jueves, septiembre 01, 2011

Calderón no pudo

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Como si en realidad tuviesen idea de los fundamentos jurídicos de la nación y de las esperanzas -justificadas o erróneas- fincadas por la sociedad en los compromisos asumidos por el gobierno, el último 25 de agosto, en el III aniversario de la publicación, en el Diario Oficial de la Federación, del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, irrumpieron en el Casino Royale para dejar asentada, de una vez por todas, su opinión sobre el gobierno y la autoridad, en los tres niveles.

Días antes, investidos ilegítimamente de un aura que no les corresponde, porque algunos de los participantes en el evento prevaricaron en su conciencia y pospusieron las demandas de la sociedad para atender sus intereses económicos y políticos muy personales, la organización civil México Evalúa informó que el registro de casos de homicidio, secuestro, robo con violencia y extorsión, se incrementó en la mayor parte del país a partir de 2006, hasta casi en 200 por ciento.

En su Índice de Víctimas Visibles e Invisibles, la asociación indicó que los asesinatos a escala nacional crecieron 96 por ciento, mientras que los plagios en 188 por ciento durante los últimos cuatro años. Además, Tabasco, Tamaulipas, Guerrero y Aguascalientes se sumaron a la lista geográfica de los que más sufren a causa del secuestro, robo con violencia, extorsión y homicidio.

El informe da cuenta del nivel de inseguridad estatal a partir de indicadores elaborados con cifras oficiales, con las cuales los investigadores califican cada entidad, promediando los cuatro ilícitos del fuero común. Dice Edna Jaime, la directora: “Tenemos una crisis de seguridad que va al alza. Los estados más violentos siguen en crisis, no asumen que el país está en riesgo, y no es posible obtener resultados diferentes si las cosas se siguen haciendo de la misma manera”.

Alejandro Martí e Isabel Miranda de Wallace coincidieron en una opinión equivocada, pues sostienen ambos que en casi todas las entidades federativas los gobernadores evaden su responsabilidad en lo concerniente a la seguridad de sus gobernados. La realidad es que dicho informe detalla que durante la administración de Vicente Fox todos los delitos graves bajaron en el ámbito nacional, comparados con su antecesor, Ernesto Zedillo. Sin embargo, repuntaron nuevamente en la administración de Felipe Calderón. “Tenemos una policía rebasada, cooptada o coludida, tenemos 430 mil policías divididos en 32 estados y 2 mil 400 mandos; están mal, pero eso no es responsabilidad de la Federación, es responsabilidad de cada estado y de cada municipio, y qué ha pasado, señores, se han hecho tontos”, puntualizó Alejandro Martí.

Es momento de que la sociedad entera se cuestione con seriedad si efectivamente las autoridades estatales se han hecho como que la Virgen les habla, también si lo dicho en el salón de la Tesorería, en Palacio Nacional, por Alejandro Martí, fue de dientes para fuera, pues en ningún momento ha reiterado la invitación al que no puede dar la medida, para que renuncie, porque cuando formuló esa frase sólo buscaba el efecto mediático.

¿Es responsabilidad de los gobernadores no apoyar las políticas públicas federales, o es responsabilidad del presidente Felipe Calderón Hinojosa, presidente -supuestamente- de todos los mexicanos, el no haber sabido ser líder, aprender a negociar el apoyo de la oposición, concitar la voluntad y el respaldo de partidos y gobernadores para obtener la urgente unidad nacional, lograr compromiso político y apoyo ético, para consolidar un endeble proyecto de gobierno? ¿Qué tiene la personalidad de Calderón Hinojosa que no convoca, no lo convierte en líder y no suma?

Lo cierto es que en materia de compromisos de gobernabilidad y operación política adquiridos entre el presidente de México y los partidos de oposición, principalmente con el PRI, Felipe Calderón Hinojosa ha deshonrado su palabra e incumplió lo ofrecido. Lo cierto también, es que mientras más se acerca la fecha de las elecciones presidenciales, el presidente de la República actuará en contra de sus propios intereses y en contra de los de esa parte de la sociedad que gobierna, porque en su ausencia de perspectiva de futuro y de Estado, considerará que sus espacios de acción electoral se angostan, cuando en realidad se ensancharían de decidirse a cumplir cabalmente con el mandato constitucional.

Alejandro Martí supo que no darían la medida, pero después se retractó en lo más íntimo de su conciencia, perdió todo interés por defender a la sociedad, por ello es incapaz de comprender que los gobernadores, sobre todo los que no pertenecen a Acción Nacional, no pueden sumarse a las políticas públicas del gobierno federal en materia de combate a la delincuencia organizada ni en asuntos de política económica, porque no fueron diseñadas en beneficio de la sociedad y son equívocas, como lo muestran las estadísticas y la realidad, que se convierte, se transforma en un zarpazo a la imagen idílica que Felipe Calderón Hinojosa se hiciera de su propia sucesión presidencial.

Hoy, el presidente de México debiera de informar a la nación, no exclusivamente a los poderes fácticos y a su grupo de amigos y seguidores, lo que ha hecho en beneficio de la patria y sus gobernados durante cinco años de gobierno. Lo cierto es que no dieron la medida, y esa frase de Alejandro Martí quedará como anécdota, como efecto mediático, porque a fin de cuentas y como si lo supieran, esos delincuentes irrumpieron en el Casino Royale para sembrar la muerte en el III aniversario de la publicación, en el Diario Oficial de la Federación, del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad.

El caos se adueñó de buena parte del ISSSTE, pues su centro de llamadas cuyo número es 018000122350, con extensión 1 para hacer citas en las clínicas familiares, nunca tiene “agentes” disponibles, al menos desde el 26 de agosto último, de allí que los derechohabientes acudan a las clínicas a buscar cita para el mismo día. El isssstenet tampoco funciona.

Para colmo, sí hay desabasto de medicinas, pues los hipertensos no pueden recibir el medicamento el mismo día, y han de regresar para, con suerte, ser de los primeros en cuanto los reabastecen, pues nunca los surten conforme a las necesidades. Es el resultado del gobierno del cambio.

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