jueves, septiembre 01, 2011

Monterrey, los medios y el narco

Salvador García Soto

La siguiente descripción fue enviada a esta columna por un periodista de Monterrey que, con el seudónimo de “Gerardo”, narra cómo los narcotraficantes fueron cooptando a algunos medios y periodistas del estado y comenzaron a controlar la información que de ellos y sus asesinatos se publicaba. Por espacio se editaron algunos fragmentos, cuidando la narración de los hechos.

“Monterrey, Nuevo León.— El sobre manila con la leyenda ‘Prensa’ estaba al frente de la mesa, junto a los demás, rotulados con el nombre de cada una de las corporaciones municipales, estatales y agencias del Ministerio Público (MP) en Nuevo León. Así los encontró el Ejército la madrugada del 22 de septiembre de 2009 tras un cateo en una casa de seguridad donde fue decomisada una narconómina de más de 73 millones de pesos.

“Los noticieros de Televisa Monterrey y de Multimedios transmitieron el reporte de lo incautado: más de 500 policías de al menos 15 municipios metropolitanos y rurales, además de algunos de corporaciones estatales y de agencias del MP, recibían dinero del narco. Pero no hubo información alguna sobre el detalle de la lista relacionada con los sobres rotulados ‘Prensa’.

“Periodistas consultados sobre el hecho detallan que la lista no se difundió ni en forma extraoficial y ningún medio se preocupó por pedirla para iniciar una limpia en las redacciones, como sí lo hizo en parte el entonces gobierno de Natividad González con los policías incluidos en esa narcolista.

“A las pocas semanas del decomiso, dejaron de firmarse las notas sobre crimen organizado. Las redacciones tomaron precauciones y se empezó a desconfiar de quien se movía con soltura y seguridad en la cobertura policíaca, recuerda un reportero bajo petición de anonimato”.

Reporteando con el enemigo

Antes de esa madrugada, la única referencia al tema era la del caso del reportero de TV Azteca Noreste Gamaliel López y su camarógrafo, Gerardo Paredes, quienes desaparecieron el 10 de mayo de 2008. Luego de semanas sin saber de ellos, el entonces conductor titular de sus espacios noticiosos, Luis Padua, salió a cuadro para anunciar la desaparición. Poco después, durante una comparecencia con diputados el 5 de noviembre de 2008, el entonces procurador del estado, Luis Carlos Treviño, reveló el nexo de López con grupos criminales. “En el caso del reportero —no sé si con el camarógrafo— les voy a poner un ejemplo para que vean hasta qué punto estaba (involucrado) el joven: cuando hubo un ejecutado en marzo (de 2008) y dejaron un recado en un cuerpo, mandamos una patrulla, y el recado se subió en la patrulla antes de que llegara la prensa, y luego hubo llamadas de TV Azteca preguntando por qué no se había publicado el recado. Hubo otro cadáver con un recado idéntico el año pasado, y el reportero estaba antes de que llegara la policía, a los dos minutos de que se notificó el hallazgo. Las vinculaciones con la delincuencia organizada son peligrosas; no es posible hacer compromisos con ellos y las consecuencias son fatales”, expresó el funcionario. Al día siguiente la Procuraduría del Estado emitió un comunicado desmintiendo el dicho de su titular (http://info7.mx/a/noticia/9816).

La desaparición de López no ha sido aclarada, pero las agresiones y amenazas siguen siendo frecuentes: las instalaciones de Multimedios y Milenio, Televisa, TV Azteca y El Norte han sido atacadas con granadas o disparos; ningún medio se ha salvado. En 2006 un reportero y un fotógrafo fueron secuestrados y golpeados al hacer un reportaje sobre carreteras en Agualeguas (tierra del ex presidente Salinas) y China; en Guadalupe, una tarde de marzo un equipo de televisión fue agredido por presuntos narcos que les quitaron sus cámaras por grabar una ejecución, y dos días después los aparatos, ya sin lo grabado, fueron devueltos a las puertas de la estación.

El 25 de marzo de este año, las televisoras locales cortaron el enlace desde el lugar donde tiraron el cuerpo del animador de Televisa Monterrey José Luis Cerda Meléndez, “La Gata”, tras ser advertidas de que un comando armado se aproximaba para llevarse el cadáver.

Hay redacciones donde desaparece de los archivos el material gráfico sobre ejecutados, hechos violentos y detenciones, y hay también voces que llegan desde algún Nextel con un acento norteño diferente al de Nuevo León, pidiéndole a un reportero de televisión, casi una celebridad en la localidad, que funja como contacto con sus jefes. El reportero contesta que no quiere sentirse comprometido, y el interlocutor le asegura que sólo tiene que comunicar lo que ellos le digan. A los pocos días, el mismo “comandante” del grupo criminal le llama para reclamarle por haber revelado su llamada: “Creíamos que eras un hombre serio”, le dijeron. No supo más de ellos.

Algunos reporteros, jefes de información o directores de noticias prefieren renunciar, dejando a la menor oportunidad sus trabajos en medios, para irse de jefes de prensa en dependencias o municipios, o toman empleos en el extranjero. Quienes se quedan en las redacciones de Monterrey prefieren no tocar el tema.

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