viernes, septiembre 02, 2011

Engaños presidenciales

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Recuerdo con desengaño el mexicanísimo dicho que tanto escuché en mi niñez y adolescencia: “no hay quinto malo”. Las interpretaciones pueden variar, pero lo cierto es que nunca me ha tocado ver un quinto toro con buena lidia, tampoco un quinto año de gobierno en el que el titular del Ejecutivo saliera airoso. Pero lo que nunca pensé vivir se hizo terrible, angustiosa realidad: cinco años de mal gobierno. Las otras variantes atañen a la procacidad, no vienen al caso.

En un esfuerzo de profesionalismo busco puntos a favor de Felipe Calderón. Los que parecen abonar en su beneficio irremediablemente se revierten contra la sociedad, como lo pueden ser las reservas de divisas sin precedente, la adquisición de oro, porque si ese supuesto “bienestar macroeconómico” fuese destinado a cumplir con el mandato constitucional, otro gallo le cantaría a quien recorrió el país desde la posición de hijo desobediente, con la promesa de convertir, transformar a la nación por medio de la creación de empleos: el presidente del empleo, se autoproclamó.

El resultado está a la vista. Datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática muestran que durante 2010 las mujeres fueron las más afectadas por la pérdida de sus fuentes de ingreso; la tasa de desempleo en hombres disminuyó, al pasar de 5.66% en julio de 2010 a 5.50% en 2011

De acuerdo con cifras del Instituto, la tasa de desempleo fue de 5.62% de la Población Económicamente Activa (PEA) en julio de 2011, .20 más con relación al 5.42% de la PEA reportada en junio pasado. Esto representa durante el mes de julio un aumento de 97 mil 800 personas desempleadas, respecto a los 2 millones 679 mil personas de junio.

En cuanto a la creatividad e imaginación para aprovechar los recursos sin precedente, sólo puede decirse que carece de ella, pues mientras crece la importación de gasolinas, el proyecto de la refinería de Tula está congelado, a pesar de haberse cumplido los requisitos para otorgar esa construcción, también a pesar de que las refinerías de Pemex hace mucho que requieren amplias reformas, mantenimiento y, con mucho, pueden agrandarse para responder a las necesidades de combustibles, pero han considerado que es preferible importarlos, como si tuviesen el propósito de debilitar las industrias petrolera y petroquímica mexicanas para propiciar las reformas. Privatizar cuando se tiene éxito reditúa más que cuando se quieren vender despojos, o una industria maltrecha, al menos.

Y de buenas a primeras, sin el menor antecedente durante su campaña proselitista, el presidente Calderón decide convertirse en war lord dispuesto a desterrar de esta nación a los barones de la droga, pacificar al país, que hasta ese momento no estaba en guerra y ni siquiera soñaba con sumar en cinco años 50 mil víctimas, más todos esos daños colaterales todavía incuantificables, porque su incidencia, como testimoniamos el lunes último, va desde la redefinición del perfil ideológico de los mexicanos -a los que quieren, necesitan imponer el fascismo-, hasta la sujeción, sin dignidad ni criterio, al dictum de la globalización, determinado por los intereses del imperio que México tiene como vecino, fundamentalmente a lo considerado como su seguridad regional y nacional.

The New York Times informa que el gobierno estadounidense amplió su papel en la lucha contra los narcotraficantes mexicanos, permitiendo que agentes de acá realicen operativos transfronterizos desde Estados Unidos, mientras que militares “gringos” en el Comando Norte buscan cómo aplicar en México lo que aprendieron en Afganistán.

Comandos mexicanos han viajado encubiertos a sitios en Estados Unidos desde donde han sido llevados por helicóptero en misiones contra narcotraficantes. La agencia antinarcóticos estadunidense (DEA, por sus siglas en inglés) ofrece “apoyo logístico” de su lado de la frontera, organizando los sitios y compartiendo inteligencia “que ayuda a guiar las decisiones mexicanas sobre objetivos y tácticas”. Los oficiales estadunidenses, citados bajo anonimato, llaman a esto operaciones boomerang, cuya intención es evadir la vigilancia y corrupción del crimen organizado en México, así como para ofrecer sitios de alta seguridad para la colaboración entre oficiales de seguridad pública de ambos países.

En torno a las misiones transfronterizas, militares estadounidenses informaron que empezaron a discutirlas con sus contrapartes mexicanas hace dos años, cuando la ola de violencia en México comenzó a impactar el corredor industrial entre Monterrey y Nuevo Laredo. Enfatizaron que no hay ninguna participación directa estadunidense en los operativos en terreno mexicano, subrayando que “no son operaciones conjuntas”. Otros oficiales dicen que estas misiones boomerang son parecidas a la estrategia brevemente utilizada a fines de los años 90, cuando la DEA organizaba unidades policíacas mexicanas especiales para que realizaran misiones desde el Campo Pendleton, en San Diego.

De esta decisión, que es el fundamento político e ideológico de su administración, Felipe Calderón Hinojosa todavía no obtiene un resultado cierto, porque si bien ha logrado las aprehensiones de algunos cabecillas de entre los barones de la droga, sólo se fortalece la versión -aparentemente injustificada- de que se favorece al cártel de Sinaloa, con “El Chapo” Guzmán a la cabeza, lo que no puede probarse, como también es incomprobable el éxito de su guerra, porque los consumidores estadounidenses no se han visto privados del uso recreativo de los estupefacientes.

Y no hablemos del poder adquisitivo del peso. Sería prudente que el presidente de México se empeñara en que él y su familia viviesen con seis mil pesos mensuales, porque además de comprobar los despropósitos de su candidato presidencial, sería testigo de los estragos que ha causado su gobierno en la economía real, que es la doméstica, lo demás es candil de la calle.

Pero la perla calderonista por excelencia son los centros de salud. En su propaganda política, en el “espot”, afirma que durante cinco años -en 1825 días- ha construido mil clínicas y hospitales nuevos, es decir, en número redondos, uno cada dos días, lo que no puede creerse. El azoro crece cuando dice que durante ese mismo tiempo, además de lo nuevo ha rehabilitado dos mil clínicas y hospitales. Si juntamos los tres mil eventos y los dividimos entre el mismo número de días, da 1.64 rehabilitaciones y/o clínicas y hospitales nuevos cada día. ¿Puede creerse? Por eso les va como les va.

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