miércoles, agosto 31, 2011

Seguridad nacional racista

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Mañana la sociedad debe conocer del estado de la nación. Los resultados de ninguna manera convocan al optimismo, a sonreírle al futuro, a dormir con puertas y ventanas abiertas, a confiar en lo que prometió ser el gobierno del cambio, pero hundió a México en la desesperación y la desconfianza, profundizándose la falta de solidaridad al acogerse a una actitud como la asumida por muchos franceses durante la ocupación: se convirtieron en delatores, en quintacolumnistas y, lo peor de lo peor, colaboracionistas.

El aserto no es descabellado, sino una constatación de la actitud del gobierno, del gabinete de seguridad, en la idea y el servicio de garantizar la seguridad nacional y regional de Estados Unidos, por sobre las necesidades mínimas de bienestar de México y los mexicanos. Como expresé el lunes, las consecuencias del acto de barbarie perpetrado en contra de la sociedad neoleonesa determinan una obcecación en la guerra presidencial contra los barones de la droga -decidida para encubrir el compromiso de limpieza étnica y social en beneficio de la economía y la política interna de los estadounidenses-, porque con el paso del tiempo se descubrirá que fue un operativo para desestabilizar al país, infundir miedo para ajustarse, sin chistar, a los acuerdos bilaterales inscritos detrás de la Iniciativa Mérida.

Reproduce La Jornada una entrevista concedida por Noam Chomsky a la revista estadounidense Guernica, en la que sostiene: “El problema de las drogas está en Estados Unidos, no en México. Es un problema de demanda y tiene que ser abordado aquí, pero no se hace así. Se ha demostrado una y otra vez que la prevención y el tratamiento son mucho más efectivos en costos que la acción policiaca, operaciones fuera del país, control fronterizo y más. Pero el dinero va en otra dirección y nunca tiene impacto. Cuando los líderes aplican durante décadas políticas que no tienen consecuencias para el objetivo declarado y son muy costosas, uno debe preguntarse si están diciendo la verdad y si esas políticas son para otro objetivo, porque no reducen el uso de drogas.

“Sólo hay dos respuestas posibles: o todos los líderes están colectivamente locos, lo cual podemos descartar, o simplemente persiguen otros objetivos. En el extranjero es una campaña de contrainsurgencia; en casa, una forma de deshacerse de una población superflua -hay una correlación muy cercana de raza y clase-, no perfecta, pero casi: de hecho, los hombres negros están siendo hechos a un lado. En Colombia lo llamarían limpieza social. Aquí simplemente los ponen en las cárceles”.

En cuanto a lo que afecta directamente a esta nación, La Jornada refiere que Chomsky consideró que otra parte del problema es el armamento. “¿Dónde consiguen sus armas los cárteles de la droga? Son otorgadas por Estados Unidos. Si corta el flujo de armas no acabaría con la violencia, pero tendría gran efecto. Si los cárteles en México desean rifles de asalto, los obtienen en Arizona.

“Uno primero debe preguntar qué es lo que el gobierno de México intenta hacer, y eso es un poco opaco. Parece que en cierto grado apoya a uno de los cárteles contra los otros. Si eso es lo que intenta hacer, no hay ninguna justificación.

“Pero si desea detener el negocio de las drogas, considero que sabe cómo proceder y no es con la acción militar: se debe ir al corazón del asunto. Parte de la respuesta se dio en la declaración de los tres ex presidentes (Ernesto) Zedillo, (Fernando Henrique) Cardoso y (César) Gaviria: hace unos años presentaron un informe en el que plantearon que la criminalización de las drogas sólo incrementaba el problema y que algunas deberían ser legalizadas, como el alcohol, y reguladas. Eso es parte del asunto, pero la parte de fondo está aquí, en Estados Unidos”.

El lingüista, filósofo y activista Chomsky parece tener muy claro lo que sucede en el ámbito del combate al narcotráfico, está consciente de lo que significa el contrabando de armas para los cárteles y la limpieza social que con las políticas públicas diseñadas para garantizar una seguridad nacional y regional a modo, se obtiene gracias al sacrificio de los colombianos, hasta hace unos años, y hoy gracias a la muerte de 50 mil mexicanos cuya identidad no ha quedado establecida, como tampoco ha sucedido con la identidad de la mayoría de los despojos encontrados en las fosas clandestinas.

Si él lo tiene así de claro, ¿por qué nuestro presidente de la República, el gabinete de seguridad y los panegiristas de la violencia a como dé lugar, no pueden reconocer que es necesario revisar esa política pública y reordenar la estrategia? Porque para hacerlo dejarían de cumplir con acuerdos bilaterales establecidos con los estadounidenses, que no son conocidos del público y cuyos documentos seguramente serán desclasificados hasta dentro de muchos años.

Pero lo más grave está por venir, pues así como se estableció que los aviones se estrellaran en las Torres Gemelas y en el Pentágono, se determinó que este acto de barbarie fuese en Monterrey, Nuevo León, sede ideológica del poder económico en México. Así como Luis Echeverría Álvarez perdió el pulso y el paso de su proyecto de gobierno como consecuencia del asesinato de Eugenio Garza Sada, Felipe Calderón Hinojosa perderá hasta el sueño por lo ocurrido en el Casino Royale.

Mientras tanto, en el Departamento de Estado tienen la certeza de que al menos hasta el 30 de noviembre de 2012, esta nación cumplirá puntualmente con el compromiso de servir a los intereses de su seguridad nacional y regional, lo que no puede decirse a voz en cuello, porque sería políticamente incorrecto.

Don Carlos Slim Helú, ¿será posible que sus detractores y los de Teléfonos de México tengan razón? Me he aferrado a mantener mis servicios de telecomunicaciones y de Internet a través de Telmex, porque de alguna manera usted reinvierte en México, pero hoy se cumplen 96 horas desde que me dejaron sin servicio de Infinitum, con la única explicación de que tienen un problema de mantenimiento y no saben cuándo podré recuperar mi conexión. El reporte es el número ==91165728==, y fui atendido por Eric Leyva. Para un jubilado y aprendiz de comunicador de la era digital, despojarlo de Internet es quitarle su herramienta de trabajo. ¿Lo hacen por descuido o por instrucciones?

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