lunes, octubre 10, 2011

Dos declaraciones

Jacobo Zabludovsky / Bucareli

Primera. El presidente Felipe Calderón termina su sexenio, como modestamente Beethoven su Novena, con un himno a la alegría. Al participar el lunes en la fiesta de aniversario de Radio Fórmula, don Felipe inició lo que va a ser una larga despedida con un examen de su gestión frente a la labor de los periodistas.

“En esa libertad y en esa esperanza de libertad, y por lo mismo, no se acosa a nadie por razones políticas ni ideológicas”, dijo el Presidente. “En la administración no hay y nunca habrá mordazas ni censuras para que los medios oculten o modifiquen sus contenidos. Sí, siempre habrá una búsqueda de la verdad y una exigencia de verdad me parece es fundamental que todos los mexicanos la exijamos”. Ratificó su convicción y su compromiso “personalísimo” con la libre manifestación de la ideas.

La verdad de las cosas es que tiene razón, con sus asegunes, palabra digna de un acta de nacimiento en el Diccionario de la RAE. No me puedo quejar: tanto en mi programa de radio como en esta columna hago uso del derecho de opinar sin más molestia que algunos intentos de limitarlo. Por ejemplo: me negué públicamente a adherirme al documento en el que se crea ese engendro de la censura bautizado con el hipócrita nombre de Consejo de la Observación, etc. etc. Fui el único invitado que no sólo se abstuvo de firmar sino que, desde el primer momento, rechazó asistir a la solemne y súper difundida reunión de casi todos los dueños de medios importantes de este país y sus más notorios empleados. El compromiso: difundir lo bueno de México, enfocar los hechos con actitud positiva, hablar de logros y no tanto de problemas, coincide milagrosamente con exhortos de Los Pinos, nulificados por la realidad y convertidos en promesa por empresarios afines al régimen. Algún malvado, yo no porque creo en la casualidad, sospechan de una estratagema para sacar las castañas del fuego con la mano del gato.
Segunda.

El secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, acompañado del gobernador de Veracruz, los secretarios de Seguridad Pública, Marina y Defensa, la procuradora General de la República y la portavoz de la Presidencia, anuncia un plan de cinco puntos llamado Veracruz Seguro, para combatir y abatir la delincuencia organizada que opera en esa entidad. La operación tiene antecedentes en el Operativo Conjunto Tamaulipas, la Operación Noreste y ofensivas similares en Chihuahua, Guerrero y Michoacán

En términos generales se informa de un despliegue de fuerzas federales que mediante un mando único coordinarán acciones en tierra, mar y aire; aplicación estricta de la ley; estrecha colaboración entre los gobiernos federal y veracruzano; fortalecimiento de las tareas de información e inteligencia y reclutamiento de personal preparado al mismo tiempo que una depuración de los actuales elementos.

La decisión parece consecuencia inmediata de un crecimiento geométrico de crímenes tan desafiantes que hacen temer un principio de ingobernabilidad en el estado y, en una relación de causa a efecto, se queda corta y llega tarde. Más vale tarde que nunca y algo se tiene que hacer aunque las experiencias no alienten la esperanza de una solución segura y a corto, ni siquiera mediano, plazo.

Los periódicos del jueves publican tantos informes de la guerra nacional contra la delincuencia que minimizan, por contraste, el espacio a lo dicho por el secretario de Gobernación. Copio al pie de la letra: 18 policías de varios municipios de Veracruz, entre ellos 5 comandantes, fueron capturados por su presunto vínculo con Los Zetas; siete asesinados en distintos lugares de Veracruz, destacando una regidora y dirigente de la Confederación Nacional de Productores Rurales; trece policías de Aguascalientes, entre ellos tres mandos, fueron detenidos por presunta participación en diversos crímenes; William Brownfield, subsecretario de Estado, declara en Washington que México requiere mayor preparación de sus policías; comando asesina en Monterrey a cuatro miembros de una familia, incluido un niño de cuatro años: muere empresario durante un enfrentamiento en Saltillo y ruedan cabezas como pelotas de futbol entre el Campo Militar y la Secretaría de la Defensa Nacional.

En una atmósfera invadida por el smog de las declaraciones peligran, al mismo tiempo, la libertad de expresión y el futuro de México. Cincuenta mil muertos y daños graves a la estructura social son razones esgrimidas por grupos oficiales y privados de presión ávidos por instaurar la censura de prensa.

Es indispensable establecer centinelas para que uno de los pilares de la democracia no sea otra víctima de combates cada día más sangrientos y distantes de la inalcanzada victoria.

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