martes, agosto 23, 2011

Moreira, lastre para Peña Nieto

Álvaro Delgado

El Partido Acción Nacional (PAN) asesta, por fin, dos golpes contundentes al priismo, que han cimbrado también a Enrique Peña Nieto: El enriquecimiento de colaboradores directos de Humberto Moreira y, sobre todo, el escandaloso endeudamiento que éste dejó como gobernador de Coahuila.

Ante evidencias de estos casos, que en paralelo al escándalo mediático se han traducido en denuncias de carácter penal ante la Procuraduría General de la República (PGR), Moreira ha tenido que bajarle al tono pendenciero que imitó de Vicente Fox y hasta se ofusca cuando los periodistas le preguntan al respecto.

Hace una semana, el domingo 15, Moreira pretendió escabullirse del enriquecimiento presuntamente ilícito de su amigo y colaborador Vicente Chaires y pidió al Congreso pronunciarse sobre el tema. “Yo espero que los legisladores ya saquen ahora el miércoles lo del tema de Chaires, porque ya, ¡ya chole a otro perro con ese hueso!”.

Marrullero, Moreira quiere matar la discusión y las consecuencias jurídicas de la súbita riqueza de Chaires, pero se equivoca por doble vía: La investigación y la sanción de un servidor público por enriquecimiento ilícito no es competencia del Congreso y la corrupción, que concierne a todos los mexicanos. No se puede proscribir en la agenda pública.

Chaires pasó de ser un modesto servidor público a próspero empresario inmobiliario y en telecomunicaciones, justamente al lado de Moreira como gobernador. La estrecha relación entre ambos hace presumir a los panistas –y no sólo a ellos– que son por lo menos socios y los negocios se hicieron con dinero público.

Por eso en la PGR existe ya, desde el 14 de junio, una denuncia por los delitos de enriquecimiento ilícito y operaciones con recursos de procedencia ilícita contra el coordinador administrativo de la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.

El otro tema que tiene fuera de sí a Moreira, pero sobre todo a Peña Nieto y su entorno, que se siente ya en la Presidencia de la República, es la impúdica deuda que contrajo en los cinco años de gobernador: De 323 millones de pesos la elevó a 32 mil millones de pesos.

El endeudamiento público que Humberto Moreira heredará a su hermano Rubén es de tal magnitud que ha preferido no dar la cara, pero su vocero en materia de finanzas públicas, David Penchyna, tuvo que reconocer la autenticidad de esa cifra.

Pero no es sólo la deuda en sí misma, que ya es demasiado, sino la falsificación de documentación oficial por parte de Javier Villarreal, otro allegado a Moreira, para contratarla, que es delito federal y cuya denuncia ya fue presentada por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ante la PGR, según dijeron panistas al reportero.

Así, la corrupción y el endeudamiento, dos de los vicios históricos del PRI, vuelven a colocarse en la agenda pública, por lo que Peña Nieto y sus asesores –tiene más asesores que ideas– saben que en ese terreno no tienen posibilidad de defensa, y Moreira, hacia la elección presidencial, estorba más que ayudar.

El futuro de Moreira como presidente del PRI –que es el futuro de Peña Nieto– depende de si la PGR hace, en los dos casos, una investigación rigurosa y procede contra Chaires y Villarreal, aun con la potencial engañifa priista de que sería una persecución política.

Otra opción es que la PGR sencillamente no haga nada. ¿Por qué razón? Porque los priistas tienen su propio arsenal de las corruptelas de prominentes figuras del PAN, directamente del entorno de Felipe Calderón: César Nava, Germán Martínez, Patricia Flores Elizondo…

Y sí: Así como discuten quiénes han generado más pobres y quiénes han favorecido más a los magnates en sus gobiernos, priistas y panistas compiten por ser los más rateros…

Apuntes

En el mismo estadio donde, el 12 de noviembre de 2009, Felipe Calderón recibió una estruendosa silbatina, en repudio al insolente operativo de seguridad que lo acompaña a donde va, se produjo un nuevo emblema de su fracaso. Y por eso hoy, al inicio de las clases, ante niños comenzó a poner pretextos: “Mi trabajo es muy difícil, y pues sí, efectivamente, es muy difícil”.

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