miércoles, agosto 10, 2011

Para la crisis, discursos

Cordero y su mensaje
¿Aprendieron la lección?

Carlos Fernández-Vega / México S.A.


En más de lo mismo, con magia macroeconómica (indicadores envidiables, pero con más de la mitad de los mexicanos en pobreza, salarios raquíticos y alto desempleo), trucos contables (déficit que se convierten en superávit), reservas internacionales (que alcanzan sólo para cubrir seis meses de importaciones, si es que los especuladores no acaban con ellas primero, lo que no sería novedad) y muchísimos discursos marca Miguel Angel Cornejo, el gobierno calderonista pretende hacer frente a la sacudida económico-financiera que está por cruzar la puerta (en realidad la segunda parte de la misma), sino no es que ya la cruzó.

Alegraos, mexicanos silenciosos, que el secretario-candidato de Hacienda, Ernesto Cordero, ayer les envió un mensaje (en realidad a los mercados financieros) en el mismo sentido y con idéntico contenido al que, momentos antes del reconocimiento oficial de la crisis en octubre de 2008, hizo público el entonces titular de esa cartera, Agustín Carstens, y hasta el exceso repitió el inquilino de Los Pinos: “hemos hecho la tarea… México es una fortaleza económica… los problemas y debilidades los tienen otros, porque aquí es el paraíso”. Es ocioso recordarlo, pero el resultado concreto todos lo conocen y lo padecen, pero de allí nadie mueve a los funcionarios, totalmente apartados de la realidad nacional.

En la negación absoluta, el candidato funcionario registró problemas, deficiencias y carencias en todas las economías del mundo… menos en la mexicana, porque aquí aprendimos las lecciones del pasado. Todo sucede afuera de nuestras fronteras, todos los gobiernos han metido la pata, cometido errores y excesos, pero no el egregio calderonato que, dicho sea de paso, reporta el peor resultado económico en 30 años y ha sumado a la pobreza a 12.2 millones adicionales de mexicanos en sólo cuatro años, entre otras tantas gracias.

El mensaje que Ernesto Cordero tuvo a bien divulgar ayer fue copia fiel de la retórica oficial de las últimas tres décadas: aquí no pasa nada, y el que diga lo contrario habla mal de México. Suficiente sería dar un repaso a los discursos de Gustavo Petriciolli a Francisco Gil Díaz (secretarios de Hacienda de Miguel de la Madrid y Vicente Fox, respectivamente, sin olvidar los de Pedro Aspe, Guillermo Ortiz, José Angel Gurría y Agustín Carstens) para conocer de antemano cuál será el siguiente mensaje del funcionario-candidato y/o del inquilino de Los Pinos. De la crisis ha sido superada de Petriciolli, a los mitos geniales de Aspe; de la bonanza mexicana de Gurría a vamos por el rumbo correcto de Ortiz; del envidiado tesoro macroeconómico de Gil Díaz al catarrito de Carstens. Y ahora con ustedes, el Cordero del señor: en contraste (a lo que se registra en otras latitudes), en México aprendimos las lecciones del pasado.

Tan aprendieron las lecciones, que el comportamiento económico es raquítico, no se genera empleo, pero sí desempleo, informalidad y expulsión de mano de obra, que se pagan salarios de hambre, que no alcanza para comer, que el número de pobres crece a paso veloz, pero eso sí con los calzones macroeconómicos limpios. Ni una palabra dijo Cordero sobre cómo el calderonato superará todas esas carencias, cómo limpiará el tiradero que ha hecho y cómo hará frente, si es que se entera, del tsunami que ya se ve venir. Ni una. Que se jodan los mexicanos, porque su mensaje pretendió apaciguar a los sacrosantos mercados financieros: no se preocupen, que seguiremos pagando sin problemas, aún a costa de cancelar desarrollo.

Doctorado en Ciencias Ocultas por la Universidad Rosita Alvírez, Ernesto Cordero celebra que de los tres tiros que en 2009 recibió la economía mexicana, sólo uno fue mortal, y lo mismo sucederá en esta nueva etapa. Mientras en Estados Unidos las autoridades financieras hacen piruetas y recurren al sombrero de mago en su intento por apaciguar histerias y derrumbes, y en Europa sudan frío al reconocer que el mundo se enfrenta a la crisis más difícil desde la segunda Guerra Mundial, aquí el funcionario-candidato salió a cuadro para destacar que aprendimos las lecciones del pasado (y, por lo mismo), hay confianza en el futuro de México, (porque) hemos hecho bien nuestra tarea. Y se quedó tan tranquilo.

Bonito discurso, pero ¿qué van a hacer para resolver el problema interno: inflación, actividad económica, empleo, pobreza, hambre, poder adquisitivo, bienestar en pocas palabras? ¿Cómo enfrentarán la nueva cuan voluminosa ola que ya se observa? Con discursos, como acostumbran, porque también en 2009 el secretario de Hacienda (Carstens, en ese entonces) dijo, como ahora repite Cordero, México está preparado para amortiguar crisis mundial. En 2009 ese discurso le costó al país un desplome de 6.5 por ciento en el producto interno bruto, cientos de empresas cerradas, alrededor de 750 mil empleos formales y 6 millones adicionales de pobres, que se sumaron a los 6 millones del primer bienio del calderonato. ¿No aprenden de las experiencias pasadas, o de plano les va un soberano carajo?

Con la especulación cambiaria desatada, en octubre de 2008 los mexicanos impávidamente vieron esfumarse, en cuestión de días, más de 20 mil millones de dólares en reservas internacionales, mismas que no amortiguaron absolutamente nada. Entonces, las autoridades financieras del país se dedicaron a acumular reservas, y a estas alturas suman 133 mil millones de dólares. En nuevo embate especulativo, tradición del gran capital que opera en el país, ¿cuánto destinarán al barril sin fondo, y en qué medida “amortiguarán la escalada? Brasil, la primera economía latinoamericana, acumula alrededor de 340 mil millones de dólares en reservas, 2.5 tantos más que México, pero la política de amortiguamiento se basó en producción, inversión, empleo y poder adquisitivo, mientras en México se pronunciaban floridos discursos sobre navíos de gran calado. Resultado: en 2009 la economía mexicana se desplomó 6.5 por ciento; la brasileña 0.2 por ciento.

En fin, Cordero repitió lo que en septiembre de 1987, un mes antes del estallido de la tercera crisis en su sexenio, Miguel de la Madrid celebraba: “nos encontramos en una situación de mayor fortaleza financiera y dejamos para el futuro bases sólidas sobre las cuales seguir avanzando… Hoy tenemos una mejor perspectiva”. Treinta días después la economía caía en picada, una vez más.

Las rebanadas del pastel

Y la cereza para el México del discurso: la economía de Estados Unidos está más débil de lo que se había pensado, al haber riesgos cada vez mayores (Reserva Federal).

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