siglo 21. Aunque lo que se requiere es un programa electoral de la nueva generación, todo lo que se le ocurre proponer es lo mismo con lo que el mundo ha sido quebrado en nombre de los tecnócratas como él.

En teoría, Peña Nieto es el político joven, la sangre nueva que propone algo nuevo. Lo que vimos en el primer foro de Chihuahua entre los ya dos precandidatos es que no es así, no importando lo que digan las encuestas.

El modelo de un mercado interior más fuerte, repartir más y mejor, centrarnos en los “ninis”, usted diría –como yo pensé–, es lo que propondría Peña; pues no, es lo que propuso el político Fabio Beltrones.

¿Qué está pasando? Reconozco que es injusto hablar de la campaña de Peña Nieto y de Beltrones porque así como hemos podido ver a Manlio no hemos podido ver a Enrique. Seguimos sin saber qué piensa, qué opina. Sí hemos visto la labor de Videgaray, el programa de Videgaray, la agenda de Videgaray y la frontera de Videgaray, sólo eso.

¿Cuándo aparecerá Peña Nieto en la escena? Es importante saberlo porque a estas alturas alguien debe explicarle a Peña Nieto que la peor posición en la política moderna es ir a una elección arrancando desde la cabeza. De allí, sólo puede perder.

No se olvide que ganar en encuestas es como ser el campeón de pesos pesados luchando sólo contra tu sombra. Hay que aprender a reaccionar frente a los golpes y en política es muy importante saber cuando suena el vendaval de la verdad o la mentira, la justicia o injusticia y de la rudeza necesaria en la política si uno es capaz de despeinarse y volverse a peinar sin trauma.

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