martes, agosto 02, 2011

‘¡La mujer a la cantina…!’

Marco A. Flota / Grillotina

Fue el ex secretario del Trabajo y de Gobernación, futuro santo, don Carlos Abascal Carraza, quien acuñó -o al menos se la atribuyeron-, aquella frase discriminatoria:

-El hombre a la oficina y la mujer a la cocina...

Es que el Abad Scal, como le llamaron los malintencionados, sólo reconocía supremacía sobre el varón a una dama: La Morenita del Tepeyac. Ello debido a que la Virgen de Guadalupe es la Patrona de América y Abascal privilegió a los patrones sobre los obreros desde la secretaría -“la sacristía” le llamaban- del Trabajo.

Sin embargo, un grupo de mujeres capitalinas le ha enmendado la plana al beato del Bato. (El Bato, como dicen en el norte, sería Vicente Fox, quien cuando se reunía con el cardenal Norberto era una cumbre de “El más alto prelado y el pelao más alto”).

Las señoras en cuestión se presentaron a la cantina “El Mirador”, a un costado de las rejas de Chapultepec, a protestar porque era una de las pocas del DF que aún no permitían el acceso a las féminas. Discriminación que, teóricamente, ha sido superada por los reglamentos capitalinos.

Es que en el pasado estaba prohibido el acceso del sexo débil a los bares, aunque en las pulquerías existía un “Departamento para Damas”, repleto siempre, aunque las parroquianas no eran precisamente damas. Pero se les prohibía entrar al “Departamento de Caballeros”, que no calificaban ni como caballerangos.

El caso fue que más de una docena de señoras, portando letreros con leyendas como “La discriminación no es tradición”, se introdujeron por la fuerza a la cantina “El Mirador” y exigieron servicio.

Ante la reticencia del gerente su lideresa le espetó:

-¡Este lugar incurre en prácticas de discriminación contra las mujeres y viola el artículo cuarto de la Constitución ye el Decimocuarto de la Ley de Establecimientos Mercantiles del DF!

-Está bien, les ofrezco disculpas. ¿Qué desean tomar?

-Yo quiero unas medias de seda-, dijo tímidamente una de las protestantes.

-¡ésas ve a comprarlas a una boutique! -la regañó la lideresa- y añadió: ¡Que nos sirvan algo que raspe el gañote!

-¿Les apetece una Margarita o un Presidente? -sugirió el barman.

-¡No politice nuestro movimiento, somos una organización civil apolítica!

-¿Una cuba libre?

-¡Somos de izquierda, pero no fanáticas!... ¡Tequila para todas!

-¿Don Julio?

-¡Sí, queremos a Don Julio Regalado! -gritó una que todavía cargaba las bolsas del súper.

-¡No le haga caso a ésta que no ha superado el complejo de ama de casa!... Sírvanos a todos un Don Julio... gratis.

Y les sirvieron, lo cual provocó enojo de los parroquianos varones. El más exaltado gritó:

-¡Vámonos antes de que en esta cantina empiecen a aceptar también jotos!... ¡Este lugar me da asquito!

Y fue secundado por varios “caballeros” que, soltando improperios con aliento de gobernador de Jalisco, abandonaron la cantina. Las damas, ya instaladas como dueñas del lugar, exigieron que la tele, en la que se veía la transmisión del partido de futbol Chivas-Barcelona, se sintonizara en el canal que proyectaba una telenovela.

Así, las mujeres conquistaron la cantina y pronto llegarán también a Los Pinos. Pero para exigir una copa, pues, se rumora, ahí está mejor abastecida la cava.


¡RRIINNGG!
-Bueno, Secretaría de Hacienda...
-¿Ya se enteró el secretario Cordero que en México hay 56 millones de pobres?
-No... es que salió de compras con sus 6 mil pesos de sueldo, pero cuando regrese le decimos...


EPIGRILLO
¡Pobres gringos!: En Fort Knox se han quedado sin reservas, pero aquí, si bien observas, les sobra lana -y no hay tox- a Elba y la señora Fox.

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